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DE VUELTA A CASA

Por primera vez en su carrera, Alberto Sojo expone en Barranquilla,su tierra natal.

22 de octubre de 1990

Es algo así como un anuncio de su regreso. Lleva 15 de sus 34 años por fuera. Primero España. Alguien descubrió sus pinturas, y una galeria de la Puerta del Sol, en Madrid, expuso su primera muestra.
Una serie de cuadros que para Sojo no era más que un paso vital en su proceso de aprendizaje y, ante todo, un sello de garantia para su decisión de ser pintor.
Después Paris. Paris desde 1978. Doce años en los que ha estado enfrentado al lienzo. Sin caer en la tentación de mostrar antes de tiempo.
Con la convicción de que sólo después de muchos trazos lograría definir un estilo propio de gran fuerza.

Sojo ha vuelto a Barranquilla. Su ciudad natal. La que dejó a los 7 años. Está, por estos días, en la Galeria Elida Lara, con su obra reciente. Esta cumpliendo el compromiso sentimental de mostrarle a los barranquilleros, muy de cerca, su pintura. Sin protocolo ni pretensiones. Pero con la seguridad que le da el hecho de haber ganado el primer premio en el Salón Nacional de 1990. En todo caso no necesitaba carta de presentación: un buen número de exposiciones en Madrid, París, Friburgo, Milan, Londres, Amsterdam, Montecarlo, Hamburgo, La Haya, Tokio, Bogota, Cali y Medellín es prueba suficiente de que Alberto Sojo es ya, desde hace varios años , Sojo. Simplemente Sojo. Sin duda, uno de los pintores colombianos de la nueva generación que habra de llegar mas lejos.

Sojo ha asumido como pocos la responsabilidad de ser pintor. Y la ha asumido, básicamente, consigo mismo. Por eso estuvo tanto tiempo en su estudio de Paris meditando cada pincelada. A su debido tiempo se dejó arrebatar su obra de los galeristas y ahora, cuando podría pensarse que lo sigue en su carrera es un tránsito ininterrumpido entre su taller y los salones del arte, Sojo esta.convencido de que quiere volver a encerrarse para darle consistencia a su nueva búsqueda.

Lo que importa es avanzar en la pintura misma, asegura el artista. No le paro bolas a la tecnica, porque esta se va desarrollando a medida que uno trabaja.

Para Sojo la pintura es un intangible. ¿Lo es? Trabaja consistentemente. No sabe a dónde va a llegar. No le interesa el fenómeno causa, efecto y, por lo tanto, no existe en élla intención de avanzar en el color, ni en la técnica, ni en la composición. Ni siquiera en las figuras. Parece como si sólo lo atrayera la idea de afianzar su estilo. Pero no es así. Sojo sabe está seguro que siempre hay una respuesta en el tiempo. Respuesta a toda la suene de interrogantes que corren por el subconsciente del artista cada vez que toma en sus manos el pincel. Después, con calma, si sienta a contemplar y descubre que la obra evoluciona. De repente, como si no lo hubiera pintado él mismo, observa que el movimiento quiere entrar, que lo objetos que acompañan sus figuras quieren levantarse del piso, que en la tela se ha colado alguno de los elementos que lo rodea. Es cierto, no le interes; la técnica, porque sabe que no tiene que preocuparse por ella. La disciplina cola que asume su trabajo le garantiza que cada vez habra mas técnica, así no se lo proponga de antemano.

"Me preocupo demasiado por controlar lo emotivo... no puedo hacer cualquier cosa. Lo que hago lo pienso más de lo debido: no soy creativo del primer impulso. No porque sepa lo que quiero hacer, sino porque se lo que no quiero hacer". Por eso es constante en su obra de los últimos años la figura no busta de cabeza pequeña que trata de desbordarse. Puede ser él. Es él, de alguna manera. Se parece a mí. Es casi una representación de su propia figura.
No del interior. No hay pasión, ni esperanza, ni desasosiego, ni temor, ni alegría bajo las capas de óleo que formar los pliegues de las chaquetas que cubren el inmenso cuerpo. Es un personaje que me da tranquilidad. No me plantea mayores interrogantes y permite que me concentre más en la pintura," .

Bajo las capas de óleo hay un espacio en blanco, que es el elemento que le plantea los mayores desafíos a Sojo. Esa figura es, entonces, un pretexto para abordar la pintura. Dominar el espacio me interesa más que la pincelada. El color me surge. Y esos personajes me ayudan a recrear el espacio, a dominar el tema dentro de un área determinada, que es lo que me cuesta más trabajo. Pero todo juega, por supuesto".

La obra reciente de Sojo le ha dado cabida al movimiento, a nuevas figuras, básicamente femeninas, y a una serie de objetos de su taller que apunta de observarlos cada día han terminado por meterse en sus pinturas. Esos nuevos elementos, por más que constituyan una carga ambientada, en el fondo no son más que un pretexto para lograr el equilibrio. En el color, si bien no hay una rebelión drástica de la paleta, queda claro, al menos, el interés por buscar tonos más sobrios, sobre la base de grises y ocres que lo caracterizan.

No hay duda, una nueva transformación está a punto de despegar en la obra de Sojo. Estoy contento con la ruptura, pero no voy a hacer cualquier cosa por cambiar. Hay una nueva manera de acercarme a los cuadros, de hacerlos vivir. Eso es muy importante: no voy a desperdiciar esta oportunidad". Sojo, como corresponde a su método, no sabe exactamente para dónde va. Pero está en la búsqueda. Si su actual exposición en la Elida Lara, de Barranquilla, hace pensar en el regreso del pintor a su patria, lo cierto es que por lo pronto quiere encerrarse un tiempo en su taller de Paris para pintar tranquilamente y asumir la búsqueda. Y el encierro promete ser tan productivo como los anteriores. Sojo ha dejado de ser una promesa del arte colombiano: su obra es ya una respuesta contundente, con signos de admiración.