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EL QUE BUSCA...

Nuevas propuestas y variedad en los temas caracterizan la obra reciente de Diego Mazuera.

9 de octubre de 1989

Desde hace ya algun tiempo, el color y la textura de las obras de Diego Mazuera han llamado la atención. Ahora, en la exposición que presenta desde el pasado 7 de septiembre en la Galería Garcés Velásquez, de Bogotá, esos elementos, sumados a otros nuevos en lo que tiene que ver con los conceptos que maneja, hacen parte de una nueva etapa en su pintura.
Una de las ultimas referencias de Mazuera fue su participación en el Salon de Artistas de Cartagena, en el que salió premiado. En esa ocasión, su trabajo se caracterizó por las atmósferas un tanto impenetrables, en las que el barro transmitía una sensación de caos y fatalismo que se acentuaba con un paisaje cerrado. A crear todo este ambiente contribuía la utilización de diferentes tipos de arena que, mezclada con colores minerales, acentuaba el propósito del artista.
En su actual muestra, Mazuera abandona esa visión un tanto apocalíptica y llega con una serie de bodegones en los que el hombre deja una huella mucho más alentadora que en obras anteriores. A través de sus cuadros, el dibujo dentro de la pintura juega un papel de primer orden y lleva a la evocación. Un retrato insinuado dentro de la obra, una figura que apenas sí se nota o una torre que casi se pierde en el fondo de un paisaje son elementos enriquecedores que hacen inevitable un viaje de la memoria. Son cuadros en los que se nota una mayor elaboración intelectual por parte del artista y una busqueda continua. De hecho, cada cuadro es totalmente diferente del anterior y del que le sigue.
En esta ocasión, los paisajes son abiertos y los espacios generosos. Es más, a diferencia de lo que llevó a Cartagena, en la exposición de la Garcés Velásquez el tratamiento del agua es sosegado y tranquilo. Pasó de las aguas enlodadas y espesas a las aguas claras y tranquilas. El trazo desenvuelto y la figura humana tratada de una manera menos abrumadora, especialmente los rostros y la sensibilidad que demuestra en el tratamiento del contorno de la figura femenina, apuntan a una intención claramente literaria, imaginativa.
Es una nueva propuesta o, mejor dicho, una nueva busqueda. Lo que queda claro es que Diego Mazuera es un artista que no se deja vencer por la inercia y que busca cada vez nuevas soluciones. Por eso es agradable moverse entre los diversos universos que hay en su obra reciente, enriquecida por una elaboración que cada vez se hace más poética.