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"El arte me permite escapar a la angustia"

Beatriz González expone en la Galería Alonso Garcés una serie de pinturas y dibujos que representan los diferentes rostros de la muerte en Colombia.

17 de noviembre de 2003

Pocas personas en el arte colombiano se han interesado tanto como Beatriz González por la historia y los sucesos cotidianos que la marcan. A través de diferentes técnicas, como esmalte sobre metal, muchas veces objetos de metal tales como camas, mesas, sillas y tambores de hojalata; tela de cortina para baño y también los tradicionales dibujos y óleos sobre lienzo, a lo largo de su carrera, que comenzó en los años 60, ha retratado la realidad del país con una mirada aguda e irónica, se ha burlado del poder y de los mitos sacrosantos del arte universal, pero también se ha dedicado a investigaciones muy profundas que la han convertido en una muy respetada historiadora y tal vez la persona que más sabe de arte colombiano del siglo XIX.

Desde Los suicidas del Sisga (1965), un óleo basado en el retrato que se tomaron un par de amantes poco antes de quitarse la vida y que ella recortó de un diario, hasta esta exposición, llamada Verónica, Beatriz González ha explorado las imágenes de la muerte.

La muestra está compuesta por la serie Lápidas, Identificación, Paisajes y Dibujos, inspirados en hechos violentos del pasado reciente de Colombia, y las series Verónica y Autorretratos a partir de mascarilla real, basadas en una mascarilla que ella misma se mandó hacer.

SEMANA: ¿Cree que los colombianos se han vuelto insensibles ante las imágenes de la violencia?

Beatriz Gonzalez: Creo que el hecho de que se repitan y se repitan estas imágenes de violencia todos los días ha creado en el espectador una insensibilidad. Me parece entonces que la labor del artista es -y siempre lo ha sido- despertar a quien ve sus obras. El artista debe tomar ciertos elementos de la sociedad y hacerlos imperecederos.

SEMANA: ¿Qué tanto la afecta estar expuesta a imágenes violentas?

B.G.: Todos los días estoy expuesta a imágenes y a noticias que me hacen pensar que no hay una salida para este país y esto me genera una terrible angustia. Pero el arte me permite escapar a esta angustia.

SEMANA: ¿De dónde nació la idea de trabajar sobre los rostros de la muerte?

B.G.: Yo siempre he trabajado el tema de la muerte. Pero esta exposición nació a partir de una que vino a la Biblioteca Luis Angel Arango hace poco y donde se exponían íconos religiosos. Lo que me llamó la atención de estas imágenes religiosas es que no eran tan perfectas pero tenían mucha fuerza y contaban historias que me impresionaron mucho. Luego, la verdadera inspiración vino de la 'Verónica de Cristo' (la manta donde está impreso el rostro de Cristo). Finalmente me dediqué a trabajar la imagen de mi propia muerte.

SEMANA: ¿Cómo representó su propia muerte?

B.G.: Me mandé hacer una mascarilla como la que les hacen algunos escultores a los cadáveres. Esta fue una experiencia muy fuerte porque sentía que no podía respirar, como si estuviera muerta en realidad. A partir de ahí, la mascarilla y los íconos religiosos se volvieron mis modelos. Más tarde estos dos se fueron mezclando con la situación del país, porque relacioné la Verónica de Cristo con los cargamentos de muertos que llevan los soldados. El resultado final es una relación entre mi muerte, la situación de violencia en Colombia y los íconos religiosos.

SEMANA: ¿Cómo logra hacer arte a partir de la violencia y la muerte?

B.G.: Lo hago a través del color. Yo siempre he creído que utilizar cierto tipo de colores trae nuevos significados. Cuando uno está pintando grandes dramas el hecho de utilizar ciertos colores se vuelve un símbolo. Esto es muy claro en los cuadros de Van Gogh y de Gauguin.

SEMANA: ¿Por qué utiliza fotografías y artículos de prensa?

B.G.: Yo siempre tengo recortes de prensa porque siento que la reportería gráfica es fundamental a la hora de hablar de la violencia.