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L I B R O S

El verdadero, el místico, el inefable mundo

Veinticuatro aproximaciones literarias a las vidas de santos y místicos de diferentes épocas.

Luis Fernando Afanador
26 de junio de 2000

Enrique Serrano
De Parte de Dios
Seix Barral, 2000
245 Paginas
$ 30.000

Con la Marca de España (1997), su primer libro, Enrique Serrano ya había llamado la atención de críticos, lectores y de las dos grandes figuras de nuestra literatura: Gabriel García Márquez y Alvaro Mutis. Una voz esencial —precisa, sabia, poética— se hacía oír en el no muy cambiante panorama de la literatura colombiana. Eran relatos cortos en los cuales se narraban las historias de una serie de olvidados personajes españoles. Su ‘marca’ consistía en que no podían decidir su destino. Tenían brillo, inteligencia, sabiduría, pero lo perdían todo en un instante de manera terrible y dramática.

Hay momentos en los que se define nuestra naturaleza —era su hipótesis en el mencionado libro— y éstos son suficientes para narrar el alma. A través del lenguaje buscaba sentimientos intensos, liberadores, epifánicos, en los que todo quedara dicho. Su propuesta literaria era que la vida de un hombre podía abarcarse en unos cuantos renglones.

En De parte de Dios, su nuevo libro con 24 biografías apócrifas de personajes místicos que existieron, Serrano parece continuar en el mismo camino: leer la historia y revestir de emoción ciertos acontecimientos. De la guerra, la hispanidad, la filosofía y la muerte pasa ahora a la religión: su perspectiva sigue siendo universal, su estilo no abandona la hondura y la densidad literarias.

Aunque, por cierto, hablar de Dios, de seres que dicen haber oído la voz de Dios, que fueron rozados por la divinidad, resulta hoy, en el mundo intrascendente, más inactual que sus temas anteriores: “Ahora parece que vine a destiempo a esta tierra, en aciagos días en los que se ha acabado la paciencia del hombre para explorar las rutas profundas. No sabemos para qué vivimos, y muchos canallas dicen que en verdad no importa saberlo”. Son palabras del filósofo Sören Kierkegaard, uno de los convocados en De parte de Dios. Porque, valga decirlo, también hay pintores renacentistas como Durero, matemáticos como Aryabhata y poetas vagabundos —abundan los poetas— como Basho. Para Serrano, el carácter místico no es exclusivo de los santos.

Pero ¿qué es lo místico? Es —dice Serrano— la creencia en Dios como lo único importante, como el centro de todas las explicaciones. Dios es el resumen vivo de todas las esencias, la fuente inspiradora del pensamiento y de la acción, la raíz de lo claro y de lo oscuro, el bosque en que se anidan todos los seres en una danza eterna. Los místicos creen poder encontrarlo y comunicarse con él. Por eso necesitan “separarse del tráfico frenético del mundo”.

Dentro de la visión nada ortodoxa de este libro, Dios puede manifestarse —según anotó Darío Jaramillo en su presentación— de forma diversa y contradictoria: para Miguel de Molinos, las maneras de llegar a Dios son quietud y silencio: “Dios es sutil y se marcha cuando alguien se mueve”. Para Rumi, el baile y la música son la vía: “Pretendía despertar las almas de su sueño por medio de la sagrada música”. Risa, alegría, llanto: dependerá de cada místico. Para Hefiz “no hay más que un mandato perentorio de Alá: cada cosa debe ser objeto de alegría”. Y Tung Po vino al mundo “para reír y hacer reír, para librar una guerra contra la pesadez”. En cambio, Efrén de Siria “quería hervir al mundo entero en un torrente de llanto, para lavar todas la culpas y curar todos los males por la magia del arrepentimiento”. Otros lo alcanzarán a través de la mentira, la lujuria o la crueldad. Y todos, con exceso y desmesura.

Un libro para creyentes, ateos, agnósticos; incluso para hombres prácticos, aquellos que “llevan el hilo de las cosas”. Porque desde lo laico también puede accederse a lo sagrado y al misterio. Haber desterrado alegremente dichas palabras, sin medir las consecuencias, es quizá la gran tragedia de la época moderna.