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El diario de Manuelita

Un investigador ecuatoriano alega haber descubierto el diario perdido de la amante del Libertador. Revuelo entre los bolivaristas y polémica sobre su autenticidad. SEMANA publica algunos apartes.

19 de julio de 1993

LOS HISTORIADORES QUEDARON ASOMbrados al conocer la noticia. En México, en enero de 1993, el investigador ecuatoriano Carlos Alvarez Saá había lanzado impreso al mundo el diario íntimo de Manuelita Sáenz, la heroína quiteña que conformó con Simón Bolívar una de las parejas de amantes más famosas de la historia universal.
Hasta ese momento, todos los especialistas coincidían en que el día siguiente a la muerte de Manuelita, quién falleció en Paita, Perú, en noviembre de 1856, víctima de una epidemia de difteria, la totalidad de sus pertenencia fueron echadas a la hoguera por temor a que se siguiera propagando la enfermedad.
Lo que nadie previó fue que apareciera Alvarez Saá con lo que puede ser un descomunal descubrimiento histórico: el diario Intimo de Manuela Sáenz. Alvarez Saá asegura que el día de la quema dela casa de Manuelita, apareció en Paita el general Antonio de la Guerra, quien antes de que se le prendiera fuego a la casa logró rescatar un cofre repleto de documentos íntimos de la heroína.
No existe ningún rastro del recorrido que tuvieron los documentos durante los más de 130 años que han pasado desde entonces. Lo cierto es que, según Alvarez Saá, llegaron a sus manos luego de una ardua labor por recuperarlos. El resultado es el libro Patriota y Amante de Usted, recién llegado a Colombia, el cual reproduce los documentos inéditos de Manuelita, entre ellos el diario de Quito cuando entabló relación con Bolivar, y el de Paita, donde pasó sus últimos años.
La publicación del diario íntimo de la amante del Libertador ha causado revuelo no sólo por su contenido sino por las dudas suscitadas sobre su autenticidad. El presidente de la Academia de Historia del Ecuador, Jorge Salvador Lara, reconoce que, en este tipo de hallazgos "es mejor andar con pies de plomo, porque es probable que el diario sea simplemente un manuscrito apocrifo". Alvarez Saá sostiene que los documentos son auténticos, aunque los originales no han sido dados a Ia luz pública.
A pesar de que en el libro se invita a los investigadores a revisar tanto los manuscritos en el Museo Manuela Sáenz, en Quito, como los certificados de autenticidad expedidos por el Instituto de Patrimonio Histórico del Ecuador, lo cierto es que, según Salvador Lara, el museo está en proyecto y el Instituto de Patrimonio Histórico no suele firmar certificados de tales características.
Uno de los biógrafos de Manuelita más eminentes de Suramérica, Alfonso Rumaso González, rechaza de plano la autenticidad de los documentos. Sin embargo el debate apenas empieza. Y es probable que los historiadores inicien la tarea de verificar la autenticidad de un diario, que de ser verídico, removería los cimientos de la historia americana.

