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El periodismo debe escribir para la memoria

Semana habló con William Ospina, uno de los más importantes escritores colombianos quien presenta su nuevo libro

Diego Garzón *
5 de noviembre de 2001

Semana: El libro está compuesto por ensayos que ya había escrito años atrás. Al revisarlos ¿hay alguna idea que ya no comparta y que haya decidido cambiar?

William Ospina: En ninguno de los ensayos cambié lo que era el contenido inicial. A veces trabajé en el tono pues hay unos más radicales que otros más enfáticos. Pero tal como estaban así los dejé.

Semana: Usted dice que el siglo XX dejó "civilización y barbarie". El siglo XXI arrancó con un hecho terrible como lo que ocurrió en Estados Unidos ¿qué podemos esperar del siglo XXI?

W.O: No hay nada más difícil para una civilización que transmitirse a otras generaciones. Es más fácil construirse que saber cómo legarse a las generaciones siguientes. Los alemanes habían construido una gran cultura, una gran filosofía, unos lenguajes muy vigorosos en el siglo XIX y, sin embargo, en el siglo XX se precipitaron en barbarie. Una civilización nunca es garantía de podérsela legar a una siguiente generación y tal vez por eso es la educación tan importante. Porque es allí donde se descubre cómo construir órdenes sociales.

Lo que vemos ahora es la ruptura de la idea de que hay unas civilizaciones y unas culturas que no son civilizadas. Creo que lo que se necesita ahora es un diálogo respetuoso de las distintas tradiciones culturales para influenciarse recíprocamente. Donde una sola verdad y una sola estética no son suficientes. Es necesario saber y entender que hay otros mundos.

Semana: En un momento tan difícil como con el de ahora ¿Qué papel juegan los intelectuales? ¿Sus voces sirven de algo cuando está a punto de desatarse una guerra?

W.O: En estos momentos hay un auge de la inteligencia y la reflexión. Se han escrito volúmenes enteros de lo que ha sucedido. Y nosotros estamos viendo todo lo que hay, todos los escritos de Chomsky, Vargas Llosa, Fuentes, etc, de tanta gente que ha escrito y reflexionando sobre el hecho. Yo creo que eso ha cogido una influencia inmediata sobre las decisiones. Yo creo que todos esperaban un bombardeo inmediato sobre Afganistán como pasó con Irak hace 10 años. Sin embargo, yo creo que se abrió camino a una cautela, a una prudencia. Hay una división en el gobierno de los norteamericanos en ese punto. Ahora hay alianzas diplomáticas.

Es saludable que vuelva a hacer irrupción el pensamiento académico. Amigos míos de las universidades de Estados Unidos me han dicho que hay muchos debates en estos momentos en Carolina del Norte, en Boston, California, etc, e incluso algunos se han manifestado contra la guerra, y creo que eso no ha ocurrido desde Vietnam, desde los años 60. Es decir que es un momento en el que la inteligencia está cumpliendo un papel importante.

Semana: Pasando al conflicto en Colombia, hay una sensación de que los intelectuales están muy relegados a la academia y que faltan líderes. ¿Qué opina al respecto?

W.O: Sí hace falta una presencia mayor de la inteligencia, del pensamiento, y de la reflexión en el campo de la historia contemporánea. Siento que no todos los intelectuales se comprometen ni plantean sus posiciones respecto a lo que ocurre. Ello se debe a dos cosas: una que la comunidad no está lista a respaldar ni a proteger a quienes opinan pero por otro lado no hay espacios para esa opinión.

Muchos académicos me han dicho que han escrito cosas sobre la realidad colombiana pero no tienen dónde podría publicarlas. Los medios de comunicación no tienen ni mucho espacio ni mucho tiempo y tampoco hay otro tipo de medios que puedan tener una gran difusión. Hay publicaciones académicas, muchas culturales, pero todas llegan a un sector muy reducido de la población. No logran tener esa influencia generalizada. Lo que hace falta también son ciudadanos con criterio que no se dejen manipular por la información, que puedan sacar sus propias conclusiones, que se sienta respetada. Que cada quien se sienta un protagonista de la historia y no un mero consumidor de lo que otros crean. Hay deberes que le competen a los intelectuales, deberes que le competen a la sociedad y a los medios con el ánimo de abrir espacios.

Semana: Usted plantea que lo mejor que deja el siglo XX es el arte porque no se preocupó por mejorar el mundo sino por celebrarlo, ¿,o piensa que ahora el llamado arte moderno está cada vez más lejos del público?

