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ELOGIO DEL BARRO

Las artesanías de la zona cafetera y la importancia del ladrillo en la arquitectura colombiana en dos libros de Villegas Editores.

16 de enero de 1989

Libros-regalo como suele llamarse a aquellos libros de gran formato editados con las más altas exigencias de calidad gráfica y estética, constituyen un verdadero placer y un lujo en cualquier biblioteca. Pocas editoriales en el país se han especializado en este tipo de ediciones. Una en especial merece destacarse en nuestro medio; es la de Benjamín Villegas Jiménez. Labor de alto profesionalismo, siempre en busca de la excelencia, es ésta aplicada a dos nuevos títulos que por estos días aparecen en las librerías: "Artefactos" de Liliana Villegas y "Señor ladrillo" de Franca Pacini y Benjamín Villegas. La idea de "Artefactos" es original y entraña un amor esencial por una región, en este caso el viejo Caldas. Su autora fue descubriendo cómo la vida cotidiana que se desarrolla en medio de un número de objetos creados por el hombre para su uso práctico, revela en ellos otros valores: su condición estética, la originalidad de su forma y diseño, la riqueza en su invención, el recurso del ingenio. Y así, leyendo en la larga tradición de lo artesanal, redescubriendo el alma de los objetos que el uso ha hecho anónimos, Liliana Villegas levantó lo que puede denominarse su espléndido inventario, para clasificarlos y mostrar, a través de valiosas fotografías, su presencia, como su destino tan próximo a la actividad del hombre de estas tierras.
La zona cafetera por excelencia en el país, tiene una vigorosa identidad que se reconoce en la laboriosidad sin tregua de su gente. Ellos han poblado su territorio, sus aldeas, ciudades y veredas con aquello que la autora llama "La cultura del café" aludiendo a las respuestas múltipies que el hombre desarrolla a partir del encuentro con la naturaleza. Porque aquí se trata de elementos que provienen del entorno natural, transformados no ya en mercancías en serie: se trata de la modesta obra de arte y no la del ostentoso objeto de diseño anónimo para el consumo masivo.
Sin embargo, no podemos olvidar la continuidad de un proceso de producción que se da en la transformación de una sociedad eminentemente rural en una incipientemente industrial.
Buena parte de la pujante industria caldense de hoy se fraguó en humildes talleres artesanales y este libro muestra cómo algunos objetos útiles aunque producidos de manera industrial recuerdan aún sus origenes. La tradición popular permanece viva en el viejo Caldas y si la encontramos en su expresión de raigambre mítica o festiva, también se nos manifiesta en el capitel de una pilastra vernacular, en la talla de un mueble del artífice consumado, en los colores del mural callejero y en los alegres y abigarrados paisajes de una cantina. Todo ese color local hace parte de una cultura, como las herramientas.de uso diario, el carriel y la jáquima y el delicado bordado de un tejido; o sea, en cada objeto en donde la huella del artífice ha recordado la presencia de una tradición.
En "Señor ladrillo" los autores han tomado un solo objeto, que a la vez es símbolo -el ladrillo- y han multiplicado su presencia en los más variados lugares. Entonces este libro que patrocinó la Ladrillera Santa Fe, recoge en más de 300 excelentes fotografías la presencia del ladrillo como elemento fundamental en las construcciones arquitectónicas levantadas por el hombre. Es el módula fundamental, quizá la más antigua invención humana para la construcción de su habitat. Y aquí se enseña como tal, conformando desde las más humildes viviendas hasta los espacios encerrados por ellos y cuya sofisticación es privilegio y orgullo de pocos.
Elogio al ladrillo y al barro del cual proviene, este volumen es una verdadera antología que recoge su presencia valiosa, realzada por fotógrafos de primer orden. Sin embargo pasando las páginas del libro, intentando establecer la ubicación de cada lugar, el detalle de una fachada, la explanada de una plaza, se echa de menos el indice en donde se nos indique a qué lugar corresponden las láminas, o bien los brevísimos pies de foto para acompañar las estupenda fotografías. El ladrillo en su eterna permanencia, en la civilización ha acompañado al hombre a lo largo de su historia, en su industrialidad y progreso. Marguerite Yourcena describió su extensión así en "Memorias de Adriano": "En Roma utilizaba de preferencia el ladrillo Eterno que sólo muy lentamente vuelve a la tierra de la cual ha nacido y cuyo lento desmoronamiento e imperceptible desgaste se cumplen de modo tal que el edificio sigue siendo montaña aún cuando haya dejado de ser visiblemente una fortaleza, un circo o una tumba".