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DOS MOMENTOS

UNA MUESTRA DE SU OBRA EXPONE SANTIAGO IBAÑEZ

24 de septiembre de 1984

La nueva exposición de Santiago Ibáñez, abierta en la Galería Crecer de Unicentro, hasta el 31 de agosto, ofrece a todos los amantes de la plástica la ocasión de conocer dos momentos bien interesantes en la labor pictórica de este joven. Dos momentos aparentemente distintos en lo temático pero íntimamente ligados en lo constitutivo de una continuidad, demarcada por un afán de apropiación, de conocimiento y agotamiento en el ejercicio, de experimentación de una materia transmutada, mediante una sensibilidad a flor de piel y una imaginación sin ataduras, potenciada por las posibilidades siempre inagotables de la línea y el color en las manos, en el oficio de un creador sin treguas, sin facilismo, sin conformismos.
Quizá esa no tregua, ese tesón, ese conformismo, de esa búsqueda incesante y aprendizaje desmedido por todos los momentos de representación de la materia y de la herencia plástica, se erigieran en Ibáñez como uno de los méritos de su trabajo manifiestó en la frescura, la juventud, la vitalidad que transmiten al espectador sus cuadros.
En cada uno de los cuadros de la serie "Los cortadores" se asiste a una búsqueda de los elementos de lo esencial, del sentido oculto de las cosas que toca el hombre, de esa fuerza a veces desconocida para él mismo con que asume su destino, del sentido de cabalidad de sus actos, de los ademanes que le determina la vida en la praxis de una cotidianidad condenada a la humildad de un oficio. "La razón por la cual -apunta Santiago Ibáñez- yo no me apuré cuando en compañía de los pintores Carrizosa y Pizano viajamos a los ingenios azucareros del Valle para recolectar el material, fue porque quedé tan impresionado con la corpulencia y la fuerza y la capacidad de reto de esos cortadores de caña allí en medio de esa maraña por cortar y su afán por finiquitar, con tanto empuje, la faena de cada día, que decidí darme el tiempo suficiente para asimilar y aquilatar esta experiencia. Tal vez a esto se debió la demora; pero habia una necesidad de entender y pausadamente luego extraer de mí aquello que con el tiempo se me iba convirtiendo en una obsesión. Por eso, a lo mejor, haya ahí, en esos cortadores, algo de simbólico, de premonición en la historia de país".
El otro momento en esta exposición corresponde a los "Bodegones desnudos", en el cual el artista en ese peregrinaje, indagando lo esencial de la materia pero constante y fiel a una linea de perfectibilidad, se encamina a la búsqueda de la fuente de encuentro entre poesía y plástica, entre la sensibilidad de un lirismo poético y la belleza regocijante, placentera de una forma pictórica, que ya se le había visto incursionar con éxito en los "Teoremas urbanos". Si bien el tema elegido se encamina por la tradición de los bodegones siguiendo el dictamen de un tránsito de siglos, al saberlo perfectamente, la intención de lo innovativo de su búsqueda se propone concebir en la redondez, en vacuum de esas vasijas, de esos recipientes, de esas manzanas, de esas uvas, la suficiente dosis de sensualismo que transporte, mediante la tonalidad e intensidad, el retoque, el abultamiento del detalle, el juego y plasticidad logrados del uso del color y la línea, al regocijante y placentero universo del erotismo.