Home

Cultura

Artículo

EL TAXISTA Y LA GUERRILLERA

En la producción ítalo-soviética "que bello es vivir", la política es sólo un pretexto

6 de septiembre de 1982

La lucha por la independencia de las colonias portuguesas en Africa estaba bastante desarroliada a mediados de 1965, debido a la creciente presión político-militar de los movimientos de liberación. La incapacidad del régimen Salazarista para resolver los problemas portugueses y, gobre todo, la crisis colonial, habían llevado a muchas personas a luchar en la clandestinidad en busca de su derrocamiento. La impopularidad de la dictadura era evidente. La guerra colonial, con su enorme sangría de vidas humanas, absorbía gran parte del presupuesto portugués. Todo esto constituye el marco para el desarrollo de la cinta "Qué bello es vivir".
En ese año, un combatiente del ejército portugués en Angola, Antonio Murillo, se niega a seguir bombardeando objetivos donde mueren mujeres y niños. Regresa a Portugal y emplea como taxista. Es una forma de evitar seguir participando en una guerra con la que no está de acuerdo.
Sin embargo, también allí, la lucha clandestina contra el régimen está presente y pronto, sin que él así lo quiera, se encuentra envuelto en ella.
Una mesera bastante atractiva, de nombre María, le pide que lleve a un amigo al aeropuerto. Lo hace, pero el individuo es detenido por la policía al bajarse del taxi. Antonio también es detenido por sospechoso. El pasajero pertenece a una organización guerrillera. Al no encontrársele ninguna prueba que lo vincule con el movimiento clandestino, Antonio es dejado en libertad.
Sin embargo, su libertad es sólo un ardid de la policía, porque sospechan que oculta algo. Evidentemente, Antonio, durante el interrogatorio, no ha dicho que María le pidió que transportara al guerrillero, debido a la simpatía que siente por ella. Antonio se encuentra con María, le cuenta lo ocurrido y se inicia un romance entre ambos. No saben que estan siendo vigilados por la policía, en espera de que hagan contactos con otros miembros de la organización. Cuando esto se produce, son todos detenidos y enviados a una prisión fuertemente custodiada. De aquí en adelante, el ritmo de la película es marcado por las experiencias de los personajes por escapar de la cárcel.
En realidad, los aspectos políticos de la cinta son sólo un pretexto para construir una película de aventuras, que no se diferencia en gran medida de las que tienen como héroe al pistolero justiciero. Ahora el héroe es el guerrillero. Desde la década del sesenta, los productores descubrieron que existía un público joven muy numeroso que pedía un cine "político" y no vacilaron en producirlo, debido a su buena rentabilidad.
Si bien en este género se han producido películas de buena calidad, como las de Francesco Rossi, Godard o las de Costa-Gavras, donde la voluntad documental y aspiración de objetividad hacen que se reconstruyan minuciosamente acontecimientos de la historia contemporánea, también abundan las cintas realizadas con la simpleza del esquematismo fácil.
Dentro de estas últimas "Qué bello es vivir", es una muestra. En ella, las cuestiones planteadas, como por ejemplo la lucha en Angola con la cual se inicia la película, no logran ser desarrolladas a lo largo de la narración y al final solo queda la sensación de haber asistido a un idílico romance entre una guerrillera (Ornella Mutti) y un taxista (Giancarlo Giannini). -
Rafael Parra Grondona. -