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DESEMPOLVANDO RELIQUIAS

Después de cuatro años de cierre, se reabrió el Museo de Arte Colonial donde cuelgan tres siglos y medio de historia

1 de septiembre de 1986

En los muros del Museo de Arte Colonial, reabierto el pasado 29 de julio después de cuatro años de inactividad, están pegados más de tres siglos y medio de la historia del país. Y es que la hermosa casona colonial, en donde se encuentra ubicado, construida en 1604 por el maestro de obra, el jesuita Pedro Pérez, ha sido escenario de los más importantes y disímiles hechos históricos. Inaugurada como "Casa de las Aulas" alojó el Colegio de la Compañía de Jesús y posteriormente a la Academia Javeriana. Allí mismo, Nariño fue proclamado Presidente de la nueva República; el Libertador Simón Bolívar instaló el Congreso Admirable; el general Santander estuvo encarcelado allí después de la conspiración de septiembre; al estallar la guerra civil de 1840 esta casa se convirtió en cárcel de presos políticos; se juzgó al general Tomás Cipriano de Mosquera por sus actos dictatoriales; se escucharon por primera vez las notas del Himno Nacional se convirtió en sede de la Biblioteca Nacional; se juzgó a los homicidas de Rafael Uribe Uribe; fue sede del Ministerio de Educación y sólo en 1942 y por mandato del presidente Eduardo Santos, esta "Casa de las Aulas" pasó a ser la sede del Museo de Arte Colonial.
Con más de tres siglos sobre su fachada, esta casona de cinco mil metros cuadrados fue sometida hace cuatro años a una remodelación, pero las complicaciones comenzaron cuando se advirtió el deterioro de la construcción y el pésimo estado de conservación en que se encontraban las obras de arte. Por eso una de las metas en el área cultural que se fijó el presidente Betancur fue la de dejar el Museo totalmente reconstruido. Y lo logró. La edificación está ahora íntegramente rejuvenecida y engalanada con lo mejor de su patrimonio artístico completamente restaurado y reordenado.
Los últimos cinco meses, el Museo ha estado bajo la dirección de Teresa Morales de Gómez, quien a la cabeza de unas cien personas entre restauradores, electricistas, jardineros, carpinteros y pintores, se pusieron literalmente los "tenis", como dice con humor Teresa, y agrega: "Hace unos días visitó el Museo el importante crítico de arte quiteño, Juan Sebastián. Yo estaba como de costumbre en estos últimos meses con mi blusa delantal, mis tenis, despeinada y empolvada y él me preguntó por la directora del Museo. Cuando le dije que era yo, soltó la carcajada y me comentó que en su largo trajinar entre museos nunca se había encontrado con una directora tan camelladora".
El nuevo montaje del Museo, estuvo a cargo de Alberto Sierra, arquitecto y curador del Museo de Arte Moderno de Medellín, quien contó que su labor se encaminó a la adecuación de nueve salas que se pueden visitar: la de las exposiciones temporales; la del legado europeo, con cuadros de pintores de ese continente de la época; la sala Vásquez y Ceballos, que contiene la muestra más completa de la obra de este pintor neogranadino; la Escuela Santafereña, con una completa colección de orfebrería religiosa; la de amoblamiento virreinal, que más que exponer los muebles que se usaban, pretende rendir un homenaje a los artesanos de la época colonial; la sala Joaquín Gutiérrez, con algunos de sus famosos retratos; la de las columnas, en donde se aprecian estas, pero no desde el punto de vista estructural sino como elemento decorativoIa sala de mestizaje con más de cien piezas que reflejan la mezcla entre la artesanía indígena con la europea y la de la escuela quiteña, con piezas de la escultura y la artesanía ecuatoriana de la época colonial.
Para la reinauguracion del Museo, en la sala de exposiciones temporales se optó por mostrar la colección de bargueños. El montaje de esta muestra estuvo a cargo de Emma Araújo de Vallejo, quien realizó la investigación histórica de los 26 bargueños, 21 de los cuales son propiedad del Museo y el resto pertenece a Presidencia. "Las raíces de estos muebles --dice Emma-- se remontan al medioevo. En esa época eran cofres de madera o cuero que servían para transportar ropajes. Cuando se inició la vida cortesana, siglo XV, los cofres se aumentaron de tamaño y se decoraron. Se les abrieron pequeños cajones y nichos que son su característica. Se llaman bargueños porque fue en el pueblo toledano de Bargas donde floreció esta industria. Pero los artesanos nacionales elaboraron muchos que nada envidian a los españoles y los decoraron con productos de la exuberante flora y fauna americana utilizando la técnica aborigen "Barniz de Pasto" o "Condagua" ". Los 25 muebles reunidos dejan asombrados a los visitantes y el impecable catalogo realizado por David Consuegra, remata con broche de oro la visita a este recinto histórico cuya restauración lo deja entre las más apreciadas joyas del patrimonio colonial administrado por Colcultura.--