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EL TESORO PUBLICO

Luego de dos años de rigurosa clasificación, el Banco de la República abre en exposición permanente la colección numismática que da cuenta de la historia económica del país.

30 de septiembre de 1996

Las primeras monedas de oro originales de América fueron acuñadas en el Nuevo Reino de Granada, en Santa Fe, en el mismo lugar donde hoy se levanta la Casa de Moneda, al frente de la Biblioteca Luis-Angel Arango, en el centro histórico de la capital. La sede, una construcción colonial a cuyo interior se llama todavía haciendo sonar la aldaba del siglo XVII, ha sido más conocida recientemente por su protagonismo durante la toma del Palacio de Justicia por el M-19 en 1985, que por su propio valor testimonial. A ese lugar llegó en 1620 el ingeniero militar Alonso Trujillo de Yebra, procecente de España, con un título real firmado por Felipe III que lo autorizaba para acuñar moneda en la capital del Nuevo Reino de Granada. México y Potosí llevaban un siglo de tradición numismática, pero ambas trabajaban en cobre y plata. La Casa de Moneda de Santa Fe se encargó de acuñar los primeros doblones dorados del Nuevo Continente y sorprendentemente, muchs monedas soportaron el paso del tiempo hasta las postrimerías del siglo XX, guardadas en las bóvedas del Banco de la República, Inadvertidas en cajones oscuros, al amparo de investigadores y curiosos desde hace más de 30 años, cuando la colección fue archivada indefinidamente. Las monedas primigenias, emitidas por independientes, eran de borde irregular, marcadas a martillo con el sello real. La razón es sencilla: la lámina de oro era burdamente recortada en redondo. El peso sobrante, previo balance con el dineral (pesa que compensaba la balanza y que llegaba a pesar hasta 12 kilos), era reducido con tijera. Las primeras piezas redondas, llamadas monedas de cordoncillo, aparecerían después de 1756, cuando la Corona fundó la Casa de Moneda bajo vigilancia del virrey. La recuperación de esas monedas, la mayoría de las cuales fue a parar al Viejo Mundo en la obsesión española de arrebatar el oro de América, se debió más a las casualidades del realismo mágico que a las estrategias de preservación. A comienzos de la década de 1930, un joven pescador de Honda encontró el sueño de Stevenson justo en el islote de El Mesuno, cerca de Caracolí. Impecable y dorado se hallaba enterrado el tesoro: un cofre de monedas de oro que pertenecían a la primera emisión de moneda de ese metal en América. El Banco de la República, fundado años atrás, en 1923, recuperó un total de 600 piezas. Semejante tesoro, que hace parte de la colección numismática del Emisor, es elque está a punto de rescatar para el público el mismo Banco de la República. Se trata de un ambicioso proyecto, con más de dos años de investigación, que verá sus frutos en diciembre próximo cuando la Casa de Moneda se convierta en sede de una exposición permanente sobre la Historia Económica de Colombia. La iniciativa nació en mayo de 1994, un día en que el subdirector cultural del banco, Darío Jaramillo Agudelo, y el director general, Miguel Urrutia, tentaron la curiosidad de la historiadora Angelina Araújo, una cartagenera acachacada que llevaba varios años de dicha desempolvando el archivo general numismático del banco por petición de los mismos contratantes. La clasificación de los documentos, cuya proporción ocupa unos 10.000 volúmenes -la cuarta parte de los cuales pertenece a la época de la colonia-, le costó a la investigadora, sólo en preparación técnica, un año de estudio. Paleógrafa de la Real Audiencia de Sevilla, Angelina tenía experiencia en leer, interpretar y analizar documentos antiguos, pero una cosa era leer un archivo y otra organizarlo con la seriedad que requería el del banco. Prácticamente nadie lo había consultado en el pasado y ella, luego de coronar un máster en Clasificación y Administración de Archivos para el Tercer Mundo en Londres, llegó a Bogotá en 1990, dispuesta a hacerle frente a ese monstruo de mil cabeza que todos evitaban. "Es increíble que hayan sido escritos libros de historia económica de Colombia sin consultar este archivo -comenta Araújo-. La colección es un confesionario de contratos y transacciones que describe con precisión la evolución de la economía nacional". Estaba, pues, clasificando uno de los testimonios documentales más valiosos de la Nación, cuando llegó la propuesta de organizar la exposición permanente de la colección numismática. En total son 5.000 monedas y cerca de 2.000 billetes, los cuales serán exhibidos en 42 vitrinas adecuadas con la más moderna tecnología en seguridad e iluminación. "La idea es mostrar un panorama pedagógico de la historia de la acuñación y de la moneda en Colombia desde la colonia hasta hoy", dice Angelina Araújo, y para ello los investigadores se han ayudado no sólo de maquetas móviles sino de las propias máquinas antiguas, que el banco pondrá a funcionar de manera que el público pueda ver en vivo y en directo, por ejemplo, cómo se elaboraban las monedas en el siglo pasado. Aun cuando las mayores curiosidades están concentradas en la colonia, la época republicana también ofrece sus propias atracciones, como el primer bono de deuda externa, firmado con Inglaterra por Francisco Antonio Zea en 1822 por dos millones de libras esterlinas, o como los billetes emitidos en provincia cuando esa labor no era exclusiva del banco central, o los que se pusieron en circulación en la Guerra de los Mil Días; o como la moneda acuñada en Cartagena durante la Regeneración, en cuyo anverso fue grabada la imagen de doña Soledad Román -esposa del presidente Rafael Núñez- en reemplazo de la tradicional imagen de la libertad. Su circulación armó tal escándalo que la emisión fue recogida casi de inmediato. Pero, independientemente de las curiosidades, lo cierto es que en las cuñas y metales de la colección numismática está resumida la historia económica nacional. Y la recuperación para el público de un acervo histórico como éste no deja de ser una excelente noticia en un país que tantas muestras de descuido ha demostrado con su patrimonio.