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EL BESO ROBADO

Los cuidados de músicos y cantantes llegan a extremos tales que a un trombonista se le ha prohibido besar.

27 de febrero de 1989

Aunque parezca increíble, las pasiones amorosas y la buena mesa son dos trampas mortales, que pueden arruinar ciertas carreras musicales.

Ambos placeres, a juicio de algunos profesionales, hay que administrarlos dosificadamente y con "mañita", sobre todo en lo que concierne a cantantes y a los que interpretan instrumentos de viento (flautistas, oboístas, trombonistas, etc.), que deben cuidarse de cometer excesos.
Cualquier abuso puede arruinar una noche de gloria.

La legendaria Maria Callas, para muchos cantantes ha servido de dramático ejemplo. En su juventud no evitó pastas ni pasteles y el día que decidió cambiar su generosa pero poco atractiva anatomia por la figura de sus sueños, la esquelética silueta de Audrey Hepburn, es cierto que recuperó la belleza pero con cada kilo se le fue un poco de su voz. El resto lo acabó el apasionado amor que sostuvo con Aristóteles Onassis, cuentan las malas lenguas. La vida de un cantante, no cabe duda, es la más sufrida.
Muy poca comida y sin condimentos, nada de bebidas irritantes. Nada de licor. Nada de cigarrillo, adiós a las caminatas vespertinas, para esquivar resfriados. Pocas travesuras de alcoba, sobre todo la noche anterior al día de una presentación, y evitar hablar el dia del concierto. El tenor italiano Carlos Bergonzi, quien hoy, a los 64 años, conserva su voz de oro, el dia de aparecer ante el público no sólo no se mueve de su habitación, sino que con el mundo exterior se comunica por escrito para evitar desgastes de voz innecesarios.

No llegan tan lejos los cornistas, trompetistas o trombonistas, para quienes un resfriado equivale a un "apaga y vámonos". Pero teniendo en cuenta que los labios son el equivalente a las cuerdas vocales de un cantante, deben cuidarlos con celo para evitar heridas, quemones o hinchazones. Inclusive, el exceso de trabajo los puede llevar a verse incapacitados. En esto el célebre director de orquesta Arthur Nikish que conocía bien no sólo la particular sociología, sólo los problemas fisicos que aquejan al músico de orquesta, decia que a los intérpretes de instrumentos de viento habia que tratarlos con la misma suavidad que a una amante: "Son nerviosos, quisquillosos y de labios excesivamenle sensibles".

Ya flautistas como Jean Pierre Rampal, o trompetistas como Maurice André han enseñado la manera de trabajar con los labios los respectivos instrumentos, pero nunca alguien se había imaginado que dentro de las disciplinas de trabajo estaba descartado el besar. El primero que ha hecho pública esta confesión es el trombonista de la Orquesta Filarmónica de Londres, Mike Hext, quien ha declarado que en lo sucesivo se abstendrá de besar apasionadamente, ya que esta práctica arruinaria totalmente su carrera. Por fortuna, su esposa supo entender 105 motivos: ella es flautista.

Según el músico, besar con excesiva pasión puede ocasionar serios problemas en los labios y, para evitar incumplir en la orquesta con la calidad que se le conoce como interprete, ha decidido reservar este placer para sus días de vacaciones. Es decir, el músico se ha impuesto un regimen que sólo le permite besar 25 dias por año porque lo que cuenta es la calidad mas que la cantidad. El anuncio resultó divertido para la mayoria, pero la prensa, siempre a la caza de excentricidades, decidió darle gran despliegue a este hecho de excesivo profesionalismo. Esto motivó que los directivos de la orquesta, que vieron en este ,esto un caso ejemplar, procedieran de inmediato a colocar en la cartelera de la orquesta una declaración de apoyo al buen sentido de Hext, insinuando al resto de músicos que tal ejemplo debería ser tomado en cuenta por los demás.

Pero el anuncio no se quedó ahi. Al observar Hext el eco publicitario que habia tenido su actitud y los muchos puntos que habia alcanzado en popularidad, musical, por supuesto, procedio a anunciar que acababa de asegurar sus labios por una cifra archimillonaria .

Bien se sabe que los grandes músicos del mundo tienen asegurados no sólo sus instrumentos, sino sus manos, asi como las grandes bailarinas sus piernas y sus pies. Lo que no se sabía era que un músico hubiera asegurado sus labios. Y vaya a saberse si la decision de no volver a besar surgio espontáneamente o fue imposición de la compañia de seguros que, para curarse en salud, hizo una lista de prohibiciones que resultó más extensa de lo que cualquiera hubiera podido imaginar. Lo único cierto es que en Londres está de moda asegurarse los labios. Falta ver qué nueva moda, en lo que a músicos asegurados respecta, se impondrá ahora. Nada de raro tendría que una percusionista asegurara, no sólo sus platillos sino sus oidos. -
Maria Teresa del Castillo --