Es absolutamente imposible escribir en serio sobre "Les Luthiers". Suena hueco. Sin embargo, todo el mundo ha intentado escribir la misma nota humorística y un poco en clave, que llega sólo a quienes conocen minuciosamente su producción musical y deja por fuera a todos los que creen que "Les Luthiers" es un producto farmacéútico. Bien, por una vez, para aquellos seres humanos que no conocen al dedillo el disco "Luthierías", ni tienen una grabación secreta de cierta noche en que el conjunto ejecutó en privado fragmentos de una obra inédita, sería bueno explicarles quiénes y cuántos son "Les Luthiers", en dónde y cómo nacieron, qué es lo que hacen y cuáles son sus principales obras.
"Grupo cómico musical argentino, de gran éxito en Hispanoamérica, se presenta en segunda gira por Colombia. Su espectáculo, estrictamente teatral, ha alcanzado sin embargo notoria difusión a través de discos y casetes que recogen la parte sonora de sus actuaciones. 'Les Luthiers' han creado también obras musicales de concierto tales como óperas, cantatas y sinfonías, que exigen para su ejecución orquestas y coros que habitualmente se suman a los 'instrumentos informales' fabricados por los propios artistas", sería un ejemplo de "nota seria" sobre el grupo.
Pero ¿qué más podés decir de "Les Luthiers"? Que son simpáticos, que son querendones (de acuerdo a la letra de uno de sus números)... No. De "Les Luthiers" se puede decir aún que se conocieron en 1960 y nacieron cinco años después. Vieron la luz (la luz eléctrica) en la provincia de Buenos Aires, el año de gracia de 1965, cuando produjeron su primera y más vasta obra: la Cantata Laxatón. Con casi media hora de duración, la Cantata describe musical y coralmente las cualidades de un producto diurético. La letra de la partitura corresponde exactamente a la del prospecto farmacéutico de la droga y para la última versión fue necesario agregar un tenor y una voz femenina al grupo original.
Como en todo proceso de genialidad, las cosas fueron al revés: a lo largo de diecisiete años sufrieron un proceso que los llevó de esa larga obra digestivo-polifónica, a la composición de canciones para el célebre cantante popular Huesito Williams, émulo en su época de Enrique Guzmán y actualmente seria amenaza para Julio Iglesias. De Huesito Williams se dice que sigue grabando (por desgracia) en los estudios Criteria de Miami.
Pero decir que "Les Luthiers" son un grupo cómico musical es impropio. Son humoristas de la música, que es más exacto. Han mostrado un espectáculo teatral, un music-hall, una parodia al music-hall, una producción con ficha técnica tan grande como la de cualquier comedia de Broadway.
PIANO CON RETROVISOR
En efecto. Los seis "luthiers" que aparecen en escena finamente vestidos de etiqueta, tienen detrás a once personas más, entre luminotécnicos, sonidistas, auxiliares de escena y un "luthier de Les Luthiers".
El séptimo "luthier" que no aparece en escena se llama Carlos Iraldi. Es el hombre que materializa las ideas sobre nuevos instrumentos que tienen los demás. La parte principal del espectáculo, casi su razón de ser, son los instrumentos informales que, al contrario de lo que pudiera pensarse, salen de una cuidadosa investigación musical y una labor artesanal minuciosa. Aunque el grupo tiene docenas de instrumentos, los más conocidos son:
Latín: pequeño violín cuya caja de resonancia está hecha con restos de lata de sardinas. El latín tiene un sonido puro y muy peculiar, además de una versatilidad tan grande como el instrumento original. Lo toca Carlos López Puccio, luthier de cabellos ondulados y plateados que recientemente demostró en su "Ciclo de Sonatas Op.17" que el latín suena tan bien como un Stradivarius.
Chelo Leguero: violonchelo cuya caja de resonancia ha sido reemplazada por un tambor leguero, instrumento típico del folclor argentino. Generalmente lo toca Carlos Núñez Cortés, el más joven de los luthiers, experto en instrumentos de cuerdas.
Piano con retrovisor: exótico instrumento que de vez en cuando utiliza Jorge Maronna para sincronizarse con los compañeros que tiene a sus espaldas, viene acompañado en ocasiones con el "tubófono-parafínico cromático", flauta de organillero de peculiares características. Maronna hizo toda la carrera de concertista de piano para poder tocar el tubófono.
Bass-pipe-a vara: o trompa con ruedas. En realidad, parece un trombón desenrollado, con su bocina sostenida en ruedas, aparentemente para una mayor facilidad de transporte. Pero, en realidad, las ruedas se utilizan para mover hacia adelante y hacia atrás todo el instrumento, que tiene como eje un pistón que produce el sonido. Con cuatro boquillas, el ejecutante (que siempre es Daniel Rabinovitch), puede dar los tonos bajos que habitualmente y con mucha más facilidad, daría cualquier otro instrumento. Invariablemente, los dedos pulgares de Rabinovitch son apresados por el instrumento antes de la ejecución de la popular tonada americana "Lazzy Daysi", lo cual provoca una adición de música vocal improvisada al concierto.
