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EL REGRESO DE LOS MOSQUETEROS AL MUNDIAL

Detrás del concierto del 16 de julio en Los Angeles se mueven cifras millonarias.

8 de agosto de 1994

LA NOCHE DEL 7 de julio de 1990, ad portas de la final Alemania-Argentina en Italia 90, el imponente escenario de las Tarmas de Caracalla en Roma fue marco para la presentación en concierto de Luciano Pavarotti, Plácido Domingo y José Carreras, sin duda los más populares tenores de la actualidad. El próximo 16 de julio, vísperas de la final USA 94, de nuevo se presentan los divos.

Los organizadores no ahorraron esfuerzos: una campaña de publicidad sin precedentes, transmisión en directo al mundo entero, escenografía de Franco Zeffirelli, un gigantesco aparato instrumental resultado de aunar las orquestas del Maggio Musicale fiorentino y la ópera de Roma, y la batuta de Zubin Mehta, uno de los más carismáticos directores de la actualidad.

El llamado Concierto de los tres amigos sirvió para confrontar la auténtica estatura de los tenores. A la hora de la verdad, ninguno salió del todo ileso. Pavarotti fue el menos afectado y Carreras, el más. La grabación del concierto, en CD y video-láser batió récords de ventas. Sin embargo, se convirtió en la prueba irrefutable de que en 1990 el apogeo vocal de los tres tenores era ya cosa del pasado. Carreras lucía afanado tratando de competir con Domingo, quien a su vez no consiguió siquiera opacar los legendarios agudos del italiano.

Por su parte, el establecimiento musical se rasgó las vestiduras por ese popurrí de arias de opera, y canciones napolitanas y populares interpretadas. José Manuel Infiesta, editorialista de la prestigiosa revista Montsalvat lo calificó de "recital pachanguero".

También desencadenó en los Olímpicos de Barcelona la llamada "guerra de los tenores" con las declaraciones de Alfredo Krauss en contra de esos megaconciertos que no buscan -dijo- arte, sino dinero.

Observadores del medio oyen con escepticismo cuando aseguran que se busca la popularización de la ópera. No hace falta suspicacia para entender el atractivo de los tres millones de dólares que cada uno de los tenores recibirá de honorarios en Los Angeles. Y otra vez con dirección de Zubin Mehta y el popurrí de arias y canciones, pero especialmente con las regalías de la grabación.

Un botín lo suficientemente atractivo para cantar abrazados, como "tres viejos amigos", a pesar de rivalidades casi imposibles de disimular.

Ahora: las consideraciones de la crítica tienen sin cuidado al público que ya agotó las localidades y luego se precipitará a comprar la grabación. Canten bien o no.


NOVEDADES

SAINT-SAENS & WIENIAWSKI

RACHLIN, JOVEN violinista lituano, inició su carrera a los 10 años y de inmediato se convirtió en intérprete protegido de figuras de la talla de Haitink, Mutin y Maazel. El disco deja testimonio de un artista ya maduro, con condiciones de virtuoso excepcional en el Concierto No. 2 de Wieniawski y de músico sólido en el No. 3 de Saint-Saens. Consigue un sonido luminoso de su legendario violín "ex Carrodus", un Guarnerius del Gesú de 1741. La Filarmónica de Israel, dirigida por Mehta, suena amplia y flexible.

LISZT
16 LIEDER
MITSUKO SHIRAI & HARMUT HOLL
CAPRICCIO

EN ESTA grabación la mezzosoprano japonesa Mitsuko Shirai parece decir a quienes la consideran la gran liederista de la actualidad que no se equivocan. Son 16 lieder de Franz Liszt, una selección que cubre la obra vocal de cámara del "Abate del diablo" desde 1842 hasta 1880. Shirai sorprende no sólo por la compenetración con los textos, todos en alemán, sino también por la riqueza colorística de su instrumento y la expresividad que llega a su momento culminante en O Komm im Traum, sobre un poema de Víctor Hugo, traducido al alemán por Peter Cornelius. Holl se consolida como uno de los grandes acompañantes de lieder de la actualidad.


BEETHOVEN & MOZART
CONCIERTOS PARA PIANO
ROYAL EDITION. BERNSTEIN NEW YORK & ISRAEL PHILHARMONIC
SONY CLASSICAL

FORMA PARTE de la colección de 100 CD homenaje al director Leonard Bernstein, edición que tiene el auspicio del príncipe de Gales y sus acuarelas en las carátulas. Bernstein dirige y hace de solista en dos obras bien cercanas en su estética: el concierto No. 1 de Beethoven y el No. 25 de Mozart. El primero es grabación del año 1963, en mejores condiciones pianísticas y menos osado como director. El segundo, de 1978, no tiene la limpieza interpretativa del Beethoven. No obstante, constituye el típico documento de originalidad y hasta de provocación para los eternos detractores de Bernstein. Son grabaciones obligadas para los admiradores de una de las batutas insustituibles de la segunda mitad de este siglo.