Home

Cultura

Artículo

L I B R O S

El mundo no te regalará nada

En su más reciente novela la escritora Marcela Serrano incursiona en el género policíaco

Luis Fernando Afanador
3 de enero de 2000

CARMEN AVILA, famosa escritora de novela negra, desapareció. Han pasado dos meses y la policía no tiene ninguna pista, se ha dado por vencida. Su esposo, Tomás Rojas, un hombre rico, rector de una importante universidad, decide entonces contratar a una agencia privada. Por ser mujer y por haber tenido vínculos con México, la agencia decide darle el caso a Rosa Alvallay, abogada de 54 años, con dos hijos, divorciada, nada bonita Tomás Rojas cree que está viva. Lo último que se supo de Carmen fue que hizo el check-out en el aeropuerto de Miami --donde participó en la feria del libro-- y luego se despidió de dos amigos escritores. Pero nunca llegó a Santiago de Chile. Ni apareció registrada en otro vuelo internacional. Rojas piensa que se trata de un secuestro: Carmen acababa de sacar del banco una gruesa suma en efectivo. Se le ocurre, sin ninguna razón concreta, que ha podido ser la guerrilla.



Cinco novelas en 12 años. Una relación estable. Un hijo muy querido --de otro matrimonio-- que acaba de casarse. Infancia en un pueblo del sur de Chile. Adolescencia en California, con la tía Jane: sus padres, un gringo andariego y una chilena, se fueron a vivir a la India. Varios años felices en México. Dos buenos amigos: Jill Irvine y Martín Robledo. En apariencia una existencia normal, nada que permita aventurar la hipótesis de un cambio de vida imprevisto o un asesinato. Aunque a Rosa Alvallay no le cuadra del todo que una mujer informal y poco sociable como Carmen viviera en una casa tan elegante y llevara la vida mundana de su esposo.



Como las migas de pan de Hansel y Gretel, un escritor siempre deja tras de sí infinidad de huellas. Esa la apuesta de Rosa Alvallay, quien confía más en su intuición que en una supuesta formación de detective. Por eso se dedica a analizar con todo cuidado sus novelas, los fragmentos de su diario, sus entrevistas. "¿El amor?, ¡La gran ficción!... Porque necesitaba ser dueña de algo. De algo legítimamente mío... Soy una princesa dentro de un minarete...

México es un santuario para los que nunca encontraron espacio... Las mujeres no cometen tonterías como los hombres, por ligereza o por desidia, sino cuando son muy desgraciadas".



Aunque Rosa Alvallay no descarta del todo los hechos y siempre recuerda: "Abstente de dar opiniones, cíñete a los hechos, sólo a los hechos". Habla pacientemente con las personas que conocieron de cerca a Carmen, las que la amaban y las que la odiaban --en realidad sólo una--, toma atenta nota de sus palabras. Comienza a buscar indicios en los más mínimos detalles: sus vestidos, sus perfumes, sus viajes. Incluso le sigue la pista a la posible teoría del secuestro de su marido: descubre que cuando ella vivió en México, tuvo de amante a un guerrillero colombiano, con el que siguió comunicándose. Está perdida y no puede desechar ninguna posibilidad. Viaja a México para entrar en contacto con la guerrilla, para saber si Carmen se fue voluntariamente con ellos.



Si Carmen está viva no pudo desaparecer en forma absoluta, tiene que haber rastros, personas que den cuenta de su secreto porque "ninguna vida es posible sin alguien que la atestigüe". Tal es la convicción que sostiene a la investigadora y, de paso, a la bien manejada trama de esta novela.



Marcela Serrano es, como puede observarse, fiel a las reglas del género policíaco. Y también, a la transgresión que de él han hecho los autores modernos al utilizar su modelo de suspenso y de raciocinio con fines diferentes. En este caso para que una mujer se asome a la vida de otra mujer e intente reconstruir su misterio inasible, su soledad, su dolor, su voluntad desesperada de resurrección. Una mirada comprensiva que entienda pero no juzgue, ni interrumpa sus pasos, ni delate. Una cómplice.