reconocimiento

Destino: la ciudad

Alberto Saldarriaga Roa, experto urbanismo, fue premiado en la XIII Bienal Latinoamericana de Arquitectura de Quito gracias a un estudio acerca de su principal pasión: Bogotá.

1 de diciembre de 2002

Hace muchos años a Alberto Saldarriaga Roa lo atrapó el tema de Bogotá, su ciudad natal, por la que siente una atracción fatal que lo ha llevado a estudiarla y analizarla como muy pocos. Prueba de ello su libro Bogotá siglo XX urbanismo, arquitectura y vida urbana, que recibió el premio de la XIII Bienal Latinoamericana de Arquitectura de Quito en la categoría Historia y Crítica. Pero lo que más lo complace es haber compartido este galardón con Alvaro Niño, autor del libro Espacio, historia y sentido, quien fuera alumno suyo a finales de los 70 cuando él enseñaba teoría de la arquitectura en la Universidad de los Andes. También celebra la reciente aparición de su libro La arquitectura como experiencia, publicado por Villegas Editores, el hasta ahora más reciente de una treintena más de textos entre investigaciones, trabajos sobre arquitectura popular colombiana, temas de ciudad y de teoría e historia de arquitectura.

Pero Saldarriaga no se ha limitado al medio académico. En los años 80 fue el columnista de arquitectura y urbanismo de SEMANA y, entre 1992 y 1996, escribió la columna Vida Urbana en El Espectador. Ahora colabora ocasionalmente en el periódico de la Universidad Nacional.

Nacido en 1941, estudió arquitectura en la Universidad Nacional, donde se graduó en 1965. Realizó estudios de posgrado en el Centro Interamericano de Vivienda y Planeamiento de Bogotá, la Universidad de Michigan (Estados Unidos) y la Bartlett School of Architecture, en Londres. Su vinculación con el tema urbano comenzó en la Nacional, donde comenzó a dictar la cátedra de historia de la arquitectura en 1968. En 1976 ingresó a la Universidad de los Andes como profesor de teoría y arquitectura. Estas dos perspectivas comenzaron a pulir al crítico experto en el tema de la ciudad. "Uno como historiador mira hechos concretos, planes y adquiere un cuerpo de conocimientos sobre el cual empieza a emitir juicios. Eso permite hacer el papel de crítico, destacar lo que vale la pena y señalar defectos".

Considera que comenzó a desarrollar el tema de Bogotá con verdadero rigor a comienzos de los años 90, cuando realizó un trabajo sobre vida urbana y cultura ciudadana para Misión Bogotá Siglo XXI, un proyecto del alcalde Juan Martín Caicedo Ferrer.

En su opinión, en Bogotá existen conjuntos muy interesantes de los años 50. "Es una arquitectura común y silvestre pero buena. En los 60 había una ciudad consolidada, con una arquitectura digna, de muy buena calidad, que era norma y no excepción. Hoy es al revés. La buena arquitectura es la excepción", señala. Sin embargo su visión de la nueva ciudad no es del todo negativa. "Los edificios de ladrillo al menos le dan a la ciudad una imagen urbana coherente. Por suerte la pobreza nos ha salvado de desastres como los que sufren ahora ciudades como Berlín, arrasadas por un nuevo riquismo galopante".