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ELOGIO DE LA LOCURA

Todo un cuestionamiento de las normas sociales, en la última película de Barbra Streisand

30 de mayo de 1988

Alguna vez el dramaturgo británico George Bernard Shaw escribió que, "el que dice la verdad no tiene salvación". Esta muchacha de pelo claro y nariz larga, llamada Claudia Faith Draper tampoco tiene salvación. Se ha pasado la vida diciendo lo que piensa, asustando a los demás con su salvaje sinceridad haciendo lo que quiere con su cuerpo hermoso, que vende bien caro a clientes exigentes, perversos y refinados.
Por eso, cuando comienza la película "Me quieren volver loca" ("Nuts" dirigida por el veterano Martin Ritt el mismo de "Norma Rae"), Claudia está en serios problemas: la acusan de haber asesinado a uno de sus clientes.
Todas las pruebas están en su contra y lo que es peor, nadie, ni sus padres, ni las autoridades, ni los sicólogos, ni los médicos, ni los amigos, quieren que Claudia esté en la calle, libre, hablando y diciendo lo que se le antoje. Aparentemente no tiene salvación.
La película plantea uno de los aspectos más delicados y controvertidos de la jurisprudencia contemporánea: los límites que existen entre los enfermos mentales que cometen un delito y los simples delincuentes que obran con pleno dominio de sus facultades. Como dice el director Ritt: "¿ Qué significa la palabra `normal', qué significa que una mujer esté `loca', quién en realidad está `loco' y quién está `sano', quién tiene la autoridad moral, científica y social para decidir si esta mujer merece o no una oportunidad para demostrar si obró o no en uso de sus facultades?".
Barbra Streisand, productora, protagonista y compositora de "Me quieren volver loca", ha logrado un personaje salvaje, tenso, violento y cargado de amenazas. Cuando la llevan a juicio por primera vez, el espectador enseguida descubre que existe una confabulación de todos para dejarla encerrada para siempre. Los padres, que han sufrido por su conducta amoral, encuentran así la ocasión de corregirla y de paso, cobrarse todos los malos ratos que les ha causado. El juez quiere salir pronto de ese caso que considera fácil y, tanto el director de la clínica mental como el fiscal, están de acuerdo en que lo mejor para todos es que esa mujer que es amarrada, encerrada, golpeada y drogada permanezca enjaulada como un animal peligroso. Por simple rutina y viendo que la acusada no tiene quién la defienda, encargan a un abogado casi anónimo, Aaron Levinsky, interpretado apasionadamente por Richard Dreyfuss, quien Coll desgano y pocas motivaciones toma el caso como uno más, hasta cuando comienza a desenredar esta madeja tan compleja y tiene que vencer la resistencia y la desconfianza de la muchacha y la va conociendo en un proceso síquico y amistoso que recuerda la historia de otra película, también de tema jurídico, que veremos pronto: "Sospechoso", con Cher.
La fuerza de la película está en los estupendos diálogos. En una época en la cual el espectador se ve acosado por las pirotecnias visuales de los grandes camarógrafos y por los efectos especiales, asombra que Martir Ritt haya dejado el peso de la historia más en la palabra que en la acción. Será en ese juicio, cuando el abogado consiga reabrir el caso, cuando todo regresen al estrado, cuando Claudia tenga que abrir su alma y su cuerpo ante el juez y el mundo entero, donde comprenderemos y descubriremos la verdaderas raíces de la conducta anti social de la muchacha y cómo los mismos padres, que ahora aparecen como santos y mártires, fueron los germinadores de la semilla del mal que la, sociedad quiere descartar ahora, como un acto de expiación tardía.
Los temas jurídicos son dificiles de manejar en el cine. Los argumentos de acusadores y defensores, los testimonios, las pruebas? las reconstrucciones, los diálogos cruzados se pueden convertir en un material aburridor para ese espectador, aparéntemente indefenso en la butaca Películas como "Heredarás del viento", "Doce hombres en pugna", "Matar un ruiseñor", "Sospechoso", "Y justicia para todos", "Veredicto" y "El hombre equivocado" son muestras interesantes de este género de historias relacionadas con procesos judiciales. "Me quieren volver loca" contiene una fuerza dramática que la equipara con aquéllas. La relación que se establece entre abogado y clienta, la forma como ese animal herido se lame las cicatrices y deja que el tímido profesional le tienda la mano, el cinismo que va mermando mientras los padres, el juez, el fiscal y el sicólogo contemplan a su enemiga cada vez más hundida, es uno de los momentos más emocionantes de la película porque en medio de las peores circunstancias, en medio de las amenazas y los peligros más inmediatos, Claudia Faith Draper sigue creyendo en ella misma, rechaza la insania que le quieren adjudicar, ataca con las mismas armas que le apuntan y echa mano de toda su vulgaridad y toda su agresividad para enfrentarlos: el espectador seguramente quedará agotado después de estos combates, que le dejarán la inquietud de averiguar enseguida, apenas salga de la sala, qué diferencias existen entre una persona "loca" y otra que está "sana" y si acaso, gracias a la flexibilidad de los significados, ambos términos ya perdieron sus respectivas identidades. La historia de Claudia sirve para meditarlo.--