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EL TESORO PERDIDO

La nueva modalidad de la mafia italiana es secuestrar valiosos instrumentos musicales.

29 de octubre de 1990


Uno de los mayores sueños de un violinista es llegar a convertirse en el afortunado poseedor de un instrumento de la escuela de Cremona de los siglos XVII y XVIII: un Guarnerius, un Bergonzi, un Amati o un gran Stradivarius, que hoy se cotizan por cifras impagables en los mercados intemacionales.

Uno de los violinistas que poseía uno de los diez más bellos Stradivarius del mundo era el francés Pierre Amoyal, quien hoy vive una pesadilla al saber que su joya cayò en manos de la mafia calabresa, la cual ha empezado a chantajearlo para devolverle su valioso objeto de trabajo.

La tragedia comenzó hace tres años cuando, en una gira de Amoyal por Turín, un hombre le arrebatò las llaves del automòvil y se marchò con todo y "Kochansky", nombre de su Stradivarius, que viajaba en el interior del vehículo.
A partir de ese día un manto de silencio rodeò el paradero del instrumento y la espera angustiosa se convirtiò en un pesimismo absoluto, al ver que transcurría el tiempo y nada se sabía. Fue sólo hace unas pocas semanas cuando una misteriosa carta acompañada de una fotografía del violín le hizo saber a Amoyal que el "Kochansky" estaba en manos de la mafia de Calabria. En apariencia el violín se encuentra en perfecto estado, pero para su devoluciòn se exige una suma millonaria que supera cualquier cálculo.

Fechado en 1717 y firmado por el propio Antonio Stradivarius, el instrumento ha tenido una vida extraordinaria. De Italia saliò a Rusia y fue adquirido por el último zar, quien lo ofreciò al violinista polaco Paul Kochansky, notable virtuoso. Tras los sucesos de la Revoluciòn bolchevique, cuando Kochansky y su amigo Rubinstein intentaron abandonar el país, al llegar a la frontera y observar la negativa de los guardias de dejarlos pasar, decidieron halagar el patriotismo de la soldadesca inlerpretando en el célebre violín melodías y canciones revolucionarias. Luego, al llegar a Inglaterra, Kochansky se vio en la necesidad de venderlo para sobrevivir, y el instrumento cayó en manos de un coleccionista que nunca quiso desprenderse de la joya. Por espacio de cerca de 40 años el violin saliò del mercado, hasta que Pierre Amoyal lo encontrò y no dudò en comprarlo, sabiendo que se hacia a uno de los más maravillosos instrumentos construidos por el maestro de Cremona.

Con el "SKochansky" se estrenò el primer concierto de Sergei Prokofiev, el primero de Karol Szymanowsky, y Pierre Amoyal alumno del gran Jasha Heifetz lo adquiriò cuando tenía apenas 20 años de edad. Según el músico, "el 'Kochansky' es un violín diferente a todos los demás construidos por Stradivarius. Tiene una sonoridad única, más sombría en el registro grave y un agudo luminoso, que produce sonidos de gran brillantez" .

Pero si bien Pierre Amoyal vive hoy una tragedia, no hay duda de que los secuestradores andan encartados con su violin. Nunca podrán venderlo en subasta, ni interpretarlo en público. Y seguramente nadie se le medirá a comprarlo en forma clandestina, pues a joyas artisticas de valor incalculable como ésta se les sigue la pista, con la certeza de que no hay dos iguales.

Este insuceso ha puesto en alena a los músicos que poseen instrumentos irreemplazables. Ellos saben que una imprudencia en este mundo de vivos les puede costar lo que no pueden pagar.

Con razòn Jasha Heifetz hizo lo que hizo cuando llegò a Bogotá para dar un concierto con la Orquesta Sinfònica de Colombia en el Teatro Colòn, a pesar de que la ciudad no era entonces tan insegura como hoy. Sin embargo, al llegar al teatro preguntò a Ismae Arensburg empresario que le habìa contratado dònde podìa dejar uno de sus dos violines mientras el concierto. Arens burg gentilmente le respondio que él lo cuidarìa y no alcanzo a pronunciar la última silaba cuando Heifetz le entregò el instrumento, lo encerrò en el camerino, echò doble llave y saliò al escenario. Sòlo a las dos horas, tiempo que durò el concierto, Ismael Arensburg pudo recobrar la libertad.