Home

Cultura

Artículo

Ellas se las trae

‘Lolita’, ‘La Maga’ y ‘Angela Vicario’ son mujeres que han hecho soñar a los lectores. ‘Pandora’ de R.H. Moreno-Durán, explora 37 personajes femeninos que se inmortalizaron en la literatura.

24 de abril de 2000

Despues de recibir por parte de Hans Castorp una de las declaraciones de amor más elogiadas en la historia de la literatura Clawdia Chauchat decidió darle el secreto más hermoso que jamás le haya regalado a un hombre: una radiografía de sus pulmones. El bello gesto de Clawdia trascendió a través de las páginas de La Montaña Mágica de Thomas Mann. Su nombre se ha inmortalizado y más de un lector ha soñado con ella. Pero no es el único personaje femenino que ha logrado tal efecto. Sin ir muy lejos Lolita, de Vladimir Nabokov, se ha convertido en un lugar común hasta para los más desprevenidos libretistas de telenovelas.

Decenas de mujeres producto de la imaginación han trascendido la realidad y han atrapado a los lectores. Ellas tuvieron un pasado, esperanzas, frustraciones. Rafael Humberto Moreno-Durán ahonda en Pandora, su más reciente libro, en la vida de 37 mujeres que se inmortalizaron gracias a la pluma de los grandes escritores.

La idea le surgió por una premisa que siempre lo ha inquietado: “Los hombres forjaron utopías que no alcanzaron a cumplir la edad de una mujer”. Los 72 años que duró el comunismo no superaron el tiempo de Larisa Fiodorovna, la protagonista de la novela Doctor Zhivago. El fascismo escasamente contó con los 23 años que tenía Adriana en La Romana de Alberto Moravia. “El ideal de Franco de su España eterna no sobrepasa los 36 años de ‘Yerma’ de Federico García Lorca. Y ni siquiera la pretensiosa teoría nacionalsocialista de Hitler alcanza los 12 años que tenía Lolita cuando conoce al profesor que la triplica en edad y se enamora de ella”, afirma Moreno-Durán.

El libro recrea, entre otras, a Odette de Crécy, personaje central de En busca del tiempo perdido de Proust, a Fraulein Burnster de El proceso de Kafka, a May Gisors de La condición humana de Malraux, hasta llegar a la protagonista sin nombre que cuenta su historia en primera persona en El amante de la China del Norte de Marguerite Duras. En cada una de ellas siempre hay un trasfondo político.

Madres, esposas, amantes y prostitutas vivieron el amor, la muerte y la venganza de una forma diferente. Cada escritor les forjó un destino distinto, muchas veces fatal. Como el caso de Emma Zunz, de Jorge Luis Borges, quien para vengar a su padre pierde su virginidad con un marinero escandinavo mientras se hace pasar por una prostituta. O la resignación de Kesa en la novela Kesa y Morito de Ryonosuke Akutagawa, cuando ella confiesa: “Wataru me ama. Pero ya nada puedo hacer por su amor. Hace tiempo que sólo amo a un hombre. Precisamente al hombre que esta noche vendrá a matarme...”.

Para Moreno-Durán la mujer no comenzó a ganar su verdadero lugar en la sociedad a partir de los años 60, como se ha especulado, sino desde mucho antes. Para él, personajes de comienzos del siglo XX, como Rosa Freich de El ángel azul de Heinrich Mann, y La niña Chole de Valle-Inclán, ya pensaban y actuaban libremente con cuerpo y alma. “Ni Joyce ni Nabokov le pidieron permiso a nadie para crear a esas mujeres, que son más libres que cualquier ser en el mundo. El día de la mujer debería celebrarse el 16 de junio para conmemorar el día en que Molly Bloom, a través de el ‘Ulises’, le enseñó a la mujer que la libertad no tenía nada que ver con el complejo de culpa”, dice Moreno-Durán.

A pesar de la diversidad de los contextos en los que surgieron estos personajes cada uno vivió a su manera el amor. Es aquí donde las citas escogidas por el autor juegan un papel fundamental para soportar la minuciosa investigación sobre los sentimientos y el sexo femenino. “A las mujeres apasionadas se les engaña siempre”, le dice el marqués de Bradomín a la niña Chole, mientras que en La ópera de los tres centavos de Brecht, Polly le confiesa a Lucy: “Un hombre siempre tiene miedo de una mujer que lo ama demasiado”.

La invitación para acercarse cada vez más a estas mujeres no puede ser mejor. Para Moreno-Durán la única que no tiene ningún encanto erótico es Nadja, protagonista de la novela homónima de André Breton. Sin embargo las hay para todos los gustos. Para quienes gozan de lo trágico y para quienes prefieren la ternura. Para amantes de las mentirosas como Angela Vicario en Crónica de una muerte anunciada o de las enigmáticas como La Maga en Rayuela de Cortázar. Al fin y al cabo, como dijo Proust en una cita que también hace parte del libro: “Una mujer no es más que el tránsito a otra mujer”.