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EL SEPTIMO DIA

Un libro sobre la obra de Ana Mercedes Hoyos presenta a una de las mujeres más atrevidas del arte colombiano.

14 de enero de 1991

En el principio creó Ana Mercedes las vallas. Se inspiró en el arte Pop de Andy Warhol. Dotó el pincel de una maravillosa poesía y le dió inicio a una fecunda obra pictórica. Y fueron la mañana y la tarde del primer día. El segundo día creó Ana Mercedes las ventanas y las puertas y, a través de ellas , logró ver el mundo exterior, delineado en formas geométricas.

Y vio la artista que el mundo exterior era bueno y quiso acercarse mucho más a la luz. Entonces creó las atmósferas, y fueron la mañana y la tarde del tercer día. El cuarto día descendió de los cielos por un hermoso arco iris y creó la tierra. En ella formó los paisajes y las lagunas. El quinto día hizo florecer los campos y vio a los girasoles levantarse en todos los rincones. Pero vio Ana Mercedes que los girasoles estaban solos y creó entonces más flores y creó las frutas y con ellas forjó imponentes bodegones. El sexto día creó a la mujer, en un paraíso llamado Palenque, y la vio caminar por las orillas del mar mostrando al mundo las maravillas de la creación. Y vio Ana Mercedes Hoyos que todo cuanto había hecho con sus manos era bueno y el séptimo día se dedicó a contemplar todo su repertorio de luz y color.

Crítico e investigador de arte, curador del Museo de Arte Moderno de Bogotá desde hace 17 años, Eduardo Serrano suma a su lista de publicaciones un libro sobre la obra de una de las mujeres que ha llegado más lejos en la plástica en Colombia. Se trata de "Ana Mercedes Hoyos: de la luz al Palenque", editado por la Galería Alfred Wild con lujo de detalles. No se ahorró el menor esfuerzo: ni en el diseño de Arte Dos Gráfico, ni en la fotografía de Oscar Monsalve, ni en la coordinación de Carmen María Jaramillo.

A lo largo de las 130 páginas del libro, Serrano va armando -a partir de reflexiones, anécdotas, críticas y una completa selección de citas- la trayectoria artística de Ana Mercedes Hoyos, desde los tiempos en que debió enfrentarse a su farnilia para seguir un camino prácticamente vedado al sexo femenino, hasta los momentos actuales. Cien reproducciones en color, adheridas a mano, una a una, sobre las páginas, permiten la conexión directa entre el texto y la obra. Hacía bastante tiempo no llegaba a las manos de los lectores una publicación de este estilo, muy apropiada para tratar un tema como el arte. Casi podría decirse que las montañas que se ven al fondo de las ventanas pueden palparse y las sandías que reposan en los platones de las palenqueras pueden saborearse.

Sustenta este estudio -si así puede denominársele el reconocimiento internacional del que goza hoy esta artista. Una artista cuyo mayor mérito es, posiblemente, el de ser totalmente libre. Atrevidamente libre. Soportable e insoportable al mismo tiempo. Soportable, y admirable, para quienes han visto plasmada en sus lienzos una búsqueda original y profunda, sensata y coherente. Insoportable para aquellos que niegan la verdadera creación, porque todavía piensan que fuera de los parámetros de épocas y de tendencias anteriores sólo existe la oscuridad. Insoportable, por ejemplo, para los que no lograron adivinar la magia de esa propuesta que existía en sus Atmósferas. Las Atmósferas de Ana Mercedes, dice Eduardo Serrano, se cuentan entre las obras más arriesgadas y al mismo tiempo más poéticas del arte colombiano contemporáneo. La confusión que causaron en el público, en los galeristas que no les veían posibilidades de venta debido a su extrema austeridad, y en aquellos artistas más dados al abigarramiento en sus representaciones, la resume el comentario que suscitaron sus pinturas a primera vista blancas, es decir, aquellas que demandan cierta concentración visual del observador para el descubrimiento de sus sutilezas cromáticas, comentario según el cual eran obras aptas para pintar un cuadro encima. Pero la crítica, sobre todo la internacional, las acogió entusiasta y las elevó a magna categoría cuando las hizo llevar hasta el Museo de Arte Moderno, de Rio de Janeiro, en el marco de la exposición "Geometría sensible", con los artistas más destacados de Latinoamerica.

Y es que, en realidad, la obra de Ana Mercedes Hoyos incluso sus pinturas con mayor derroche de color exige concentración si se quiere extraer de ella toda la riqueza que lleva dentro. La geometría de sus cuadros y de sus instalaciones lleva oculta tras las formas puras una visión espiritual del mundo, de lo cotidiano, de lo hermoso, de lo inadvertido, de lo humano y de lo divino.

Serrano es enfático al asegurar que la obra de Ana Mercedes goza de perfecta unidad, en un largo camino en el que no se han dado pasos en falso. Las formas, los conceptos y los colores se han ido transformando con perfecta coherencia, al punto que sus más recientes bodegones de las palenqueras conservan buena parte de los atributos y de las características escondidas de las Ventanas o de los Girasoles o de cualquiera de sus series. Un paseo por las reproducciones del libro descubre ese hilo conductor.

Las puertas y las ventanas marcaron el poder absoluto de su geometría. "Un raciocinio geométrico, explica Eduardo Serrano, empieza a ganar fuerza hasta convertirse ya no en un elernento más de su pintura sino en su rasgo fundamental". La luz se fue colando, luego, por los espacios vacíos y llegaron, entonces, las atmósferas. La artista bajó su mirada y contempló las maravillas de la tierra, con paisajes, lagunas y flores que conservaban la esencia de las líneas puras, que eran su punto de partida. Después, ahora, aparecieron las palenqueras. Para muchos fue el ingreso al camino de lo figurativo. Ahí están, en efecto, las mujeres de piel morena y los frutos del Caribe, perfectamente descifrables. Pero la geometría no ha desaparecido. Por el con trario, se ha enfatizado más que nunca. Es el summa cum laude de un proceso maravilloso que de no ser por este libro posiblemente no podría seguirse paso a paso con todas las opciones de reflexión.

Cada fruta es la alegoría de alguna de las formas, como el romboide de las piñas o el óvalo de las tajadas de sandía. Pero, sin duda, esta aparición de la figura humana puede estar marcando la pauta de lo que viene en su obra. Y mucho está por venir, porque a pesar de que Ana Mercedes esté en el séptimo día de la creación, en el momento en el que llena de satisfacción y de orgullo puede dedicarse a contemplar, lo cierto es que sus manos nunca se han detenido y no lo harán tampoco ahora. Ana Mercedes está en el domingo de su producción, pero está consciente de que mañana se inicia una nueva semana.