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De frente al país

Una nueva generación de artistas evidencia una preocupación por la realidad nacional. La pintura y la escultura no parecen los medios más adecuados para expresar lo que quieren.

30 de octubre de 2000

Uno menos uno menos uno y ayer fueron 146… y cuatro menos… y otro día fueron siete: cuatro y tres menos… y uno y uno fueron menos… uno menos uno menos uno fueron tres…”. Este aparte del texto que acompaña la obra ‘Menos uno’ de Beatriz Eugenia Díaz da fe del cuestionamiento de la artista por la realidad nacional. Un dibujo de cinco metros de ancho por cinco de alto deja entrever un mapa de Colombia generando el sentimiento de una explosión que está por ocurrir. “Lo que sucede es que una explosión es un nuevo comienzo, comenta la artista y agrega, ‘menos uno’ también puede suponer que todo lo que ocurre les pesa a los demás menos a uno” .

El trabajo de Beatriz Eugenia Díaz estuvo impulsado por su percepción de la actualidad. Pero esta obra es apenas un ejemplo de la infinidad de propuestas que los artistas jóvenes del país están realizando movidos por temas como la violencia, la corrupción, el desempleo y la desesperanza. Buena parte del pensamiento de la nueva ola de artistas se podrá ver a partir de este jueves 5 de octubre cuando se dé inicio en el Museo de Arte Moderno de Bogotá a una nueva versión de la Bienal de Arte.

Otros espacios, como la sala Santa Fe de Bogotá, en el Planetario Distrital, donde Luis Alejandro Restrepo expone su instalación Iconomia, y el concesionario de carros de la calle 104 con carrera 23, donde la galería Valenzuela & Klenner organizó la muestra colectiva titulada En vitrina, un hacer visible, permiten apreciar las propuestas de un grupo de artistas que no se conforman con un arte cuya única finalidad sea la decoración neutra de quienes adquieren sus cuadros y esculturas. Por el contrario, todos estos artistas enfrentan su oficio como un compromiso. “Como un señalamiento al arte neutro y decorativo que los medios inflan no tanto por la calidad de sus propuestas sino por la cantidad de dólares que reciben cuando venden sus cuadros”, como señala Jairo Valenzuela, curador de En vitrina. Uno de los objetivos de esta exposición, en la que participan artistas como María José Arjona, Jaime Avila, Lucas Ospina, Humberto Polar, Lina González, Juan Carlos Haag y Humberto Junca, entre varios otros, quienes presentan obras relacionadas con distintas ópticas y facetas de los conflictos y contradicciones que afectan a Colombia: desde la trivialización de la guerra en los medios a través de fotografías de sensuales modelos armadas hasta los dientes hasta el drama de quienes piensan que en el exilio está la solución a sus problemas y, al llegar a ese otro lugar soñado, se estrellan con la dura realidad del desarraigo.

José Alejandro Restrepo aborda el delicado tema de la religión, que en Colombia muchas veces se expresa a través de la adoración de los iconos religiosos. Su instalación, titulada Iconomía, consta de dos partes. Iconofilia, en la que se ven imágenes de video en las que se exaltan las imágenes, e Iconoclastia, en la que recopila sucesos en los que se mutilan, se profanan o, sencillamente, se reniega de las imágenes religiosas, y cuyo símbolo constante es un sinfín de una aplanadora destruyendo un lote de videocasetes piratas. Restrepo invirtió ocho años de trabajo recopilando notas de noticieros y de otros programas de televisión relacionadas con la religión que, al ensamblarlas en dos largas secuencias, adquieren una fuerza inesperada. Para Restrepo esta instalación muestra que “los colombianos seguimos siendo fundamentalistas y que ese fundamentalismo se basa en la superstición y la ignorancia”.



Los del MAM

Veinte jóvenes seleccionados tras una convocatoria, a la que respondieron más de 130 artistas, expondrán su pensamiento en el MAM. Lo curioso es que muy pocos de ellos han recurrido a la pintura y a la escultura. Las instalaciones, el video y la fotografía se han convertido en los medios de expresión más empleados. “Es mucho más factible para ellos recurrir a un medio del cual el espectador ya tiene un bagaje. Ahora el público se educa viendo televisión y mirando revistas. La fotografía y el video a uno le significan algo. Pueden generar códigos más reconocibles”, comenta Jaime Cerón, uno de los curadores de la muestra.

“La exposición plantea las nuevas tendencias en el arte colombiano. Quienes fueron premiados en ediciones anteriores son reconocidos en la actualidad. Es como lanzar una sonda para saber quiénes serán los grandes artistas en 2010”, opina Alvaro Medina, jurado de la Bienal. El arte simplemente decorativo no parece interesar mucho a los jóvenes. Su interés es llevar conceptos claros al público, como el caso de la obra de Jaime Avila. Un cubo de un metro de altura, conformado por cubos más pequeños de cartón impresos por todos los lados con imágenes fotográficas de miles de parejas deambulando por la carrera séptima de Bogotá, fue exhibido por el artista en algunas ciudades brasileñas en la segunda Bienal de Mercosur.

“La intención era que el público transportara a sus viviendas las imágenes que gracias a unas instrucciones incluidas en los cubos pudieran reconstruir el trazado de la mencionada vía y las actitudes y comportamientos de los transeúntes”, comenta el crítico Eduardo Serrano sobre la obra que también estará en el MAM.

El planteamiento de Alejandro Posada también se apoya en la instalación con avisos luminosos, cal, aluminio, vidrio y cápsulas prozac. “Desde sus primeras realizaciones aparece en el trabajo de Alejandro Posada su interés por el espacio”, opina el curador Luis Fernando Valencia.

El afán de agradar la retina del público parece desvanecerse en las nuevas generaciones. La prioridad es otra. De allí que ahora sea común identificar técnicas como ‘animación cuadro a cuadro’, ‘proyección sobre baño’, ‘Dibujo melódico’ o ‘fotografía-video’. Lo más importante es recurrir al medio adecuado para expresar un sentimiento, un concepto.

Una de las obras que más llamaron la atención en la pasada exposición ‘Arte y violencia’, organizada en el Museo de Arte Moderno, fue la de la artista paisa Patricia Bravo. Ella se dedicó a recoger los despojos que dejaron los hechos más violentos ocurridos en los últimos años y los agrupó en plaquetas de vidrio. Conservar y tocar la memoria sobre las víctimas de la violencia era su propósito y, sin duda, lo consiguió.

La memoria es uno de los temas que más inquietan a los jóvenes artistas. “También les preocupa el cuerpo, la comunicación y la historia. El arte está destinado a dirigirse a situaciones de conflicto, educación y sexo. Yo destacaría una fuerte intervención del cuerpo. Una preocupación por la apariencia y el género”, comenta Jaime Cerón.

Son tres propuestas, dos colectivas y una individual, en la que los artistas colombianos utilizan el arte como una herramienta para interpretar y tratar de entender el complejo mundo al que se están enfrentando. Y, de paso, cuestionar al público que vive en ese mismo mundo pero parece no percatarse de ello.