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El niño cuarentón

Carlitos y sus amigos cumplen 40 años haciendo sonreir a la humanidad cada mañana.

4 de diciembre de 1989

Este muchacho que tiene la cabeza muy redonda odia los gatos, jamás prueba el coco y nunca acepta invitaciones que signifiquen tener que dormir en una cama ajena.
Un día, en un gesto de valor inusual, llegó hasta el aeropuerto y se regresó enseguida. Se preocupa por todo: que no lo quieran, que lo inviten a hablar en público y no tenga nada que decir, que el día de las brujas su calabaza favorita quede arrinconada y que la chica pelirroja de quien está enamorado jamás le dedique una sonrisa, por sutil que sea.
Este muchacho se llama Carlitos y la historieta en la que todos los días comparte aventuras con otros niños llamados Lino, Sally Pimienta, Lucy, Schoeder y hasta un perro llamado Snoopy y un pájaro, Emilio, cabeza visible de una tropa de pájaros-scouts, aparece en más de 2.000 periódicos, en todos los idiomas, además de programas de television, libros, revistas y una serie interminable de loncheras, jarros, servilletas, afiches, toallas para la playa y todos los demás artículos que el lector pueda imaginarse.
Carlitos y sus amigos están cumpliendo cuarenta años y su creador y dibujante principal, un hombre de pelo blanco y 66 años, Charles Schultz, confiesa, de regreso de la fama y el dinero, que esa inseguridad que padece Carlitos, esa fobia a la humanidad, esa soledad que no comparte con nadie, corresponden a su propio modo de ser.
Todas esas angustias que comenzaron varios años antes de crear esta tira cómica, son contadas en un libro autobiográfico, Good Grief: The story of Charles Schultz, en el cual narra cómo todos los días tiene que rechazar las invitaciones que le llegan de todos los lugares del mundo y cómo la máxima distancia que recorre es entre su casa, ubicada en una población soleada de California, y el pequeño edificio donde funcionan su taller de dibujo y las oficinas donde unos empleados manejan los negocios y transacciones que representan cada año mil millones de dólares, de los cuales recibe por regalías entre 5 y lO por ciento que comparte con el United Feature Syndicate, su agente internacional.
Schultz saca sus temas e historias de los periódicos y revistas que lee todos los días, de conversaciones con amigos y desconocidos y de los avisos que encuentra en la calle, pero admite que jamás acepta sugerencias de nadie. Primero dibuja a lápiz y luego con tinta. Tiene asistentes para los últimos detalles, como hojas de árboles y pliegues de vestidos.
Desde hace 40 años el mundo de "Carlitos" ha sido el mismo, con sus obsesiones, con las referencias a preocupaciones muy norteamericanas y los combates terribles que se desarrollan en ese campo de béisbol donde las bolas tienen dientes y los perros, especialmente Snoopy, son lanzadores demoledores.
Schultz comenzó a pintar a los 15 años y publicó su primer dibujo en la serie "Aunque usted no lo crea". A los 17 tomó un curso por correspondencia y sacó pésimas notas en dibujo infantil. Durante la guerra estuvo en la Marina, fue a Europa, regresó, aspiró a trabajar como dibujante de letras en las tumbas y no lo aceptaron; a finales de 1949 vendió una historieta a la United Feature, con el título de L'il Folks. Se lo cambiaron por Peanuts y así quedó.
De ahí en adelante "Carlitos" entró a la leyenda. Lo que dicen sus personajes, la filosofía de la derrota, la amistad, la soledad, las relaciones con los animales que no son animales, el béisbol, la simplicidad de los diálogos, la comida, en fin, la vida entera reflejada en esos globitos que salen de la boca de esos niños y animales. Y esta referencia final:
Schoeder: ¿Snoopy es un perro cazador?
Carlitos: Creo que sí, de cierta forma.
Schoeder: ¿Qué caza, animales o pájaros?
Carlitos: Nada de eso... Se la pasa cazando una manera más fácil de vivir.