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DOS DUROS

Los escultores John Castles y Consuelo Gómez exponen lo mejor de su producción.

8 de enero de 1990

Tiene lugar actualmente en la Galería Negret una exposición que señala nuevos rumbos para la escultura en Colombia. Se trata de una muestra de John Castles y Consuelo Gómez, artistas cuya más reciente producción plantea originales salidas a la frustrante encrucijada en que se hallaba la creación tridimensional en el país, la cual parecía destinada, bien a seguir enfatizando la razón, la organización y la estructura según los postulados minimalistas, a bien a trasladar a pleno trópico el sufrido conceptualismo de Joseph Beuys.

Castles y Gómez, sin renunciar a preceptos fundamentales en sus respectivos lenguajes, como la contundente presencia física de las piezas y la omisión de todo exceso, cambian algunas nociones implícitas en su producción anterior y, al hacerlo, parecen haber roto finalmente el hechizo que mantenía a la escultura colombiana dando tumbos alrededor de una rigurosa geometría con frecuente desarrollo modular. Sus últimas producciones son claramente el comienzo de otra senda con nuevos y más amplios horizontes.

Ambos parten del minimalismo.
Basta recordar que Castles fue el primer artista que trabajó en Colombia el hierro sin pintar, influenciando definitivamente el desarrollo de la escultura en el país (Ramírez Villamizar y Vayda seguirían sus pasos), para comprender hasta dónde su trabajo giraba sobre sí mismo y se refería a su propia esencia. Por otra parte, la horizontalidad de sus piezas guardaba una estrecha relación con el paisaje industrial contemporáneo, mientras que sus formas encerraban, en cubos parcialmente insinuados, el espacio.

Pues bien, sus nuevas obras son de una categórica verticalidad, dando origen a sutiles alusiones antropomorfas y prestándose con sorprendente frescura a la metáfora. Son trabajos que crean un nuevo espacio para actuar, entre lo tangible del objeto y la apertura hacia el paisaje. Y son piezas en las cuales las consideraciones de volumen, incluso de volúmenes insinuados, han dado paso a un raciocinio primordialmente formal mediante una agresiva planimetría que cercena el aire con la fina incisión de una cuchilla.

La estructura de sus obras es ahora menos planificada, puesto que en muchos casos ya no está determinada por la unión a voluntad de dos o más planchas, sino por el comportamiento molecular del material ante la fuerza de dos prensas. Dicha técnica coincide conceptualmente con la apariencia más orgánica de sus nuevas obras, mientras que su geometría es ahora menos estricta, menos rígida, incluyendo planos curvos que le otorgan a las piezas una gran fluidez así como novedosas sugerencias de crecimiento y flexibilidad.

Las esculturas que presenta Consuelo Gómez difieren notoriamente de las de Castles, aunque también acusan un marcado viraje hacia la evocación. La artista trabajaba en esculturas que no sólo acentuaban, por medio de contrastes, las propiedades inherentes a sus materiales (hierro, madera y vidrio), sino que algunas se extendían literalmente sobre el piso, cubriéndolo y subrayando su contexto. Ademas, eran obras arregladas de acuerdo con un plan determinado y por lo tanto, encaminadas a rescaltar el orden, la estabilidad y la permanencia .

Sus últimos trabajos, en cambio no sólo tienen formas que remiten a objetos reconocibles como custodias y cencerros, sino que en algunos casos se trata de obras variables, cuya presentación cambia de acuerdo con el espacio disponible. Es decir, son obras que pueden arreglarse libremente, hecho que modifica su anterior definición de la escultura como construcciones inmóviles y definitivas. En uno de sus más recientes trabajos, una piedra de pulir vidrio rodea un circulo de vidrio en inequívoco gesto conceptual, mientras que otras de sus piezas hacen francas alusiones orgánicas, a las hojas, por ejemplo, e inclusive a algunos órganos humanos.

Es bien sabido que la "imagen expresiva" de una obra abstracta está en parte configurada por la respuesta subjetiva del observador, no siendo extraño que haya en la actualidad quien busque en la escultura la misma actitud exacerbada y abigarrada que prima en la pintura, o su facultad para contar historias. La exposición de Sastles y Gómez es un oportuno señalamiento de que, a diferencia de la pintura, que por naturaleza es ilusoria, la escultura puede sugerir, pero consiste básicamente en la disposición creativa de masas reales que existen en un espacio real, y que por lo tanto no tiene que decir sino que hacer.
-Eduardo Serramo .-