EL DIA QUE CONOCI A BOLIVAR
JUNIO DE 1822
Vino a visitarme en la tarde del 16 personalmente don Juan Larrea para prevenirme de una invitación al baile en honor de S.E. el Libertador Bolívar y que se celebraría en la mismísima casa de don Juan: a lo que me dispuse inmediatamente, mandando la vajilla y arreglos de flores tal como se me pidió en colaboración de parte del comité de recepción.
Mi madre y yo llegamos junto con Jose María al baile, casi al filo de las ocho, en seguida fuímos atendidos por un paje que nos condujo hasta el salón y donde don Juan Larrea nos recibió de manera muy entusiasta, tomándome del brazo luego de haber saludado muy cortesmente a mi mamacita, me llevó hasta el sitio donde se hallaba su excelencia sentado al fondo del salón y al centro bajo un dosel preparado para él y lujosamente adornado con el tricolor de seda que fuera obsequio de la família Orellana.
A S.E. Bolívar se le veía conversando muy amenamente con sus vecinos, acompañado de sus generales y edecanes.
Al vernos que nos acercabamos se levantó disculpándose muy cortesmente y atento a nuestro arribo se inclinó haciendo una reverencia muy acentuada. Mi corazón palpitaba al estallarme cuando de don Juan Larrea escuché:"S.E. es para mi halagador presentarle a la señora Manuela Sáenz de Thorne". S.E. Bolívar me miró fijamente con sus ojos negros que querían descubrirlo todo y sonrió.
Le presenté mis disculpas por lo de la mañana y él me replicó diciendome: "Mi estimada señora, si, es usted la bella dama que ha incendiado mi corazón al tocar mi pecho con su corona. Si todos mis soldados tuvieran esa puntería yo habría ganado a muchos todas las batallas". Me avergoncé un poco, cosa que S.E. notó al instante y disculpandose, me tomó de la mano invitándome a bailar una contradanza, luego un minué que aunque aborrezco, acepté encantada; para luego seguir con otra contradanza que nos dió la oportunidad de hablar, luego un vals muy suave que nos hizo muy románticos. Todas las parejas pararon para ver bailar a S.E. Bolívar, pues tiene fama de excelente bailarín; aplaudiendonos, cosa por la que me puse muy contenta.
S.E. me apartó luego para decirme: " Señora, me dijo; insisto en que usted ha tocado hoy justo en mi corazón. Su belleza es el mejor regalo que un héroe puede recibir, pues su encantamiento se halla en su agradable vivacidad: es forzoso entonces el que yo manifieste a usted el motivo real de mi alegría: me encuentro fascinado de usted por no decir enamorado". De usted y de la Caballeresa del Sol. Quien hubiera sabido que en esta ciudad se encontraba precisamente la poseedora del Crisol donde debo fraguar mis sentimientos. Su arrobadora belleza hace que cualquier hombre transgreda los más caros principios de la fidelidad y del respeto. Permítame usted el que yo, su humilde admirador, haga uso de esa maravillosa transgresión" .
Aunque muchos hombres me han lisonjeado, nunca hubo uno con tal osadía, pero que en sus palabras no salían sino fragancias de una caja de música. ¡Yo, acepté encantada! y descubrí desde aquel mismo momento que el hombre venía sólo, pero que traía consigo mi felicidad, esa que yo no conocía hasta ahora.
S.E. Bolivar no paraba en hablarme y lisonjearme presentandome a sus generales, advirtiéndoles de antemano que yo estaba comprometida con él y con la causa; les decía que yo era la realización de sus sueños, la compensación a sus desvelos por la Libertad, etc., etc., etc.
Todos ellos respondían a una que S. E. bien merecía tal halago por ser de lo más exquisito para los heroes, cosa que me dejaba perpleja.
Me tomé la libertad de hacerle bromas a S.E. las que le encantaron diciendome que yo tenía la habilidad y el genio de hacerlo reír, lo que otros no lograban facilmente. Entre estas bromas le pedí que el "ridículo", minué (ya pasó de moda en Europa), en especial debía grabarse como recuerdo perdurable de nuestro primer encuentro. Se rió a carcajadas muy sonoras y caracterizándose me dijo, que para mi satisfacción (siempre hablándome de mi belleza), mis palabras eran órdenes que iban a ser cumplidas inmediatamente.
En el intermesso se sirvió un espléndido ambigú que todos los presentes disfrutamos a plenitud con fervoroso apetito y que dió lugar a que S.E. agradeciera tal distinción de Honores, sientiendose como lo expresó ¡Quiteño de corazón y, comprometiendose en dejar un sucesor suyo en estas tierras! Al concluir esto por supuesto arrancó los más vivos aplausos que me ruborizaron al máximo pues, todos conocen mi condición civil (aunque no conviva con James).
A partir de este momento, todos sus generales se dirigían a mí con profunda admiración y respeto que, no dejaba de incomodarme puesto, que quería tener también de ellos su confianza.
MANUELA

