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EL OTRO

Con su cuarto libro, Fernando Vallejo demuestra que es la revelación literaria del momento.

6 de abril de 1987

A caba de aparecer el cuarto libro de Fernando Vallejo y es otra de sus maravillas.
Fernando Vallejo -por si usted no lo sabe- es un antioqueño que nació en el 42, que herido por "la ruindad y la mezquindad de este país" se fue a vivir a México hace 16 años y que, para quienes han podido leer sus obras en ediciones bellas pero en Colombia al borde de la clandestinidad, es la verdad literaria más concreta de estos tiempos .
Casi clandestinas, se dice, porque sólo su última obra ("El fuego secreto") ha sido fabricada en Colombia. Las otras tres fueron impresas en el país de su exilio moral, en donde vive y vive bien y en donde también le ha podido dar salida a otra de sus pasiones: el cine. Tres películas de su dirección han merecido premios y buena crítica, a pesar de que todas cuentan cuentos de la realidad colombiana que, como dice Vallejo, "sólo entienden allá, porque la de Colombia es una realidad marciana".
Además de inteligente e irrespetuoso, de anarquista y venenoso, de culto y satírico, Fernando Vallejo es un hombre de pasiones. La de vivir, la de maldecir, la de leer y la de escribir, son las más constantes de todas ellas. Y producto de todas ellas juntas, es su logro sacado de lo que parecía una utopía: reconstruir la vida de Miguel Angel Osorio, el mismo Ricardo Arenales, el mismisimo Porfirio Barba Jacob, en un libro largo que publicó hace tres años por sus propios medios con el título de "El Mensajero". "En los múltiples giros de la vida -escribió Vallejo para definir su amor póstumo por Barba Jacob-, prisionero en la celada de sus versos empecé a vislumbrar que otro antes que yo había vivido mis momentos y recorrido mis caminos y desandando mis pasos lo empecé a buscar, me empecé a buscar, tras su huella, volviendo sobre la mía: por Cuba, por Costa Rica, por Honduras, por Nicaragua, por El Salvador, por México, por el Perú. Siete años lo busqué, para encontrarme yo".

EN EL RIO DEL TIEMPO
Antes de que Barba Jacob le dominara su pasión, estuvo en primer lugar la gramática. Lector de Andrés Bello en su infancia, Vallejo escribió en México un libro sorprendente: "Logoi. Una gramática del lenguaje". Listos los originales y sin horizonte de publicación, los envió al Fondo de Cultura Económica y al poco tiempo lo llamaron: venga a firmar contrato y su tratado comenzó a circular para asombro no sólo de escritores -poca cosa, quizá- sino para verdaderos expertos en asuntos de linguística.
De estas honduras gramaticales y de aquellas aventuras de biógrafo, Vallejo pasó a "Los días azules", una verdadera joya de la autobiografía que no es novela, que no es un ensayo, que no es nada distinto a un poema salido de todo esquema, desparramado en 185 páginas llenas de humor, de apuntes mordaces, de risas de niño frente al mundo adulto y de inteligentes reflexiones sobre lo que oye, sobre lo que siente, sobre lo que ve.
"Los días azules" es la primera de una tanda de apuntes sobre su propia vida, en una serie titulada "El río del tiempo", de la cual "El fuego secreto", editada por Planeta, es la que acaba de salir para que por primera vez un libro de Fernando Vallejo se distribuya en Colombia como debe ser.
"El fuego secreto" es un pedazo turbulento de la autobiografía. En ella, con todo desparpajo, sin ningún eufemismo, recorre con igual humor, con idéntica capacidad descriptiva y la misma dosis de poesía, su río revuelto de la adolescencia en Bogotá y Medellín, en aquellos años de primeros olores de aguardiente, primeros humos de marihuana y primeros descubrimientos del amor y de la homosexualidad.
Se podría decir que es un libro escandaloso y se diría bien, pero se diría algo incompleto. Porque no es el escándalo por el escándalo, a la manera (¿o amaneramiento?) de otros autores colombianos que hacen de sus vidas, divinas y bien remuneradas autobiografías. Se trata de un libro -de una obra, de un autor- que trasciende la anécdota, que huye de la chabacanería del coloquio parroquial, de la novela insulsa con la que se suelen llenar en estos tiempos muchos anaqueles.
Con "El fuego secreto", ante quienes ya lo han leído, Fernando Vallejo se consagra como un peso pesado de la literatura colombiana. Y se revela, ante quienes no lo conocen, como un autor ameno, profundo, que taladra conciencias, que recrea remordimientos colectivos, que se burla de todo, de él mismo, de usted, de mí y que alegra por lo que dice y por esa música que le pone a las palabras.