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EL BARROCO EN LOS LADRILLOS

Vuelve a los escenarios capitalinos el género musical que inmortalizo a Louis Amstrong.

21 de septiembre de 1992

No cabe duda de que el Renacimiento marcó la historia de la humanidad. Fue un período en el que los hombres liberarron su mente y se dedicaron a las letras y a la música de esos siglos. Para resaltar el trabajo de los grupos colombianos, el Teatro Los Ladrillos realiza esta semana el primer festival de Música Barroca y del Renacimiento, un género que tiene más seguidores a medida que pasan los días.

DE NUEVO BOGOtá va a verse inundada de saxofones, guitarras, teclados, saxofones y bajos. Es decir, de jazz. A partir del primero de septiembre, el Teatro Libre de Bogotá realizará el V Festival Internacional de Jazz, en donde se reunirán algunos de los más dignos representantes de este género musical. Será un encuentro de músicos y público. De intérpretes intérnretes v seguidores, guiados ambos por la atracción inevitable de ese ritmo negro que tomó fuerza a principios de siglo en Nueva Or leans.
Por quinta vez se podrán escuchar en escenarios colombianos las nuevas tendencias del jazz contemporáneo. Vendrán artistas de Estados Unidos, Francia, Cuba y, por supuesto, de Colombia.
Uno de los grandes invitados nacionales es Justo Almario, un artista que ha logrado combinar los sonidos del jazz con los sones nativos suramericanos, También participarán Ana María González, Oscar Acevedo y Orlando Sandoval. Estos últimos acaban de llegar triunfantes de Estados Unidos y ahora piensan presentar una novedosa combinación instrumental.
La gran atracción del festival será la presencia del cubano, Gonzalo Rubalcaba, considerado por la crítica internacional como uno de los mejores pianistas de jazz de la actualidad. Además los bogotanos tienen un buen recuerdo de este cubano, pues su participación en el pasado festival fue todo un éxito. Estarán también el norteamericano Jerry González y el francés Philippe Crettien, acompañado por el trombonista Bill Lowe. Todo parece estar listo para que se vuelvan a escuchar los saxos y se calienten, durante una semana, las tradicionales noches bogotanas.