Home

Cultura

Artículo

televisión

De dónde son los cantantes

'El factor X' es un reflejo del afán por el rebusque. Gracias a este 'reality', y las telenovelas 'Rebelde' y 'Los Reyes', 'RCN' se adueñó del 'rating'.

25 de septiembre de 2005

La fila iba desde la Plaza de Toros de Santamaría, bordeaba el Planetario Distrital y se entorchaba por el Parque de la Independencia. Desde el día anterior, con cobijas para combatir el helaje de las madrugadas bogotanas, con carpas y 'comiso', en la cola estaban desde el típico mariachi de la Caracas con 55 hasta modelos listas para la pasarela, padres de familia bien vestidos -unos sin voz y otros con voz-, aficionados a la música que mataban las horas con su guitarra. No faltaban el roquero, los punquetos ni el cantante llanero. Era una de las muchas convocatorias para El factor X. Para la mayoría de los trasnochadores, quizá, el depósito de toda su esperanza para acceder al estrellato y a la fama.

Alrededor de 45.000 personas se presentaron a las distintas audiciones en todo el país para participar en la versión criolla del formato original X factor, de FremantleMedia. Frente a ellos estaba el jurado, compuesto por los cantantes Marbelle, Juan Carlos Coronell y el productor José Gaviria. Después de varias coladas quedaron 127 elegidos que se entrenarán en Bogotá. Hacen parte de tres categorías: grupos, a cargo de Marbelle; 16 a 24 años, con José Gaviria, y de 25 en adelante, con Juan Carlos Coronell. Todos van detrás de un salto de trampolín hacia un contrato con RCN Music.

De esta nueva apuesta se puede sacar gran cantidad de conclusiones. Es interesante ver cómo El factor X muestra, de verdad y como ningún otro reality, la diversidad de Colombia. Frente a los jurados han cantado personas de todos los orígenes, tonos de piel, costumbres, y provenientes de cada rincón. Cantan porro, salsa, vallenato, bolero, ópera, baladas, boleros, hip hop, protesta, despecho y 'chucu chucu'. Entre uno y otro género salieron voces muy buenas, grupos muy afinados y cantantes con gran aptitud y carisma como para cautivar a una gran audiencia. Además, todos ellos tuvieron que superar un obstáculo adicional, que es cantar a 'palo seco', sin instrumentos acompañantes ni efectos como reverberaciones y ecos que ayudan mucho a los cantantes en un estudio de grabación o en un escenario.

En American Idol, un formato estadounidense muy similar, los géneros musicales son más homogéneos. Allá la gente es desparpajada frente al qué dirán. Acá, usualmente todo el mundo se cohíbe con tal de no hacer el ridículo. Por eso es atractiva la ruptura de actitudes culturales que plantea El factor X , donde todos literalmente se lanzan al agua sin importarles si van a hacer el oso. En El factor X se rompe con la tradición tan colombiana de tomarse tan en serio las cosas. Al fin y al cabo, es un juego y así lo ha entendido la gran mayoría de los aspirantes.

Otro punto de quiebre ha sido la franqueza de los jurados para hablarles a los participantes, aunque a ratos esto parece ser parte del libreto: "A usted le gusta la música, pero la música no gusta de usted", le dijo Gaviria a alguien. A otro concursante que dijo haberse presentado porque los familiares le dijeron que cantaba bien, Gaviria le dijo después de oírlo: "Pues en su familia lo quieren mucho porque usted canta pésimo". "O no lo quieren", agregó Coronell. En Colombia nadie está acostumbrado a decir las cosas de frente y sin tapujos y cualquier gesto de franqueza se toma como una ofensa.

No cabe duda de que el melodrama es lo que funciona en televisión, pero en este caso en particular queda la ineludible sensación de que se trafica con la esperanza y las necesidades de la gente. Aprovechan el desperdicio de talentos que hay en Colombia, lo cual devela la ausencia de oportunidades y habla muy mal de un sistema educativo que no cultiva las habilidades. La gente hace lo que sea con tal de tener su gran oportunidad. Es, para muchos, la esperanza de cambiar su vida y las de sus familias, de salir de la pobreza o de la inmovilidad social.

El factor X, desde sus interminables filas hasta las audiciones, exhibe un país angustiado. Se parece a la política porque la gente ruega clasificar como un favor, no como un derecho. Devela la falta de conciencia ante el hecho de tener derechos y no pedir favores. Los jurados, como los políticos, abusan de su poder y no queda bien claro si lo que hacen es en serio o en chiste.

En efecto, la idea más clara que refleja El factor X es el afán desesperado de la gente por triunfar, por salir en televisión. Ser famosos durante un cuarto de hora. Se la juegan, a veces con la actitud de "ahora o nunca" y se les derrumba el mundo si no los eligen. Además, las miradas están dirigidas al éxito fácil y no al proceso que implica construir una carrera sólida de artista. Es decir, una expresión más de la cultura del rebusque y del atajo.