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EL LIBRO DE LA SELVA

La crítica Montserrat Ordóñez rescata lo mejor que se ha escrito sobre "La Voragine".

14 de diciembre de 1987

Pocas obras en la historia de la literatura colombiana han merecido tanto la atención de la crítica como "La Vorágine", de José Eustasio Rivera. Desde su aparición en 1924, ha sido mucho lo que se ha escrito a favor y en contra, de ese "poema de la selva", y no sin razón. En un país acostumbrado a que, ante la aparición de una nueva novela la crítica afirme que se trata de "la novela llamada a romper en dos la h¿storia de las letras nacionales", "La Voragine" es una de las pocas obras que marcó un hito e influenció a varias generaciones de escritores colombianos, para bien o para mal. Por estos días acaba de ser publicado por Alianza Editorial Colombia el libro "La Vorágine: Textos críticos", una compilación de artículos sobre la obra de Rivera realizada por la profesora de literatura Montserrat Ordóñez, que recoge más de sesenta años de crítica literaria y con el que se dá comienzo a la celebración del centenario del nacimiento del autor, que se cumplirá en 1988.
"La Vorágine: Textos críticos", viene a prestar una gran ayuda para el estudio de la novela puesto que, a pesar de ser muchos los estudios que sobre ella se han escrito, son muy pocos los que se conocen debido a que se encuentran dispersos, están escritos en otros idiomas o hasta ahora se publican. El libro reune más de 30 ensayos, agrupados según su temática en 5 capitulos, más una entrevista con Rivera y un poema de Fernando Charry Lara, que le dan al lector un panorama completo de lo que ha representado "La Vorágine" a través de la historia de la literatura, comenzando por las reacciones que provocó cuando fue publicada, siguiendo con la influencia que tuvo en escritores posteriores y terminando con los estudios más recientes, sin olvidar aspectos como el estilo y la estructura de la obra.
La primera sorpresa con que se encuentra el lector es una entrevista con Rivera, publicada por las "Lecturas Dominicales" de El Tiempo en febrero del 26, en donde el autor habla de sus gustos literarios, del arte colombiano, de política y que, aparte de su gran vigencia, sirve para diferenciar, de una vez por todas, a José Eustasio Rivera de Arturo Cova ya que con el tiempo y tal vez por estar la novela narrada en primera persona y contener algunos rasgos autobiográficos, muchas generaciones de colombianos crecieron con la idea de que Arturo Cova era sólo un seudónimo del autor.
De ahí en adelante, hay para todos los gustos. Están los que critican el exceso de rima en algunos pasajes de la obra, los que la descalifican del todo y los que, desde el comienzo, la reconocieron como una creación excepcional. Una de las piezas más hermosas es una carta enviada a Rivera por el gran escritor uruguayo Horacio Quiroga (autor de libros como "Anaconda", "El Salvaje", "Cuentos de la Selva" y "Pasado Amor"), que se hizo famoso, aparte de muchas otras cosas, por su pasión por la selva que se refleja en la lucha de sus personas por someter a la naturaleza o, al menos, por no dejarse devorar por ella que está seguida de un análisis en el que se refiere a "La Vorágine" diciendo que en ella "Se respira la selva: tal es el soplo épico de su evocador, y tal la energía de su expresión".
Otro gran ensayo es el del crítico francés Jacques Gilard, conocido por sus trabajos sobre la obra de García Márquez, quién explica las razones que llevaron al autor de "Cien Años de Soledad" y a sus compañeros del Grupo de Barranquilla a mirar con recelo la obra de Rivera. En "Esa cosa que se llama La Vorágine", Gilard explica cómo la gran influencia de "La Vorágine" llevó a que la literatura colombiana se estancara por el afán de muchos escritores de imitarla, lo que causó la actitud de rechazo del "Grupo", que buscaba una renovación de las letras nacionales.
En fin, con el libro de Montserrat Ordóñez queda claro que, ni a José Eustasio Rivera ni a "La Vorágine", se los tragó la selva.