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EL NACIMIENTO DEL ARTE

Hasta mediados de julio en el MAM -de Bogotá se podrá hacer una visita didáctica a los principales hallazgos del arte Paleolítico en Europa.

31 de julio de 1995

EL PATRIMONIO si está compuesto por miles de obras que el mundo, en la mayoría de los casos no ha visto, e inclusive en innumerábles oportunidades ni siquiera sabe que tiene en su haber, razón por la cual no puede trazarse una dimensión de su significado y de la necesidad de su preservación; o conservación, y de lo que es más importante, de su conocimiento.
Para cubrir esa enorme falla los gobiernos y las instituciones culturales del mundo han trazado políticas de difusión de los más diversos bienes de este tipo, con el fin de que el hombre desarrolle su historia con alguna conciencia de su origen, su crecimiento o su evolución, y del medio a que pertenece, en el que en una gran cantidad de ocasiones ha alcanzado altísimas expresiones de inteligencia y espiritualidad. En este sentido el Museo de Arte Moderno de Bogotá, por estos días se presenta y después de haber recorrido varios países de Europa y América, una exposición que permite a los visitantes hacerse una idea de lo que fue el inicio de la historia del arte y de sorprenderse con las creaciones de los artífices que poblaron la tierra 32.000 ó 10.000 años antes de Cristo. Se trata de una muestra que reúne cerca de 100 fotografías, que en excelentes reproducciones y al tamaño natural, registran los más importantes hallazgos del arte rupestre europeo, localizados en Italia, España, Portugal y Francia, el cual por las exigencias de preservación, ha quedado restringido o vedado el acceso al público.
A través suyo no sólo se entiende la importancia de estas creaciones, sino que se reactivan las preguntas acerca de la presencia del arte aun antes de que las necesidades humanas hubieran podido avisarlo.
La majestuosidad de las imágenes que conforman esta exposición, organizada en Francia por la Unión Latina (a la cual pertenecen 30 países de lengua romance) y hecha posible en Colombia gracia a a las gestiones de la oficina cultural de la Cancillería, hablan de grandes dificultades y habilidades que acompañaron las realizaciones de estos trabajos, ubicados en su mayoría en lugares a los que se accedía después de superar tránsitos hostiles, en los que no faltaban rampas, túneles, posibles encuentros con fieras u otros animales peligrosos, lo cual ha hecho pensar a los expertos en el área, que fueron fruto de la labor de hombres especializados, a quienes podría considerarse los primeros artistas.
Muchas de estas obras exigieron en su desarrollo un trabajo en equipo en el que se contaban iluminadores, dibujantes, ayudantes y maestros que hicieran nacer de las penumbras las formas con las que comprendió y explicó su universo y su entorno el hombre prehistórico. Lo más probable es que estas realizaciones surgieran de un consenso al que llegaba la etnia o la tribu (si de esta manera se le puede denominar), pues así lo indican, además de la escogencia de cada espacio, el de las cuevas en que se encuentran. No todas las de una región están decoradas o pintadas, lo que indica un esfuerzo de selección, en todos los sentidos, al que sólo se pudo llegar por una decisión de grupo.
Son en realidad muchas las teorías e investigaciones que se esfuerzan en darle sentido al bestiario que representó el hombre prehistórico, que además perduró casi 20.000 años y que al mismo tiempo relacionan el trabajo del realizador con una actividad necesaria en la 'tribu'. Tales teorías arguyen desde el simple juego hasta la necesidad del arte y la presencia del rito con que se convocaban fuerzas ocultas.
Las más recientes adoptan principalmente la segunda explicación y por esta vía acercan la creación prehistórica a la primitiva, dos fuentes de las que se ha nutrido desde su nacimiento el arte moderno, en la búsqueda de la esencia de la expresión y de la verdad última que ha dado el título de arte a determinadas creaciones humanas.