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EL ETERNO FEMENINO

A cinco años de su muerte, el recuerdo por Dario Morales permanece intacto.

3 de enero de 1994

A LOS 14 AñOS YA pintaba como si fuera el heredero de Picasso. Los bodegones, los cuadros con minotauros y las figuras geométricas de sus prematuras exposiciones así lo confirmaban. Y era raro que un adolescente comenzara por el final, es decir, pintando cuadros abstractos para retornar en el camino de su vida a la más pura expresión clásica.
Era raro. Pero es que todos coincidían en que Darío Morales poseían un talento incontenible, capaz de captar al vuelo la esencia de cada escuela, cada movimiento, cada instante prodigioso de la historia del arte. Mientras muchos pintores de su generación intentaban, a base de trabajo, que el talento saliera expulsado de las profundidades del espíritu, Morales te- nía que detenerlo, controlarlo a fuerza también de trabajo para conducirlo por los a senderos que se proponía y lo que lo llevaron a producir esos magníficos y sensuales desnudos femeninos que hoy toda Colombia identifica.
A cinco años de su muerte prematura El Sello Editorial ha querido rendir homenaje a uno de los más grandes artistas colombianos con la publicación del libro Dario Morales, en el que se ve representada la más completa recopilación del trabajo del artista cartagenero -tanto en pintura como en escultura-, a lo largo de su acelerada carrera.
Con textos de los críticos Eduardo Serrano, John Stringer y Fabio Giraldo. el libro invita al lector a sumergirse en el quehacer artístico de Darío Morales; y a entender un poco más de su obra,
dee su sentido creativo, de su evolución hacia mejores formas de expresión mediante la pintura y la escultura. En última instancia, el lector entiende cuán alejado estaba Morales del simple realismo fotográfico que algunos criticos le reprochaban. Incluso con las mismas palabras que utilizó el artista para explicar su visión de la pintura y que se hallan reunidas al final del volumen.
Detrás de su acercamiento al realismo y a la fotografía hallaba el alma de Darío: "En mí la idea del realismo responde a un senti- miento mágico. Me sucede igual que el hombre de Lascaux cuando quería cazar al bisonte y al ciervo; los pintaba en el fin de apoderarse de sus espíritus (...). Mi caso es el mismo: soy ante el realismo como lo era el hombre primitivo, pero también lo siento en su sentido estético. Si intento interpretar la vida es para dominarla y poder extraer de ella lo que más deseo. Al hacer el desnudo, lo que quiero realmente es acariciarlo, jugar con sus formas, poseerlo ".
Por eso cuando murió, Darío Morales había de confirmar una vez más su caprichosa manera de ir al contrario de sus contemporáneos, que buscaban imágenes más allá de la realidad.
Si lo normal era que su cuerpo quedara mientras su alma emigraba hacia otros confines, sucedió al revés: su cuerpo fue el que se escapó; su alma quedó en sus cuadros, en la Tierra.