JUNIO 22 DE 1982
Yo no sé que me pasó, pero me sentí liberada de James, y en cambio retribuida en la gloria de este señor S.E. Simón Bolívar que, se ha fijado en mí y que me hace sentir la vida intensamente.
(Prosigo el relato del 16).
Para el segundo entreacto se dispuso una compañía de teatro que había venido desde Ambato, representando una comedia cuya sátira al poder español en retirada, se confundió con la magnanimidad de S.E. el Libertador y Presiente Bolívar y del Ejército Colombiano; que terminó con un colofón de la República. Esto encantó a S.E. por ser de criollos la compañía, y ordenó que les pagaran muy bien y les atendieran a los integrantes en todo cuanto se requiriera para el desarrollo de estos actos dramáticos.
He comprobado que S.E. es un bailarín consumado e incansable, pues cierta mente baila con verdadera destreza; habilidad que según él, es la mejor manera de preparar una estrategía de guerra. (Esto lo dijo sonriéndose). No quise quedarme corta y para descollar por lo menos en algo, a la altura del conocimiento de este señor, empecé hablándole de política, luego de estrategias militares (mi parecer lo tenía embelezado).
Entonces me cortó y empezó a recitarme en perfecto latín a Virgilio y Horacio. Hablaba de los clásicos como si los hubiera conocido.
Yo lo miraba y escuchaba entusiasmada y cuando tuve por fín la oportunidad le respondí dándole citas de Tacito y Plutarco, cosa que le llamó mucho la atención quedándose casi como mudo y asintiendo de mis pobres conocimientos, con la cabeza y diciendo "Sí, si, si eso es; si, sí, sí", y repetía; entonces se puso muy erguido y yo pense que se había enfadado, pero sonriéndome me pidió el que era urgente le proporcionara todos los medios a fín de obtener una entrevista conmigo (y muy al oído dijo: encuentro apasionado), pues que sería yo en adelante el símbolo para sus conquistas y que no sólo admiraba mi belleza sino también mi inteligencia.
MANUELA -

EL DIA QUE ME ENAMORE
JUNIO 22 DE 1822 Me dí perfecta cuenta que en este señor hay una gran necesidad de cariño, es fuerte pero débil en su interior de él, de su alma donde anida un deseo incontenible de amor.
S.E. trata de demostrar su ánimo siempre vivo pero, en su mirada y su rostro se adivina una tragedia. Me comentó de que se sentía en el cenit de su gloria de el, pero que, en verdad (y esto lo digo muy en serio) necesitaba a alguien confidente y que le diera seguridad.
S.E. me pidió que lo acompañara al Cuartel General donde su ayuda de cámara el señor José María Espinosa a quien caí en gracia (este señor es pintor además de soldado), realizaba un retrato en la arpillera, con marco ovalado del busto de S.E. con una inscripción a la bóveda: S. E. el Libertador y presidente de Colombia en la plenitud de su gloria. Cuando S.E. me lo enseñó, sus facciones cambiaron y tuvo como un resplandor en el rostro que se le combinó con sus palabras: "He aquí (me dijo, señalando su retrato) al hombre en la plenitud de su gloria guerrera; el orgullo de América es el haber procreado al más grande libertador de todos los tiempos, mi gloria ha conquistado los límites del hemisferio y desde el Caribe hasta la Mar Océano de Balboa, mi sombra les cubre".
Me di cuenta de que este señor sentía mucha seguridad ante su propia efigie; tal como ocurre con todos los grandes hombres que, su ánimo se ve respaldado en su ego, hasta que encuentran el apoyo que les proporciona el valor para emprender nuevas y más audaces empresas.
Pienso que una mujer no sólo debe trastornar a un hombre con su belleza sino, dedicarle toda su atención, en vista de tal vez una intuición, más fina que procura ver todo con la realidad, de los aconteceres y el tino de poder seducir con mejores armas al enemigo con solo un guiño. Siendo caprichosa como en efecto lo soy, no me limito a tal conducta, por el contrario advierto la necesidad del sacrificio y hago méritos por imponerme una actitud de atención a toda prueba.
Sé que este señor me necesita, lo se, y yo también a él; ambos formamos un círculo de sentimientos donde la seguridad va en busca del refugio del otro. Lo que sé hasta ahora me dice que tengo razón y que mi madurez da la suficiente garantía para que un hombre como de la valía de S.E. se fije en mí.
Soy por temperamento informal pero, en tanto se me requiera de mi informalidad asisto sin ambages, agrupando mis cualidades a una potencia de servicio y obra. Soy ambiciosa y me compromete la libertad. A qué un pajarillo enjaulado? un zorrillo encadenado; el venado corre cual saeta veloz por los prados y desconfiado vaga por los montes atento del ataque del tigre.
Así es mi desconfianza que, en unos no es más que la forma de negarse a servir y en otros (mi caso), la necesidad para sobrevivir. Sé que con este señor llegaré a la cima. Daré mis conocimientos (escasos), mi vigor y mi carácter así como mis sentimientos, mi existencia si fuera necesaria. Mi vida será arrastrada por su gloria y suyos serán en sus días aciagos mis consuelos.
Y bien; nos hicimos cita clandestina, que no lo fue para nadie. Esto a los dos no nos preocupa, pues solo se trata de la carcoma que impide a los débiles un desenlace en dos almas correspondidas.
Un poco pasar desapercibidos la maledicencia y las comidillas y las preocupacioes sociales; son la determinante para acabar con ese gusano de envidia malsana. Si mi determinación de atender a este señor motiva tales, no son más que el egoísmo por no verse involucrados en persona en tal destino.
Las reuniones y fiestas por doquier. Qué derroche de alegría y júbilo. Soy mujer y joven; apasionada, con mucho abandono del miramiento social que a mi no me incumbe; mi ingenio es mi intuición y me siento muy, pero muy enamorada. De verdad mi querido diario !!! MANUELA

