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EL MARIDO DE LA PELUQUERA

Del mismo director de 'Monsieur Hire', una historia de amor basada en los rituales del corte de cabello.

6 de junio de 1994

DESDE QUE LOS primeros asomos de pubertad le reportaron que los aromas, las caricias y la cercanía corporal de un corte de cabello eran el grado máximo de la sensualidad, Antoine comprendió que su destino era casarse con una peluquera. A partir de entonces, su mente no pensó en otra cosa y las visitas a la peluquería se convirtieron en una obsesión.
De este argumento parte el director francés Patrice Leconte para construir El marido de la peluquera, una historia de amor nacida de su propia experiencia infantil pero que -sin embargo- no es necesariamente autobiográfica.
En realidad la película es muy simple: la relación entre una peluquera y su esposo. Pero al igual que en Monsier Hire (1988), su cinta inmediatamente anterior que contaba la enigmática vida de un voyeurista, el director ofrece escasas pistas sobre sus personajes. Parece que los sacara de un sombrero de mago para que sea el espectador quien se pregunte y se responda al mismo tiempo sobre su procedencia y su destino final. Más que la narración de acontecimientos en el tiempo, El marido de la peluquera es el relato de una obsesión derivada del amor. Así, sobre Antoine (Jean Rocheford) sólo se conocen algunos rasgos de su infancia; y sobre Mathilde (Anna Galiena), la peluquera, absolutamente nada. Sólo importa el encuentro y la forma de expresión de ese amor mutuo. Este halo de misterio acerca de los personajes exige al público una buena capacidad de invención que, como tal, es el juego que plantea Laconte.
Con un desenlace sorprendente como desconcertante para una cinta que parece no tener historia, precipitada en su definición, no sería raro que, al salir del teatro, las opiniones sobre la película vayan variando con el paso del tiempo, cuando el espectador se tropiece con ciertas referencias que lo hagan volver inevitablemente a ella.


BUENA SUERTE, JIM
Tom Cruise està en su cuarto de hora. Sus dos papeles como abogado en Cuestiòn de Honor y The Firm, le han representado proyectos para rato. Lo curioso es que los papeles son tan interesantes como disìmiles.
Despuès de su participaciòn en Interview with a vampire, que acaba de terminar, Cruise fue contratado para encarnar al escritor Jack London en la biografìa que se rodarà sobre el autor de El llamado de la selva. A este trabajo se han sumado dos nuevas propuestas: una de ellas, en la pelìcula Criminal conversation, donde harà su primera caracterizaciòn como mafioso; la otra es nada menos que la versiòn en pantalla gigante de la serie Misiòn Imposible, que dirigirà posiblemente John McTiernan (El ùltimo gran hèroe). Cruise serà Jim, el jefe del grupo de inteligencia que inmortalizò en la televisiòn Peter Graves.


GERONIMO
La historia del último de los guerreros apaches que se resistió a la conquista del oeste.

EN LOS ULTIMOS años, la recuperación de los valores nacionalistas y la reivindicación de las minorías han sido temas recurrentes en los realizadores estadounidenses. Dos ejemplos recientes del fenómeno son Danza con lobos, de Kevin Costner, que barrió con los Oscar en 1991, y El último de los mohicanos, de Michael Mann, el año pasado.
Ahora aparece Gerónimo, del director Walter Hill, para confirmar el cambio de mentalidad del pueblo estadounidense con respecto a las minorías. Si en las grandes producciones del oeste salvaje los indios eran los malos de la película, hoy son elevados a la categoría de héroes, o por lo menos son víctimas del atropello conquistador del cara pálida.
La cinta de Walter Hill es la historia de Gerónimo, el legendario guerrero de los apaches chiricaguas que se convirtió en el líder de la resistencia indígena contra los afanes unificadores del ejército estadounidense. El reparto incluye actores de la talla de Robert Duvall, Jason Patrick y Gene Hackman, y a la figura de Wes Studi (Gerónimo), quien ya había trabajado con Costner en Danza con lobos.
Aunque la historia es verídica y los escenarios magníficos, Gerónimo se queda corta en creatividad. Lenta y reiterativa en secuencias que parecen ser todas la misma, la película termina aburriendo por falta de elementos dramáticos que la sóstengan y, sobre todo, por la versión que presenta del protagonista. La mítica figura de Gerónimo, un héroe creado por la historia, queda desvanecida en el esqueleto de un simple guerrero resignado a la suerte de ver morir a su pueblo.
A pesar de sus tomas arriesgadas y su elegante producción, por muy verídica que sea la película, pocos creerían que el Gerónimo de esta versión se hubiera convertido, de verdad, en una leyenda. Tal vez las pretensiones pacifistas de Hill debilitaron a un héroe que sin duda debió inspirar más respeto.