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EL FIN DE LA AVENTURA

A los 86 años, Graham Greene inicia su camino hacia la inmortalidad.

6 de mayo de 1991

LA MUERTE DE GRAHAM GREENE ES Y NO ES, AL MISMO TIEMpo, una muerte verdadera. Lo es, si se atiende un parte médico. Pero no lo será nunca si se entra a una librería.

Veintiuna novelas, siete libros de cuentos, cinco obras de teatro, cinco guiones para cine, un libro de poesía y 17 libros de ensayo constituyen un conjunto trascendente que lo convierten en otro inmortal de la literatura. Y no por las cifras, sino por la profundidad de esa obra literaria desarrallada a lo largo de 50 años con una transparencia y un vigor sin iguales.

Heredó sin duda de Stevenson, de Conrad y de James el interés por lo humano, el problema de la naturaleza de la moral, una visión épica de la existencia y el gusto por llevar estos asuntos, antes que al relato de tesis filosófica, al estilo recio y realista de la vida aventurera.

Su primera novela, publicada en 1929, a los 25 años, es una narración de tipo histórico y su asunto gira en torno a la traición de un grupo de contrabandistas de principios de siglo XIX. A partir de entonces el autor inglés va definiendo sus personajes con perfiles cada vez más acusados de aquellos seres desarraigados y marginados, que llevan una existencia errática.
Entre ellos aparecerá el mal y el personaje que lo encarna como héroe. Pero si el mal aparece es para darle a sus personajes en algún momento crítico de la existencia el discernimiento, con el cual llegan a diferenciar en profundidad lo bueno de lo malo.

Graham Greene tuvo un ojo infalible para descubrir en la trama de la historia de su tiempo los explosivos problemas del mundo a punto de estallar. Esto significa que sus novelas poseían el interés que les daba el tema inmediato. Le dio Greene a la novela un carácter periodístico, lo cual constituye una parte determinante de su fuerza como escritor.

Pero hay algo más, y es su gran instinto novelistico y su extraordinaria pericia como narrador. Desde la primera página sabe cómo capturar al lector en su trama de intriga y, sobre todo, sabe de qué manera excitar y mantener su apetito por la historia que le está relatando. Por eso en Greene era tan importante el uso del detalle, como la manipulación del suspenso y del humor.

La lucha entre una visión materialista y una concepción idealista acerca de la existencia fue intensamente proyectada por Greene no sólo en términos de gracia como condición necesaria para una vida con sentidos sino que llevó al plano ideológico esta distinción.