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EL KAMA SUTRA DE LA IGLESIA

La Iglesia Católica y su obsesión por el sexo.

17 de noviembre de 1997

La carne, el diablo y el confesionario Guy Bechtel Traducción de Marcelo Cohen Anaya y Mario Muchnik Editores Barcelona, 1997 $ 30.000 el Kama Sutra de la Iglesia' es el subtítulo que el autor, un historiador francés, da a este libro. Y, la verdad, resulta muy atinado por los asuntos que analiza y expone. Se trata de una investigación seria y muy documentada sobre la teología de la sexualidad elaborada e impuesta por la Iglesia Católica a lo largo de los siglos, desde San Pablo hasta hoy, porque Cristo no sentó doctrina sobre el tema, excepto la prohibición expresa que hizo del divorcio. Y menos aún se pronunció sobre la confesión, ese instrumento de represión y tortura, cuya práctica, aún vigente, se inicia en 1215 como una disposición del IV Concilio de Letrán. El historiador Bechtel, en un esfuerzo novedoso, dirige su investigación a demostrar la confluencia explosiva de la confesión y de la teología sobre el pecado de la carne. Explosiva y nefasta para la Iglesia, pues durante los siglos el principal asunto tratado en el confesionario ha sido lo que tiene que ver con las relaciones sexuales. Y es bien conocida la doctrina: nada fuera del matrimonio y dentro de éste no a la fantasía y al placer y posible solo para fines de reproducción; inferioridad de la mujer, la cual es un animal lujurioso y, durante sus períodos menstruales, inmundo. Además: no al control de la natalidad, al homosexualismo, al condón antisida y al aborto. La intolerancia de la Iglesia y su incapacidad de evolucionar, unidas a las técnicas y métodos humillantes y con frecuencia escabrosos, dictados al confesor desde Roma, habrían alejado al creyente del confesionario y, poco a poco, de la Iglesia misma. Para llegar a tales conclusiones el profesor Bechtel hace un recorrido del tema desde el pecado original hasta nuestros días, con la doctrina que sienta el último Catecismo, promulgado en 1992, el cual resulta en ciertos aspectos más represivo que el propio San Pablo. Estudia también el origen y la práctica de la confesión, desde los penitenciales del primer cristianismo y el mencionado Concilio de Letrán, hasta hoy. Y lo hace con una erudición sorprendente, tanto que no hay una sola afirmación que no esté respaldada por una cita de la patrística, los textos sagrados, la teología y la doctrina. Y aquí es donde el libro se pone buenísimo pues, en este caso, la erudición corresponde al infinito conocimiento que los teólogos y santos han tenido sobre el sexo. Por mi parte, puedo asegurar que he aprendido más del sexo y sus delicias leyendo en este libro las descripciones de san Isidoro, san Ambrosio, san Jerónimo y una nutrida pléyade de religiosos, que en mi ya larga vida.