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El adversario

De las páginas judiciales francesas viene un drama sobre los secretos que mantienen unidas a nuestras sociedades.

Ricardo Silva Romero
12 de diciembre de 2004

Título original: L' adversaire.
Año de producción: 2002
Dirección: Nicole García.
Actores: Daniel Auteuil, Géraldine Pailhas, Françoi Cluzet, Emmanuelle Devos, Bernard Fresson, François Berléand, Alice Fauvert, Martin Jobert, Michel Cassagne, Joséfhine Derenne, Olivier Cruveiller, Nicolas Abraham.

El sábado 9 de enero de 1993, en la villa de Prévessin, a unos kilómetros del aeropuerto de Ginebra, un mitómano cuarentón llamado Jean Claude Romand asesinó a su esposa, a sus dos hijos y a su perro para que no supieran nunca la verdad: que estaba arrinconado por las deudas desde hacía mucho tiempo, que se veía con una amante en sus misteriosos viajes a París y daba vueltas por ahí cuando decía que estaba en la oficina, que no era ese médico ilustre que asistía a importantes congresos internacionales (no, ni siquiera había aprobado el primer año de medicina) ni trabajaba en aquel edificio imponente de la Organización Mundial de la Salud. Sí, no lo supieron nunca. Romand vio un video titulado Los tres cerditos, en la mitad de la mañana de aquel sábado, antes de dispararles por la espalda a los tres miembros de su familia. Ejecutó a sus padres al mediodía (su madre alcanzó a preguntarle "Jean Claude: ¿qué te pasa?" cuando lo vio con un rifle en las manos) para no matarlos de pena. En la tarde prendió fuego a la casa que había comprado con cientos de préstamos que no iba a pagar. En la noche trató de suicidarse, claro, pero los barbitúricos que se tragó estaban vencidos. Y las autoridades alcanzaron a rescatarlo con vida.

En julio de 1996 fue condenado a cadena perpetua por el asesinato de sus cinco personas favoritas. Ante la audiencia muda del juicio, con la seriedad que lo ha aislado desde niño y la voz baja que lo ha acompañado desde la adolescencia, aseguró estar preparado para el castigo, lamentó "el sufrimiento que nos acompañará del día a la noche" y pidió perdón a sus víctimas por haberles mentido esos últimos 18 años. ¿Qué más podía decir? Había preferido que se fueran del mundo con su versión maquillada de los hechos a que se dieran cuenta de quién era.

Más de 10 años han pasado desde entonces. Y las ficciones basadas en esos increíbles 'hechos de la vida real' han comenzado a llegar a las salas de cine: El empleo del tiempo (2001), La vida de nadie (2002) y El adversario (2002) pronto sólo serán las primeras, no tanto porque el caso seguirá siendo un relato policíaco inmejorable, un buen pretexto para reflexionar sobre los secretos que mantienen unidas a nuestras sociedades, como porque ninguna de las tres obras citadas -a pesar de todas sus virtudes- ha querido reconocer que para contar aquella historia no es necesario inventar ni una sola escena. Resulta difícil determinar cuál es la mejor versión hasta el momento. Pero quizás la más angustiosa sea esta, El adversario, protagonizada por el estupendo Daniel Auteuil, llena de imágenes sugerentes amparadas por la música de Angelo Badalamenti, basada en la novela que el francés Emmanuel Carrére escribió tras establecer correspondencia con el prisionero Romand, pues parece temerle un poco menos al personaje indescifrable que he tratado de presentar en este breve comentario.