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EL NOBEL DE PAZ

El máximo premio de la literatura vuelve a Latinoamérica en cabeza del mexicano Octavio Paz.

12 de noviembre de 1990

A sus 76 años Octavio Paz llega a la culminación de una larga, vigorosa, y asombrosamente prolífica vida literaria. Decir que su existencia la ha entregado en cuerpo, alma y corazón al ejercicio de las letras es un lugar común. Octavio Paz, más que un escritor, más que un poeta, más que un hombre, es, como se decía de un pensador francés, una legión de hombres. Tal es la diversidad de su expresión, tal la variedad de intentos, tal la fuerza para vivificar los temas que va abordando a lo largo de su actividad intelectual.
Cualquier semblanza literaria de Octavio Paz deberá incluir necesariamente ese choque de fuerzas, esos rasgos contrapuestos que definen su obra. No basta decir que Paz es un poeta y un ensayista que vierte sobre el ensayo el encantamiento poético, y sobre la poesía la fuerza sincrética de su prosa: habrá que hablar mejor de sus textos, que buena parte de ellos resulta inclasificable dentro de las coordenadas de los géneros conocidos. Es, pues, necesario reconocer en la gravitación de sus contraposiciones una fuerza generadora que se proyecta sobre su actividad literaria: "¿Aguila o sol?", "Conjunciones o disyunciones", "El arco y la lira", "Las peras del olmo", "Corriente alterna", "Los signos en rotación", "El signo y el garabato", que son títulos de algunas de sus obras, enuncian de una manera sintética, clara e inequívoca la pasión de la alteridad. Se conoce la fórmula genética que se da en su contrajuego: hijo de un revolucionario mexicano y de una hija de andaluces, él mismo va a encarnar los dos ancestros, las dos culturas, las dos tradiciones, de cuyo encuentro, o de cuyo choque, no dejará de hablar durante años.
Volcado sobre los hechos del presente, busca en otro tiempo un nuevo motivo de reflexión. Lo mismo sucede en su territorio intelectual... México es el lugar de su reflexión humanística, al igual que Latinoamérica; pero Oriente marcará también la alteridad.
Con su gran curiosidad por las culturas, Paz ha buscado signos de otras dimensiones, que integra en un discurso intelectual de indiscutible personalidad y de gran originalidad. Sin duda, Octavio Paz es el hombre universal.
Su poesía es una prueba de ello y su pensamiento, su colosal confirmación.La variedad de tonos que adquiere con el transcurso del tiempo su quehacer poético, es el resultado fulgurante de esa relación que ha establecido, entre lo interior de su mundo y la parte visible de los fenómenos del mundo exterior. En su poesía operan tres motivos fundamentales:misticismo, erotismo y sensualidad. De ahí que la Academia sueca haya hablado de una "obra apasionada e impregnada de una sensual inteligencia y de un humanismo íntegro". La concesión del Premio Nobel, que diez años atrás llevaba la incómoda impronta de las tendencias de izquierda, ha perdido en estos años ese fuerte condicionante político, liberando al premio, y a la literatura misma, de ese enojosa atadura.
Octavio Paz no es un escritor sedentario. Por el contrario, es un hombre transhumante. En 1944 viaja a los Estados Unidos, en donde escribe "El laberinto de la soledad". Es ésta una meditación profunda, compuesta de siete ensayos, sobre las peculiaridades y expresiones de la cultura mexicana desde la época prehispánica hasta nuestros días. Es quizá su libro más conocido y en el que se identifica el temperamento de un autor de vibrante estilo. Como diplomático de su país en Francia, pronto se identificó con los poetas surrealistas y de esta época surgen, en los años 60, algunos trabajos centrados en la poesía moderna y en la actividad surrealista. Su trato con Bretón y los surrealistas lo lleva a una confrontación directa consigo mismo, tras la tentativa artística de buscar un yo común al pretender disolver la identidad individual para encontrar una "voz comunal". Luego viaja a la India,en donde permanece seis años que dejan honda huella en su existencia. La India trasciende la simple vivencia de la experiencia exterior y se inscribe en una modificación de su poesía. "Vrindaban", ese extraordinario poema de lo absoluto, es el punto culminante de su experiencia trascendental. Una experiencia que lo llevó a los terrenos místicos de donde brota una meditación sobre el budismo y que comprende una vivencia de carácter ontológico. "El mono gramático" es de 1974. Aquí hay una indagación en los límites del lenguaje, la poesía y la reflexión. Parte de la metáfora del camino, pero como quien vuelve sobre sus pasos.No es ya el trayecto de la realidad a la metáfora, sino de la metáfora a la realidad. Camino en el que las cosmogonías de oriente, el budismo y el romanticismo de los pintores franceses van poblando este viaje, que no es otro que el desvelamiento del hecho poético oculto bajo el texto. Pero si las antiguas cosmologías han tenido un lugar capital en su obra, los problemas, temas e incitaciones del tiempo presente también han sido reflejados con pareja lucidez en el movimiento incesante de su escritura.
No hay prácticamente tema de la cultura que no haya confrontado y que no lo haya asumido con el mismo rigor y la misma idoneidad. Poesía, linguística, pintura, novelística, historia, arqueología,
estructuralismo, sociología, sicoanálisis, cine y teatro han sido temas abordados desde muy diversos puntos, como una preocupación por examinar los fenómenos que convergen sobre nuestro tiempo, siempre bajo una perspectiva cultural e histórica. Paz ha enriquecido la visión de esos fenómenos y ha encontrado formas originales para su expresión, tantas veces entrabándolos con relaciones nuevas o narrando la historia desde insólitos puntos de vista que revelan otras dimensiones, otras perspectivas. Sin que haya adherido a causas políticas, ha escrito textos que parten de la crítica hacia ciertas formas de opresión social. El poder y la lucha por obtenerlo, los mecanismos de dominación puestos en marcha ya sea por las ideologías, las creencias o la presión económica, han sido enjuiciados con pasión y audacia. Con ellos se encuentra en Paz al polemista sereno pero firme. En "El ogro filarmónico", por ejemplo, discute algunos aspectos del mundo contemporáneo, con su carga de presente, pasado y futuro que lo determina, pero siempre alejándose de cualquier sistema de dogmas. Su independencia intelectual y política es un tributo a su clara inteligencia. La riqueza prodigiosa de su cultura no es simplemente el signo formal de su formación intelectual: es la recuperación del tiempo perdido, a través de lo cual Paz ha desarrollado su pensamiento crítico y su hermosa obra poética, dando nuevas y originales resonancias a la lengua española.
Sin duda, Octavio Paz es el más destacado poeta, ensayista e intelectual del México de hoy. El Premio Nobel que acaba de recibir no debe, entonces, sorprender a nadie.
Si el Nobel concedido a García Márquez se tradujo en una fuerte y larga influencia en el ejercicio de la narrativa latinoamericana, es de esperarse que sea ahora la obra literaria de Octavio Paz la que inicie un nuevo ciclo y ejerza otro tipo de influencia.
La presencia de Octavio Paz, revestido con la majestad del Nobel, creará un nuevo polo de atracción, de especulación, de creación literaria. Volverán a leerse sus ensayos, su poesía adquirirá una nueva vigencia, el debate de sus ideas surgirá a plena luz. Si la concesión del premio Nobel tiene alguna función, alguna importancia y algún significado histórico, ha de ser éste.