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El mural 'In Our Hands', de Joel Bergner se encuentra en el campo de refugiados Za'atari y el 'Bote de migrantes' de Bansky es parte de 'Dismaland'

CRISIS

El arte y los refugiados sirios

Nadie ha reflejado mejor que los artistas el drama de los migrantes de Oriente Medio y África. Muestras de solidaridad se han hecho visibles en las últimas semanas.

19 de septiembre de 2015

La imagen de Aylan Kurdi conmocionó a artistas, diseñadores, ilustradores y fotógrafos. Tanto, que decenas de dibujos y montajes coparon las redes sociales en homenaje al niño de 3 años ahogado en una playa de Turquía cuando huía de la guerra de Siria.

Pero esto no es, ni mucho menos, lo único que se ha hecho desde el arte y la cultura frente a la crisis de los refugiados. En los últimos días ha aparecido toda una serie de trabajos artísticos que, aunque no han producido el furor de la imagen del pequeño Aylan, también tienen mucho para decir ante una situación que conmueve al mundo.

Uno de los que no dudaron en mostrar su solidaridad fue el enigmático Banksy, el grafitero británico famoso por su postura irónica y satírica ante todo tipo de problemas sociales. El artista callejero cedió el año pasado su nombre y su imagen para que uno de sus trabajos más famosos se adaptara como imagen principal de una campaña para apoyar a las víctimas del conflicto sirio. Así mismo, destinó un espacio en Dismaland –su parque temático– en homenaje a los africanos que llegan en pateras repletas y en condiciones infrahumanas a las costas del Mediterráneo, en busca de nuevas oportunidades en Europa y de escapar de las guerras de sus países.

La artista Bern O’Donoghue, indignada por la forma como el gobierno británico y los medios tratan a los refugiados, ofreció uno de los proyectos más interesantes. O’Donoghue hace barcos de papel de distintos tamaños y colores con mensajes favorables a los refugiados y los ubica en lugares públicos para que la gente conozca más sobre esta problemática. La artista le dijo a SEMANA que, además, su iniciativa no solo se propagó por las ciudades británicas: “He enviado barcos de papel a Grecia, Francia, Hungría, España, Estados Unidos, Alemania y Portugal”, comenta.

Tampoco se queda atrás el trabajo de Laura Genz, una diseñadora francesa que hizo más de 200 ilustraciones que reflejan las difíciles condiciones de vida de casi 1.000 personas que habitan los dos campos de refugiados más grandes de París. “No me interesa ganar plata con este proyecto, lo que se genera con la venta de las tarjetas postales con mis ilustraciones se destina a los comités de apoyo creados para estos campos”, le contó a esta revista. Además, se conformó un grupo de 222 artistas, diseñadores, cineastas y escritores que les exigieron a las autoridades de París ofrecer mejores espacios para los refugiados, con mejores condiciones de higiene y protegerlos contra grupos de extrema derecha que no desaprovechan cualquier oportunidad para intimidarlos.

A todo esto se le suma que la Bienal de Venecia abrió un espacio para artistas provenientes de Alemania, Rusia, Ucrania y Siria, entre otros, con un objetivo: reflexionar sobre la situación de las personas que a lo largo de la historia se vieron forzadas a abandonar sus hogares. Uno de los invitados a la exposición es el artista sirio Manaf Halbouni, quien quiere generar consciencia sobre la incertidumbre de aquellos que buscan, errantes, un nuevo hogar. Halbouni, que abandonó su país hace siete años para evitar el servicio militar y estudiar artes en Alemania –el país de su madre–, le dijo a SEMANA que no entiende cómo “muchos alemanes y europeos parece que olvidaron la historia, sobre todo el final de la Segunda Guerra Mundial cuando millones de personas perdieron sus hogares y buscaron refugio en otras ciudades”.

Pero no solo desde Europa se moviliza el arte para responder ante esta difícil coyuntura. En Oriente Medio, específicamente en Jordania, hay espacios en campos de refugiados en los que, esta vez, los propios artistas sirios toman la iniciativa.

El caso más visible se presenta en el campo de Za’atari, uno de los más grandes del mundo con más de 130.000 personas. Allí se conformó un colectivo de artistas sirios para relatar a través del arte sus vivencias frente al conflicto de su país, el momento en que les tocó abandonar sus hogares, la forma como su país se fue destruyendo de a poco.

Estos artistas aprovecharon también para hacer una serie de dibujos de los lugares históricos más importantes de Siria destruidos por grupos extremistas. Con esto resaltan la tradición histórica de su país, y su orgullo patrio. Les ha rendido tanto en su trabajo que hasta les alcanzó para montar varias ‘galerías móviles’ en todo el campo de Za’atari.

Igualmente se destaca el proyecto del artista estadounidense Joel Bergner, quien gestionó el apoyo de varias ONG y de la Unicef para hacer murales con niños y jóvenes sirios refugiados. Su objetivo: “Que sus mensajes lleguen a la mayor cantidad posible de gente en el campamento, por el internet y por los medios de comunicación”, como le contó a SEMANA. Bergner recuerda que lo motivó principalmente la historia de Eyub, de 11 años –uno de los mejores muralistas niños-, quien un día le mostró las quemaduras en sus brazos y sus piernas causadas por soldados sirios que lo secuestraron y torturaron cuando su padre desertó para ir al bando rebelde.

No menos interesante es la iniciativa de la artista británica Hannah Rose Thomas, en colaboración con la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur). Ella viajó por varios campos de refugiados en Jordania donde recicló varias carpas para que grupos de unas 30 personas pintaran sobre ellas todo lo que sentían. Thomas narró a esta revista que la impresionó que cuando la temática de las pinturas era la ‘esperanza’, vio dibujadas casas ardiendo, cadáveres y destrucción. Tampoco le dejó de llamar la atención que cuando pidió a varios niños pintar lo que más anhelaban, en su gran mayoría expresaron su deseo de regresar a su país. “Una gran cantidad de estudios demuestran la importancia del arte al momento de superar el trauma. Sin duda, se trata de algo que al final libera muchas cosas”, añade la artista.

Porque si en algo ayuda el arte en estas situaciones es en “humanizar y dignificar a los refugiados a través de imágenes contundentes, aunque no todas lo logran, pues algunas generan indiferencia y rechazo”, comenta la artista Ana María Rueda, quien ha trabajado con personas que sufrieron desplazamiento forzoso en Colombia.

Y es que las críticas no han faltado, especialmente con el caso de Aylan Kurdi, pues quedó la sensación de que algunos ilustradores se aprovecharon del furor del momento para hacerse populares. Eso, finalmente, no se sabrá a ciencia cierta. Pero sí es claro que el arte no deja de ser un poderoso medio de expresión para que los mensajes de los refugiados se escuchen cada vez más fuerte.