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DE ROMA CON AMOR

Llega a Colombia "El viaje a Roma", una de las últimas obras de Alberto Moravia.

18 de septiembre de 1989

"El viaje a Roma" Alberto Moravia - Novela Editorial Grijalbo - 258 páginas.

Alberto Moravia, quien a los 82 años sigue sentado ante la máquina de escribir, ha estado contando la misma historia bajo distintos títulos y con numerosos personajes a través de sus cuentos, novelas, ensayos y obras de teatro que conforman una de las bibliografías más discutidas y también más populares del presente siglo.

Esta sensación de una misma temática volteada al derecho y al revés se tiene ante su nuevo libro aparecido en castellano, "El viaje a Roma". Es la historia de un muchacho, Mario, quien al reencontrarse con ese padre a quien no había visto en quince años, descubre todos los demonios que tenía guardados en la conciencia, todos los vacíos sentimentales que lo ahogaban desde esa noche, en este mismo apartamento romano que ahora visita durante varios días, cuando caminando descalzo y mientras abría la puerta que comunica la sala con el resto de la estancia, con sus ojos de cinco años que no entienden lo que está pasando, contempla cómo su madre hace el amor con el mejor amigo del marido y cómo, al descubrirlo ahí en la penumbra, con los ojos le ordena que no se mueva, que no los interrumpa, y así rompe su inocencia para siempre.

Pocos escritores tan marcados por el sexo como Moravia. Si uno repasa sus libros anteriores ("Los indiferentes", "La romana", "El conformista", "El aburrimiento", "Yo y él", "El hombre que mira", "El rey está desnudo", entre otros), descubrirá de qué manera esa angustia permanente de sus personajes por utilizar el sexo, las caricias, como única manera de sentirse vivos, identificados con sus obsesiones, también se extiende a los actos más simples e indiferentes de la vida cotidiana. Como si el e!emento sexual fuera más importante que respirar o comer.

Lo que Mario logra en esos pocos días con su padre, la amante del padre y dos amigas a quienes conoció durante el vuelo desde París, es todo un aprendizaje, una identificación de sus temores y ansias. Descubre, por ejemplo, que el padre sabía de la infidelidad de la esposa, propiciaba sus encuentros con otros y, cuando se queda solo porque la mujer se marcha con el niño y luego muere muy joven, entonces busca hasta encontrar otra que tiene sus mismos ojos y habla con esa voz que en la penumbra del apartamento-repite hasta el cansancio los susurros y los jadeos de la que ya no está. Cuando entiende los juegos del padre, cuando conoce mejor las trampas libertinas de la madre, Mario madura síquica y sexualmente, y está listo para enfrentar situaciones peores.

"El indagador" Frederick Barthelme Novela Editorial Grijalbo 174 páginas "Hice transbordo de avión en Tampa, asentí con la cabeza cuando el auxiliar de vuelo, un sujeto pecoso de espesa pelambrera, me dijo que el DC-3 era el aparato más seguro de cuantos surcaban el cielo, y me acomodé en una de las butacas del fondo. Huía de mi divorcio y volaba hacia Sort Myers para visitar a la hermona de mi mujer, que regentaba un motel de apartamentos en la costa del golfo de México, no muy lejos de aquella ciudad. El divorcio aún no era cosa decidida, pero me había comprometido a cederle a Alex lo que se le antojara": así comienza su historia el norteamericano Frederick Barthelme, texana nacido en 1943.

Barthelme ha sido incluido por los críticos dentro de la corriente "minimalista", esa que, encabezada por escritores como el difunto Raymond Carver, Tobías Wolfe, Tama Janowitz y otros, se preocupa más por reconstruir o, mejor, por reflejar la existencia cotidiana de antihéroes.
Son esos personajes que jamás serán conocidos más allá de la cuadra de su barrio, que sufren y sueñan y pasan problemas para pagar la cuota del televisor, que matarán por simple aburrimiento o se marcharán de la casa cuando una mañana descubran al extraño horrible que está mirándolos desde el otro lado del espejo. El "minimalismo", asentado en un lenguaje directo, sin adornos literarios y sin trampas al lector, es eso, la mirada ingenua y desprevenida a un mundo donde los valores estan hundiéndose cada vez con el piso de la cocina.

Martin, el personaje de "El indagador", está sumergido en ese universo angustioso que se parece demasiado al de muchos lectores. Intenta comprender por qué fracasó en el matrimonio, acercándose a otras mujeres que le dejarán la misma soledad entre los dedos después de acariciarlas. Con frases cortas, con diálogos sencillos, Barthelme busca desmontar, como si fuera un mecanismo atascado de relojeria, las piezas de esas vidas que ubicadas en ese escenario descuidado y sucio tampoco le sirven a los personajes para ser felices, ni siquiera para ser ellos mismos. Mario quiere reordenar su vida, busca la comprensión de la cuñada, aparece su mujer y la situación se hace tensa, hablan y entienden que desde hace rato han debido quedarse mudos.
Cuando emprende el regreso, Martin se irá más cansado, más infeliz, más solitario pero también más sabio. Ha llegado al fondo de su desesperación, sabe cómo cultivarla y mimarla y eso es una victoria. A su alrededor, los objetos que han sido descritos minuciosamente son el mejor sucedáneo de los sentimientos y las emociones. Una lección para tantos indecisos.-