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El llamado de la selva

Diners expone 'Desplazamientos', de Pedro Ruiz, aproximación poética a la violencia., 63688

22 de febrero de 2004

El concepto es muy sencillo. Una canoa transporta fragmentos de selva y un remero afrocolombiano se encarga de guiarla. Son 22 variaciones sobre un mismo tema, óleos, algunos sobre lienzo y otros sobre papel, que conforman la muestra Desplazamientos, abierta en la Galería Diners de Bogotá hasta el 28 de febrero.

Su autor es el bogotano Pedro Ruiz (1957), un pintor, ilustrador, escenógrafo y publicista que estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes, en París, y que expone su obra desde 1982. A lo largo de su carrera se ha destacado por proponer temas muy diversos, lo que impide encasillar su obra en una simple fórmula o técnica. Ruiz se vale además de lenguajes y códigos contemporáneos de la era de la fotografía y el video, pero no olvida nunca que lo suyo es el dibujo y la pintura. Así lo había mostrado en sus anteriores muestras tituladas Hi8, De naturaleza doméstica y Biblioteca natural. Por ese motivo, cada exposición de Pedro Ruiz es una sorpresa para el público, y el caso de Desplazamientos no es la excepción. En la aparente placidez de sus óleos se esconden varios de los dramas de Colombia y en particular, de los habitantes de las selvas.

Ante todo, señala Ruiz, Desplazamientos es una mirada poética al tema de la violencia. Como detesta caer en el oportunismo y el amarillismo, en el esquema de hacerse famoso por tratar de manera panfletaria un tema tan doloroso, utiliza códigos más cercanos a la poesía que al titular de noticiero. Una de las frases que más lo emocionó acerca de Desplazamientos se la dijo una asistente a su exposición: "Me encanta que hables de la violencia sin agresividad". En varios de estos cuadros, la violencia la simbolizan unas enormes hojas de plátano pintadas de rojo y una bandera de Colombia en la que el rojo ocupa la franja más grande del tricolor nacional.

Inspirado en un video que realizaba un sobrino suyo sobre los desplazados, Ruiz comenzó esta serie a comienzos de 2003 y con ella ofrece varias lecturas paralelas. Por un lado está el tema del desplazamiento de la población humana a causa de la violencia. Estos desplazados traen consigo una sabiduría ancestral, representada por la biodiversidad, que de poco o nada les sirve en un medio hostil para ellos. También está implícita la destrucción de las selvas, arrinconadas por la expansión de la frontera agrícola, la proliferación de cultivos ilícitos y las fumigaciones. Selvas que sobreviven en un equilibrio muy precario, que flotan sobre un sustrato que puede voltearse a la menor perturbación.

En síntesis, como señala Ruiz, "este proyecto se generó en esa imagen de violencia que hoy nos toca tan de cerca en cada semáforo, pero quise expresarlo con un tono más humano, más general, sin quedarme en el drama prosaico de todos los días".