W.O: Cada vez que surge un lenguaje nuevo en el arte genera desconcierto y crea un abismo porque cada público está acostumbrado a cierto tipo de lenguaje. Acomodarse a otro es difícil y además no siempre las propuestas nuevas no son arte: son caprichos, audacias. Yo creo que el arte del siglo XX está lleno de lenguajes distintos. Yo pienso que la principal característica del siglo XX fue la convergencia de muchas tradiciones singulares, la fusión de muchas culturas. Ver una obra de Picasso, por ejemplo, es ver la influencia de oriente, de Africa, de la Grecia clásica, de la Edad Media. Cada hombre se va volviendo una galería de lo que fue la humanidad.

Semana: Un aspecto en el que usted insiste es en el de rescatar el llamado "periodismo literario". ¿Cómo debe ser y por qué cree que es tan importante?

W.O: El hecho de que uno sea un periodista no hace que uno deje de ser un ser humano. Yo creo que disociar de la conciencia profesional es grave. Es importante que el periodismo se plantee algunos deberes estéticos y algunas tareas de eficacia, de comunicación sin que eso signifique esa viaje idea del arte como algo ornamental, que desfigura la realidad para embellecerla y que utiliza lenguajes vigorosos y poderosos que la adultera.

Los lenguajes estéticos pueden ser vigorosos aliados del periodismo. Borges decía que el periodismo escribe para el olvido. Yo creo que se puede escribir para la memoria, que el arte también puede ser un aliado de una mirada más profunda. Y es así que el arte puede conseguir un papel importante en ese proceso. Lo que pasa ahora es que la siguiente información suple a la anterior y así sucesivamente. Y ya nadie recuerda lo que salió publicado en el periódico de ayer.

Semana: En las facultades de comunicación se habla mal de los medios colombianos y se suele pensar que los medios de comunicación de Europa y Estados Unidos son el modelo por seguir. ¿Debe ser así?.

W.O: Yo creo que hay medios muy importantes en el mundo, y periodistas muy bien formados. Pero también hay un error que nosotros siempre cometemos y es pensar que no podemos hacer propuestas originales. Que no tenemos una posición particular sino que siempre tenemos que tener un proceso a seguir, una pauta que ha sido trazada por otros. La verdad es que el periodismo no se hace desde unas verdades o certezas sino desde unas posiciones geográficas e históricas precisas. El norteamericano habla desde un tipo de cultura, desde un tipo de civilización, de ideales humanos. Ser europeo también. Lo que uno espera de un japonés es que hable como japonés y no como un africano.

Yo afirmo en este libro que ciertos problemas de la sociedad contemporánea se ven más claramente desde estas sociedades relegadas y marginales que desde los grandes imperios opulentos. Porque si uno vive en Estados Unidos sólo se ven a ellos mismos porque consideran que son ellos el mundo. Y si uno se ve desde Europa el mundo tampoco se ve. Para nuestras culturas es más fácil entender la complejidad del mundo.

Semana: Aquí en Latinoamérica se está viviendo un auge de arte, literatura, etc. ¿El resto del mundo lo alcanza a percibir?

W.O: Europa siempre sufrió un cierto complejo de superioridad respecto a otros pueblos y por supuesto que esas brumas no se han disipado del todo pero ya hay mucha gente que siente más complejo el mundo. Yo siento que en España se mira al mundo desde una arrogancia un poco patética pero también hay gente que lo ve con mayor sutileza y complejidad. En el último siglo lo que hemos visto es un proceso de incorporación gradual que se siente cada vez más en el arte, en el pensamiento, en el leguaje. España ya no es el centro de gravedad de la lengua. De 250 millones de personas que hablan español sólo hay 40 millones en España.

Yo siento que América Latina es cada vez más visible por sus defectos y sus virtudes. La Literatura latinoamericana no sólo es leída sino que también es muy influyente, como también lo es el arte. Siento que en muchos campos de la realidad hay una presencia grande. Uno oye tangos en hoteles de El Cairo, boleros en las emisoras del mundo. El siglo XXI va a ser muy importante para América latina porque vamos a tener la capacidad de ver la complejidad del mundo, y las diversidad de sus culturas que a veces no tienen los imperios más grandes.

Semana: ¿Tiene alguna rutina a la hora de escribir?

W.O: No tengo ninguna rutina ni técnica. Generalmente mi principal limitación es leer sobre lo que estoy escribiendo. No tengo tanta libertad para leer al ritmo del capricho y del antojo aunque también lo hago con las cosas que me interesan sin un propósito inmediato. Escribo muchos ensayos sobre el mundo contemporáneo. En el caso de la poesía, los poemas llegan cuando se les ocurre y a eso no le pongo ritmo. Escribo más en la noche porque soy más capaz de concentrarme. En los últimos tiempos viajo mucho, dictando conferencias y en encuentros literarios.

* Periodista cultural de SEMANA



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