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DOS DE MUERTE

Sean Connery y Cher protagonizan dos películas policíacas, al mejor estilo de Hollywood.

21 de noviembre de 1988

Los asesinos están de moda, por lo menos son los personajes claves en dos películas policíacas que actualmente se exhiben aquí, dos películas en las cuales se demuestra con los parámetros morales y maniqueos de Hollywood que el ser humano es lo más retorcido, que la codicia es el peor de los males y que los inocentes siempre cargan con lo peor y ni siquiera el más audaz de los guionistas puede salvarlos.
"La hora de los héroes", dirigida por Peter Hyams, y "Sospechoso" de Peter Yates, están concebidas con los típicos elementos de entretenimiento -análisis moral, más violencia-erotismo-suspenso, con los cuales cualquier historia, por mediocre que sea, siempre es rescatable. Pero en ambos casos se trata de dos excelentes narradores, que tienen un lenguaje determinado para las escenas de acción, que saben iniciar sus historias con momentos emocionantes y conocen las posibilidades de sus actores llevándolos, como en el caso de Sean Connery y Cher, más allá de simples gestos y actitudes dramáticas para que sus personajes sean más verosímiles.
"La hora de los héroes" tiene como escenario una ciudad que parece construida para las historias policíacas, San Francisco. A un lado del Golden Gate está Presidio, esa base militar donde acaban de matar a la joven que hacía guardia nocturna y cometió la imprudencia de no esperar ayuda para investigar una puerta violentada. Comienza el misterio, arranca la investigación y el preboste Alan Caldwell (Connery), tendrá que tragarse su orgullo y su impaciencia cuando descubre que será un joven inspector (Mark Harmon), el mismo a quien castigó varios años atras cuando era policía militar y faltó al respeto a un superior, el encargado de averiguar sobre lo que en principio parece un simple robo. Pero, Peter Hyams sabe que la película hasta ese momento sólo alcanzaría a ser eso, la investigación sobre el asalto a un casino de oficiales, y necesita de otros elementos más agresivos que alimenten la crónica principal, como la rivalidad entre el preboste y el inspector, las relaciones del muchacho con la hija de Connery y la amistad de todos con ese oficial retirado que ganó una medalla en Vietnam y regresó carcomido por el vicio y la ambición. En medio de esa tensión aparece el espectáculo de una película muy bien contada, que sabe dosificar el suspenso, la violencia, los muertos, las escenas eróticas, las lágrimas y los sentimientos, mientras todas las piezas se van complementando y se llega a la conclusión reiterada de que un actor como Connery, es una maravilla de la naturaleza.
Por su lado, "Sospechoso" demuestra una vez mas cómo a su director, Peter Yates, le fascinan las historias donde la conciencia, la moralidad, la ley, la lealtad, las trampas financieras, las mentiras románticas y las perversiones políticas son los factores predominantes. Ahora Yates (en cuya carrera encontramos películas como "Los muchachos del verano", "Testigo en peligro" y "La casa de la calle Carroll") entra al mundo de los juzgados de la mano de una defensora pública a quien, en plena época navideña, la encargan de defender a quien nadie quiere ayudar: un sordomudo acusado de la muerte de una mujer encontrada junto a un desague. Aparentemente es un caso más, pero Yates sabe sacarle provecho a una situación insólita que se presenta cuando uno de los jurados, un joven abogado que se la pasa medrando en los pasillos del Congreso, decide ayudarla, dándole pistas, poniéndola en peligro, despertando la furia de jueces y políticos. Si el espectador no llega tarde a la función y cómodamente observa esa escena inicial, con el suicidio de ese anciano a quien la conciencia le pesa demasiado, entonces disfrutará de una de las mejores películas policíacas, con esa actriz, Cher, demostrando todo lo que sabe hacer, especialmente en esas escenas del juicio cuando simples detalles (que un hombre sea zurdo o diestro) se convierten en evidencias monstruosas. Los asesinos están de moda y estas dos películas demuestran los parámetros morales dentro de los cuales se mueve el cine made in Hollywood.