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EL SONERO MAYOR

A los 87 años muere en La Habana Nicolás Guillén, el poeta mulato.

21 de agosto de 1989


La anécdota ha sido reconstruida en varias ocasiones por su paisano Guillermo Cabrera Infante: se encontraba un día el poeta Nicolás Guillén recibiendo a un grupo de visitantes en su modesta casa en La Habana, cuando se le acercó una turista norteamericana y, en una mezcla de castellano e inglés, le dijo:

--Me siento muy orgullosa de conocer a un poeta negro tan importante como usted.

Entonces Guillén la miró del otro lado de sus gafas sin montura y le dijo:

--Señora, que yo no soy un poeta negro, soy un poeta mulato, mulato!
Mulato: esa era la divisa humana, política y literaria de este escritor, quien acaba de morir a los 87 años, pocas semanas después de haber perdido una pierna cuando los médicos intentaban detener un cáncer que lo afectaba.

Mulato no es lo mismo que ser negro, y menos en Cuba, donde durante varios siglos se ha cocinado un formidable, escandaloso y pintoresco caldo de razas, del cual Guillén surgió con una mirada cotidiana, divertida, ingenua, tierna, y en ocasiones parcializada, sobre los seres y las cosas que conocía, llegando al punto de no poder, en sus producciones líricas después de 1960, separar su pensamiento político de su oficio literario. Esta postura le provocó la crítica de otros escritores cubanos, entre ellos Severo Sarduy y el mismo Cabrera Infante quien, en su novela "Tres tristes tigres", se burla de Guillén, con una parodia sobre el asesinato de Trotsky, que tiene el ritmo de una elegía cantada por negros y mulatos.

Nació en Camaguey en 1902, tenía un abuelo que era carpintero y musitaba poemas mientras clavaba y desclavaba, un padre que era artesano en platería y responsable de las inclinaciones políticas del escritor, y una madre y una abuela que le contaban todas las leyendas traídas por los africanos al desembarcar en la isla. De esa mezcla de artesanos, contadores de cuentos, activistas políticos y soñadores tenía que salir alguien con la capacidad fabuladora de Guillén. Nicolás comenzó por donde tenía que comenzar, haciéndose tipógrafo, luego periodista y después fundador de una revista literaria, "Lis". Entonces, el 20 de abril de 1930, cuando tenía 28 años de edad, sorprendió a todos, dentro y fuera de Cuba, al publicar sus "Motivos de son" y lograr por primera vez lo que los mulatos jamás habían podido conseguir: que su forma de expresarse, sus sueños, sus historias, sus sentimientos, la música misma de sus palabras, la cadencia de sus historia, encontraran eco en el público. Como afirma un crítico cubano, Guillén logró, con este trabajo impetuoso y juvenil, desafiar todas las convenciones poéticas de su tiempo al introducir la morfología del son (un baile cubano que tiene raíces africanas y españolas) en sus poemas. Tomó como protagonista y tema al negro y a los mulatos discriminados y excluidos, hasta entonces, de todas las manifestaciones artísticas cubanas. Fue una verdadera revolución social y artística.

La experiencia de Guillén abrió los ojos a otros escritores, en otros países y otras lenguas. Lo que en "Motivos de son" era una apertura, en "Sóngoro Cosongo", publicado en 1931, ya se reafirmó como la postura desafiante de un escritor para quien los elementos negros y mulatos tenían que ser analizados y conocidos con más amplitud, no sólo en Cuba sino fuera de ella. Y lo logró.

De esa época se guarda una de las frases más significativas de Guillén: "El espíritu de Cuba es mestizo y del espíritu hacia la piel nos vendrá el color definitivo. Algún día se dirá: color cubano. Estos poemas quieren adelantarse a ese día, quieren abrir los ojos de todos".

De ahí en adelante, y convencido de la utilidad social y política de su obra, Guillén va cimentando su postura lírica con West Indies Ltd, "Cantos para soldados y sones para turistas". Viaja por el mundo, asiste a un congreso de escritores en México en 1937, entiende que el mundo está a punto de estallar en Europa, se marcha a España, asiste a la guerra civil y escribe "España, poema en cuatro angustias y una esperanza". Ingresa al Partido Comunista, del cual será nombrado después miembro del Comité Central en Cuba. Después viene "El son entero", en 1947, considerada una de sus obras más completas y más personales porque abarca también signos latinoamericanos.

En 1958 publica "La paloma del vuelo popular", que contiene sus "Elegías", una obra en la cual ya anticipaba los cambios políticos y sociales que traería la Revolución. Con la llegada de esta, Guillén se siente identificado con la transformación planteada y se convierte prácticamente en la voz poética de la nueva época. En 1961 publica "Tengo", en el cual está el poema del mismo nombre que resume todo cuanto piensa sobre Castro y su movimiento. Después aparecerían "La rueda dentada", "El gran zoo" y otros títulos que, según algunos de sus críticos, ya no tenían la frescura ni la fuerza ni el significado de su obra anterior porque, decían, el sabor político le hacía perder la distancia necesaria para escribir sobre ciertos temas y situaciones. Lo cierto es que pocos poetas han despertado sentimientos tan contradictorios, especialmente a partir del momento en que su obra se hizo abiertamente comprometida. Pero, además de su color político, el color de su piel le trajo más de una contrariedad. Todavía se recuerda la anécdota del chileno Pablo Neruda, hombre muy crítico con respecto a la Revolución Cubana, sus logros y sus artistas: luego de una estadía en Madrid, Neruda comentó que había conocido al poeta Guillén, "Jorge, el español, el bueno".

Guillén es uno de los escritores latinoamericanos más populares en el mundo, especialmente en naciones africanas, donde sus poetas aprendieron bien la lección de traducir en palabras lo que las minorías estaban buscando. Reflejar la angustia y las esperanzas de los mulatos y los negros del Caribe, sin traicionarlos, es el gran mérito de una obra que la Revolución Cubana seguirá exhibiendo como un trofeo valioso. -