EL GARZAL a 23 de 1822
Estoy escribiendole a S.E una docena de esquelas, haciendo más deliciosa la espera y más acuciante para el la venida. El éxito de una mujer está en su gracia y en su ingenio a más de su belleza que trae como el almibar de las flores a los pajarillos que se deleitan con su néctar.
La hacienda está repleta de mangos, naranjales, plataneros que parecen manos gigantescas; palmeras y cocoteros caimitos dulces y palaciegos. Todo aquí es llamativo, los colores de las flores y de las mariposas, el canto de madrugada de las aves, el estrépito de los caballos cuando entran en la cuadra y el roncar de "Ruperto", un inmenso caimán creado desde pequeño y dócil. Todo entonces invita al regocijo del amor y de la aventura.
S.E. ha enviado a sus edecanes y algunos oficiales para aprovisionar todo y resolver asuntos concernienes a Ia instalación de su despacho. Un Cuartel se estaciona aquí como Cuartel General a fin de coordinar todo el archivo, correspondencia y afines de la guerra y Estado. Presiento que S.E. va a tener mucho trabajo y como pueda, yo he de sacarlo de allí para que su alma y su cuerpo tengan un descanso en armonía con mi esperanza de disfrutarlo todo como siempre he soñado. Tal vez sea una pasión desbordada, tejida en la locura sensual de mis...
Que felices fuímos. Yo me regresé a Quito y S.E. partió a Cuenca.
MANUELA.

