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EL AMOR ES CRUEL

Por fin llega a Colombia "París, Texas", una de las películas más esperadas de los últimos meses.

13 de junio de 1988

Bajo el sol enceguecedor del desierto y las miradas de las aves de rapiña, un hombre llamado Travis camina ansiosamente. No tiene un rumbo fijo. No sabe ni quiere saber qué es lo que anda buscando desde hace muchos días atrás, atravesando autopistas solitarias, rozando moteles y estaciones de gasolina, observado por hombres y mujeres tan vacíos y solitarios como él. Avanza torpemente hasta cuando es rescatado misericordiosamente por un desconocido para quien el hallazgo es sólo eso, un rescate por unos cuantos dólares porque el suicida caminante tiene en los bolsillos una tarjeta con un nombre y una foto donde un letrero clavado en una estaca es lo único con vida.

De ahí en adelante asistimos al proceso doloroso y angustioso de descubrir quién es este hombre, Travis por qué busca la muerte, por qué voluntariamente ha renunciado a la palabra, por qué se deja conducir por ese hermano ansioso que va por él y lo lleva a una casa donde vive con esa mujer extranjera y el niño, su propio hijo a quien no veía desde muchos años atrás, cuando todo se vino abajo y las risas y la ternura que aún cabian en el cuerpo de esa otra mujer también desaparecen.

Travis es el protagonista de "Paris Texas", la película dirigida por el alemán Wim Wenders sobre el guión del norteamericano Sam Shepard, que luego de una larga espera llega a las pantallas colombianas. Para quienes conozcan la obra del dramaturgo Shepard, ganador de un Pulitzer y autor de una pieza de teatro, "Locos por el amor" (llevada al cine por Robert Altman, otro antisocial), no es sorprendente que un realizador tan inclinado a las miradas interiores y angustiosas como Wenders haya buscado a un escritor como éste, para quien la Norteamérica de los turistas no existe y en cambio se hace indispensable descubrir ese otro país portátil compuesto por desocupados, porteros, prostitutas ansiosas, maridos engañados, autopistas llenas de serpientes aplastadas, estaciones de gasolina hasta donde el viento arrastra las basuras, una Norteamérica que no está en las tarjetas postales y sobre la cual Hollywood poco quiere opinar. El personaje de Travis tiene relación directa con el amante enloquecido de la película de Altman, quien atraviesa también el desierto en busca de una mujer rubia y sensual y cuando se encuentran, apelarán a los golpes como única forma de de mostrarse su afecto.

"París, Texas", protagonizada por un actor extraño llamado Harry Dean Stanton (la mujer es Nastassia Kinski, bien dirigida, mesurada en sus gestos), es una historia de amor, desesperada y cruel, pervertida, masoquista, con una crónica narrada amorosamente, para angustia de algunos espectadores quienes no entienden por qué ese hombre insiste en recuperar a la mujer, por qué se somete a ese momento humillante en una casa de placer, cuando ubicados a ambos lados de un espejo y protegidos por las sombras y un aparente anonimato, dialogan, buscan las palabras que nunca usaron mientras vivían juntos, intentan rozar las heridas todavía abiertas, tratan de darle una explicación racional al fracaso de sus vidas y al final, descubren que lo único que les queda, tangible y valioso, es ese niño que espera en la habitación de un hotel.

Esta no es una pelicula divertida ni para entretener al espectador, es una prueba dura aun para quienes ya están acostumbrados a este lenguaje cinematográfico, que no hace concesiones y hurga hasta sangrar en la sensibilidad de ese público que se somete a la deliciosa tortura de presenciar un drama que, en el fondo, se parece a otros más cercanos.

Wenders y Shepard, apoyados en estos formidables actores y unos escenarios pelados, casi salvajes, indagan en torno a temas y preguntas que el cine había abordado tímidamente en otras ocasiones y lo hacen de una manera directa y casi ofensiva: ¿en qué momento se acaba el amor, en qué momento las palabras ya no sirven para comunicarse, cómo hace el uno para encontrar al otro que ha desaparecido, por qué las caricias y los gestos tiernos ya no significan nada, cómo hacer coincidir los temores, los riesgos y las ansiedades en medio de tantas tensiones? La película tiene las respuestas y cada espectador las acomoda a su infierno particular, el infierno del amor recuperado, perdido y recobrado de nuevo. --