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En blanco y negro

Spike Lee, un joven actor y director negro, esta entre los candidatos al Oscar con su película "Haz lo correcto".

2 de abril de 1990


"HAZ LO CORRECTO"
Escrita, producida, dirigida y protagonizada por Spike Lee.
La historia de "Haz lo correcto" ("Do the right thing"), transcurre durante las 24 horas del que se considera el día más caliente del verano neoyorkino, para ser más exactos, de la zona de Bedford-Stuvyvesant, vecina de Brooklyn. A medida que la película avanza, a medida que el tono de alegre comedia va deslizandose hacia lo trágico y lo violento, el espectador alcanza a sentir que el calor es factor predominante. Que sólo gracias al sudor, el cansancio, el sol que golpea el cemento y los cuerpos negros, los acontecimientos transcurrirán de esta forma. Inevitablemente. Como en una tragedia griega y no por simple azar, la película conserva un lenguaje teatral, alimentado con una sucesión de cuadros que contiene lo ridículo, lo trágico, lo cómico, lo amoroso, lo tierno, lo erótico, lo violento, lo angustioso, lo verdadero, lo falso y también lo desesperante de vivir en una de las zonas más pobres y peligrosas de Nueva York.
El director Spike Lee apenas sobrepasa los 25 años de edad. Este es su tercer largometraje. Recientemente, al publicar un largo ensayo sobre los artistas norteamericanos del próximo siglo, el semanario Newsweek le dedicaba la carátula a Lee. La causa: "Haz lo correcto", película que fue presentada en Cannes y le mereció el premio especial del jurado, impresionado por la carga de humor y la imaginación, y por la técnica impecable utilizada para contar lo que le ocurre a un grupo de hombres, mujeres, niños y ancianos que vive en esa calle. Cuando le pidieron que definiera su cine, Lee respondió: "Soy negro. Quiero hacer películas sobre la vida de los negros. No soy Steven Spielberg ni George Lucas y no trato de imitarles, aunque les admire". Eso se siente mirando su película, inspirada por uno de los incidentes raciales más celebres en la historia de Nueva York: La tragedia de Howard Beach, en la que un negro perseguido por una banda de adolescentes, es encontrado muerto por la policía.
Los personajes son los de la realidad cotidiana. Esta el dueño de la pizzería, Sal (interpretado por Danny Aiello, quien ha sido nominado al Oscar por este vigoroso personaje) quien maneja el negocio con sus dos hijos perezosos, el tranquilo Vito y el racista y pendenciero Pino, y los tres se la pasan amargando la vida del empleado y repartidor de pizzas a domicilio, Mookie (el mismo Spike Lee), quien toma la vida con calma.
Mookie trabaja lo menos posible, aprovecha cualquier pedido de la calle para escaparse a la casa donde viven la mujer y el hijo pequeño. La pizzería tiene 20 años de funcionar en el mismo sitio. Dos generaciones de negros han devorado las porciones de pizza con abundante queso derretido. Son los únicos blancos del vecindario. En la acera opuesta, una familia coreana tiene una tienda de verduras y frutas. Todos los demás personajes son negros: Da Mayor, un borrachín que es filósofo y suelta discursos en cada esquina (interpretado por Ossie Davis, el formidabie y veterano actor); Mother Sister, reconocida como los ojos y los oidos y la lengua del lugar, está todo el día en la ventana y compra peleas ajenas; Love Daddy, el animador de la pequeña estación de radio que envía mensajes a los que escuchan su música pegajosa; Radio Raheem, robusto y callado y atronando el aire con su descomunal grabadora que mantiene a todo volúmen; Buggin Out, el predicador y activista que intenta mantener la llama de la negritud encendida. También están los tres hombres de la esquina, siempre sentados, bebiendo cualquier cosa, haciendo y deshaciendo los acontecimientos de todos los días.
Con esos personajes, con la historia tensa y personal de cada uno, sobreviviendo en medio de las peores condiciones, con la carga de resentimientos y abusos que ha venido aumentando con los años, la película necesariamente tiene que derivar hacia lo trágico, hacia lo violento, hacia lo racista, hacia lo intolerable. Spike Lee no disimula sus intenciones. Las dos citas finales, tomadas de sendos discursos de Martin Luther King y Malcom X, o sea, extremos de la politización de los negros, indican que la segregación se alimenta con simples detalles, con situaciones cotidianas que van engordando hasta explotar: que el dueño de la pizzería no quiera colgar retratos de personajes negros en las paredes de su negocio o que el muchacho negro no acepte reducir el volúmen de su descomunal grabadora. La convivencia se desintegra y desaparece. No importa que el blanco lleve 20 años con su pizzería en el barrio. No importa porque, gracias al calor que nada puede reducir gracias a la desesperación y el aburrimiento cualquier incidente banal se convierte en una batalla final.
Spike Lee con su humor cínico, con su lenguaje cinematográfico que se alimenta con las cosas de todos los días es, junto a otro director muy joven, Steven Soderbergh (realizador de "Sexo, mentiras y video", ganadora en Cannes), la revelación de los noventa; ambos representan la nueva generación que viene después de Scorsese, Allen, Milius, Coppola y Spielberg. Una generación que capta con sus cámaras lo que esta sucediendo en la calle o en una habitación, sin manipulaciones o trampas, simplemente filmando o para que a la salida del cine ese espectador tome partido.
La música, compuesta por William J. Lee, padre del realizador, es parte fundamental de la película. Agresiva, pegajosa, refleja el calor, la intolerancia y la violencia que están incubandose. Es que los personajes hablan y se mueven al ritmo de esa música que plantea otro lenguaje, más rabioso y explícito.