El más viejo (¿o menos joven?) de los luthiers es Ernesto Acher. Cuenta con una colección de trompetas, cornos y cornetas alargados mediante mangueras que se enrollan alrededor del cuerpo, rematándolas con un casco en forma de bocina o, simplemente, con una bocina. También tiene un extraño instrumento, mezcla de pantalla de mesita nochera y calentador de agua de cobre, que se afina mediante llaves, se coloca sobre las rodillas, funciona con interruptor y se sopla por manguera. Todos estos instrumentos suenan tan bien -o mejor- que una verdadera trompeta. Por eso nadie -ni él mismo- sabe para qué los toca, en lugar de utilizar una verdadera trompeta.
Marcos Mundstock, calvo y sonriente, es el principal instrumento informal de "Les Luthiers". Y eso que no sabe nada de música. O al menos eso dicen de él, porque durante la reciente ejecución de "Sol la si la sol la do do si", demostró tener excelentes conocimientos de solfeo. El registro profundo de su voz está incorporado a la imagen del conjunto. Marcos, un tipo serio y sencillo fuera del escenario, fuma todo el tiempo unos terribles cigarrillos de tabaco negro y conserva siempre una corbata de ejecutivo que contrasta con la caracterización de mimo, animador sin suerte y locutor de poco talento que hace sobre las tablas.
"LUTHIERS" DE PRESTIGIO
En realidad, "Les Luthiers" tienen muchísimos instrumentos informales más. La "máquina de tocar" es en realidad una máquina de escribir cuyas teclas pegan en una marimba. Así se hace "dactilofonía". Cada instrumento es producto de meses de investigación por parte de su autor, de forma que el resultado sea un aparato divertido, pero a la vez funcional musicalmente. Ello no significa que lo vayan a utilizar. Por ejemplo, el luthier Carlos Iraldi perfeccionó hace tiempo una idea de Daniel Rabinovitch: cuerdas de lira montadas sobre el marco de un inodoro. El instrumento así logrado se llama "lirodoro", tiene excelente registro y es realmente divertido, pero Rabinovitch no lo puede usar. No le gusta. Dice que le trae reminiscencias de momentos demasiado íntimos.
Bueno. No es ningún crimen ignorar qué quiere decir la palabra "luthier". Algunos teóricos, durante la época en que los casetes llegaban casi clandestinamente a Colombia, esbozaron la posibilidad de que se tratara del nombre de algún caramelo argentino. Pero en realidad, "Luthier", en francés, quiere decir "fabricante de instrumentos de cuerda". En su origen más remoto, la palabra viene de "luth" (pronúnciese lyt), que significa "laúd". "Les Luthiers". Por extensión, se han convertido en fabricantes de instrumentos. Se inició como un grupo de estudiantes universitarios de Buenos Aires, que se reunían a hacer música en 1960. Su peculiar temperamento los llevó a convertir la música en broma, y la broma en música. Su fundador, Gerardo Massana, murió pocos años después del nacimiento oficial del conjunto.
La idea era petardear la solemnidad de ciertas formas musicales. De ahí la presentación en traje de etiqueta y las aparentes angustias de los ejecutantes para completar un programa aparentemente formal. Pero la verdad es que cada payasada, cada gesto de mimo, cada equivocación intencional, están cuidadosamente marcados en un libreto, que no varía sino tras largas discusiones. Así, nació la ópera "Voglio entrare por la finestra o el amor conjuglar", en la que interviene una orquesta completa de vientos y cuerdas, además de los instrumentos informales, coro y solistas. O la historia de "Teresa la princesa y el oso libidinoso", que parodia a la perfección un cuento grabado de Disney, pasando por la zarzuela "Las majas del bergantín", o el "Nomenclator Sacropolifónico", inteligible mezcla de latinajos de abogado con música sacra. La producción de "Les Luthiers" abarca siete discos, la mayoría de los cuales están ya en Colombia, varios espectáculos teatrales y conciertos. Actualmente están preparando un ballet. Pero, dada su incapacidad para bailar, será un ballet "leído", o mejor, un ballet "tocado".
"Les Luthiers" han alcanzado un éxito inusitado en Colombia. Han pasado de ser motivo de cónclaves secretos alrededor de sus discos, a lugar común de la clase media, despreciados por cierta intelectualidad. No se meten en política (sino muy sutilmente), no opinan, no tienen teorías complicadas ni explicaciones llenas de coherencia sobre su posición. Sólo aman la música, toda la música y el humor.
Como empresa, "Les Luthiers" está constituida por una sociedad en la que cada "luthier" tiene igual participación económica. Trabajan por el sistema de creación colectiva. Se sientan a la mesa, acompañados de Fontanarrosa, el genial caricaturista argentino, ayudados por el ingenio de Mundstock, que fue "copy" publicitario y locutor antes que "luthier". Y, tras consumir termos de café y gruesas de cigarrillos, salen los libretos maestros de la "Música para cine", y la galería interminable de personajes imaginarios: J. S. Mastropiero, su hermano gemelo Harold, el folclorista Cantalicio Luna, Torcuato Gemini, Huesito Williams, etcétera. Pero, en este punto de la cronica, es cuando se empieza a describir el espectáculo. Y eso no es posible. Es mejor verlo. U oírlo.