EN PAITA:
MEMORIAS DE ESE AMOR Agosto de 1843
Nunca permití que Simón pensara en nuestro amor como una aventura; colmé de mis favores y mis apetencias y casi olvidó acostumbrado flirteo don juanesco. Además había en los dos emoción y dicha que no se destruiría jamás, que serían perdurables hasta el fín. Amar y ser amada intensamente.
El por su parte halló en mí ¡Todo! Y yo lo digo con orgullo, fuí su mejor amiga confidente. Para unifica pensamientos, reunir esfuerzos, establecer estrategias. Dos para el mundo. Unidos para la gloria, así la historia no lo reconozca nunca.
Y de que yo se reirme de mi misma ¡Basta! en qué quedaron los carísimos vestidos? las numerosas joyas? estoy harta.
Que fueron de esas visitas de cortesía en mi casa? nada había en las mujeres que no fuera hablar, coser cadenetas y bordados de encajes. Yo mientras tanto leía. Me entusiasmaba mucho leer. Los hombres con que galanteria. ¡Ah! que tiempos mi mantilla de Manila. Y los celos estúpidos de James. Solo desprecio por este pobre hombre. Lima -visitas fiestas, paseos, invitaciones, bailes, ostentación de riqueza y del amor? Que?
Galanteos, derroche de riqueza y de alegría, de refinamientos, de placeres, de holgura:¡Ah! vivir la vida. Eso fue? Yo aquí estoy desorientada. O loca? No. Jamás ¡Jamás! De mi mente, el pensamiento de haber participado en logros de la república a fin y bienestar de los ciudadanos.
A veces la fuerza fue necesaria; debido al rigor de mi carácter impulsivo, me impuse en cuanto era menester, para el bienestar de la república y de S.E.
Yo tuve razones muy poderosas para unirme a él; convicción de patriota; juntos, a costa de todo. Mi firmeza y mi carácter, debido a que estaba convencida de que Simón sería el único libertador de América, el único en la historia del mundo, como libertador de una nación grande y soberana.
Cuando surgió el asunto de Guayaquil, yo ya conocía bien al General San Martín, y usé mi amistad con algunos de sus devotos; especialmente con Rosita, para averiguar cosas necesarias a la causa de la anexión de Guayaquil a Colombia.
Convencida como lo estaba también el Libertador y presidente, de que Guayaquil era completamente del territorio de Colombia, le aconsejé que no permitiera que esa provincia se separara de su patria madre, y de no permitir que los peruanos intentaran mutilar este pedazo de suelo Colombiano.
Le manifesté a S.E. que yo conocía muy bien la debilidad del señor General San Martín, que me había condecorado como "Caballeresa del Sol", Simón no permitió que yo le hablara de esas debilidades. Por el momento. Pero luego muy preocupado me preguntó: Sabe usted señora con qué elementos puedo, de su intuición de usted, convencer a este señor General, de que salga del país sin alboroto, desistiendo de su aventura temeraria de anexar Guayaquil al Perú? Entonces yo le contesté: "Vaya usted en persona e impresione a esos indecisos, acójalos bajo su protección de la República de Colombia y encarguese Ud. mismo del mando militar y político de ese puerto y de su provincia". A San Martín le interesa Guayaquil; claro pero no lo merece. El es ceñudo, está siempre preocupado por la responsabilidad de él. Más parsimonia no se halla en otro cuando habla. Es flemático (metódico), lo mismo que cuando escribe. Además es masón (yo hasta aquí no sabía que Simón también). Además de todo, el General San Martín es ególatra y le encanta la monarquía, y es mojigato. Disponga entonces usted de cualesquiera de estos atributos, además, de que el presentará la dimisión por su propia cuenta.
Así que mi señor General y Libertador fue a Guayaquil. Se encontró con el protector que se quejó de que los oficiales de S.E. le recibieron con un saludo de bienvenida a Colombia, además de que no soportó ni la conferencia ni la fiesta (se preparó gran alboroto con ese fín). Pues este señor es seco y sombrio. Y se retiró con su ambicioso plan.
Simón prometió de que al volver a mí, sería de toda mi propiedad.
Luego "El Garzal". Amor y placer que no conocía. Paz y dicha que no tuve. (nunca antes).
Ya he dicho una y mil veces. Mi interés en mi país es ser Quitena. Muy Quitena fuí desterrada para la infelicidad de mi país. Estoy aquí sola y desamparada. Aunque mi orgullo me lo niegue no queda ya más; nada más y punto.
MANUELA

SANTANDER, UN MISERABLE
Me dí cuenta como Santander no quizo nunca ayudar a Perú. Esperaba que los peruanos hicieran solos la revolución y la guerra a los godos; el quería ocuparse solo de la Patria. Sin más complicaciones, sin más obligación, por América. Quería que se le eligiera presidente, para ejercer sus propias leyes, pues deseaba regular todo y enviar "al loco del libertador al diablo". Por eso lo pensó todo, incluso costó mucho - trabajo la indiscreción de un partida- rio suyo. Había dicho: "Dejemos que el Libertador se pase al extranjero, al Perú sin autorización; a fin de cuentas hace lo que le da la gana. Así será como el Congreso podrá librarse de él y de esa astuta mujer que es su compañera fiel; no le enviamos tropas, ni pertrechos, se joderá la cosa y no sabrá que hacer ya; sin gobierno ni mando".
Inmediatamente le di el informe a S.E. y le rogué de que no escribiera cartas desde Perú, al menos que no las datara con lugar parecido de esos sitios, sino que les cambiara esos lugares por otros de fuera de Perú; para que así no diera ocasión al miserable de Santander de que le quitaran el mando. Por eso fusilé a esa sabandija! -