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La exposición de l maestro Edgar Negret en el Museo Nacional estará abierta hasta el 14 de mayo

artes plásticas

En el centro del arte

Basta caminar pocos metros en Bogotá para apreciar cinco exposiciones representativas de las últimas seis décadas del arte colombiano.

18 de marzo de 2006

De las esculturas ya clásicas del maestro Edgar Negret a la propuesta multimedia de José Alejandro Restrepo. De lo último del artista pop barranquillero Álvaro Barrios a las nuevas esculturas de Bernardo Salcedo y la retrospectiva de Santiago Cárdenas, ya analizada en la edición 1242 de SEMANA. Todo esto ocurre en el centro de Bogotá, entre las carreras quinta y séptima, y las calles 24 y 28.

Jaime Cerón y Fernando Gómez Echeverri, dos destacados críticos de arte, acompañaron a SEMANA en un recorrido que comenzó en el austero edificio de tres pisos de la Fundación Valenzuela & Klenner, donde José Alejandro Restrepo expone Video, pasión y muerte, que recoge el resultado de cinco años de investigación y reflexión sobre diversos fenómenos relacionados con las imágenes religiosas tales como sus formas de representación, ideología y efectos políticos.

Para el artista, "esta es una continuación de una exposición de 2000 que se llamó 'Iconomia'. Desde entonces, he estado investigando entre los problemas de las imágenes religiosas y el poder de las imágenes, tanto político como religioso. Esto me ha llevado a investigar el arte barroco en la Nueva Granada en las iglesias de Bogotá". Ese interés por el arte barroco neogranadino lo ha conducido a centrarse en íconos como los de Santa Lucía y San Juan Bautista. En esta muestra, Restrepo trabajó fotografía y video. En Santo Job proyecta la imagen en movimiento de un hombre acostado con la máscara del luchador El Santo, sobre la cual reposa una estructura donde crecen unos gusanos de seda. En estos días, las larvas están a punto de encerrarse en sus capullos. Otros videos, tomados de la televisión, muestran imágenes de un exorcismo, de sanadores y de soldados que cantan villancicos, portan imágenes de santos, vírgenes y crucifijos, y saludan a un obispo. "Estas son imágenes que uno relaciona más con sicarios y el hampa que con los soldados", comenta Gómez. Para Restrepo se trata de un tema de gran actualidad en estos tiempos de mesías iluminados, de guerras santas y de cruzadas contra el Eje del Mal, pero también recalca la relación entre el vía crucis y la violencia que ha vivido Colombia en los años 50, 80 y 90. "Estas formas de violencia se ensañan con el cuerpo, tal como ocurre en los martirios propios de la religión católica". En otro video muestra a San Miguel, patrono de Mocoa, Putumayo, que fuma basuco mientras expulsa al demonio.

"Restrepo trabaja con imágenes recicladas, algo muy característico en varios de los exponentes del arte contemporáneo en Colombia, pero lo más interesante es que trabaja con una tecnología muy básica, conocida como 'low-tech", comenta Gómez.

Restrepo alterna estos íconos sacros con imágenes de archivo de televisión sobre sanadores y soldados de Cristo.

Restrepo considera que el poder que tienen las imágenes y esta cultura que gira alrededor de las imágenes viene de la exuberancia del barroco religioso. "La obra de José Alejandro Restrepo es una de las más sólidas del arte colombiano, dice Jaime Cerón. Sobre todo en sus investigaciones sociales. Es una especie de antropólogo heterodoxo". Gómez agrega: "Cuando José Alejandro expuso la 'Musa paradisíaca' en 1996, en el Museo de Arte Moderno, en el mismo espacio se presentaba la obra de un pintor español cuya mayor atracción era que su catálogo había sido escrito por Mario Vargas Llosa. Eso hizo que esta obra, que guardando las distancias se podría comparar con 'La Violencia', de Obregón, pasara inadvertida. El que ahora se le preste atención a Restrepo hace ver que ya logró entrar al establecimiento, algo más que justo con una obra tan inteligente como la suya", concluyó Gómez.

A media cuadra de distancia, en la Galería Alonso Garcés, Bernardo Salcedo expone Catedrales, una serie de esculturas que hizo a partir de fragmentos de un altar colonial destruido que le regaló un anticuario. Salcedo es un representante de la generación intermedia entre Botero, Obregón y compañía, y las nuevas figuras del arte nacional como Doris Salcedo, Óscar Muñoz y el propio Restrepo.

Salcedo formó parte del grupo que a principio de la década de los 70 realizó la primera exposición de arte conceptual en Colombia, y nunca ha dejado de sorprender con sus propuestas en las que suele utilizar objetos de la vida cotidiana. En este caso aprovechó los restos de una reliquia del período colonial para cuestionar la relación que siempre ha existido entre religión y arte. "No se puede decir que se trate de modelos de catedrales. Hay un carácter compacto y cerrado sobre sí mismo que las hace ver como potenciales no-lugares", manifiesta Jaime Cerón.

Al atravesar la carrera quinta está la Galería Mundo (ver recuadro) y basta bajar por las escaleras que separan las Torres del Parque de Rogelio Salmona con el Parque de la Independencia para llegar a la Galería Santa Fe, que funciona en el segundo piso del Planetario Distrital.

Allí, el propio Cerón curó la muestra Los Caribes en la Santa Fe, en la que Álvaro Barrios expone por primera vez en casi 10 años un número considerable de sus pinturas. Lo acompañan Gustavo Turizo, artista que falleció en 2002, y Marco Mojica, ganador del Premio Botero de 2005. Son tres artistas barranquilleros que han abordado el arte desde la pintura, pero enfocándolo a lo conceptual.

En esta exposición, Barrios aborda diversos momentos estelares del arte contemporáneo desde la mirada de personajes del cómic. En algunos de ellos, los protagonistas son personajes de Superman, en otros es Frida Kahlo. "Lo interesante de Barrios es que es el artista colombiano más pop, realmente sí retomó toda la iconografía del cómic. Tiene un sentido del humor delicioso. Uno sale contento después de ver una exposición de él", señala Gómez.

Cerón es un gran admirador de Turizo, "un pintor que vivió siempre a la sombra de Barrios y que murió en 2002". Se caracteriza por apoyarse en ilustraciones de libros de texto escolares, con los cuales mira de manera irónica la vida cotidiana. El recorrido se cierra con la obra de Marco Mojica, ganador del premio Botero 2005, quien representa a la nueva generación la pintura colombiana. En sus cuadros se percibe la soledad del hombre ante los objetos y las máquinas que lo rodean.

A dos cuadras de allí, en el Museo Nacional, se le rinde un gran homenaje al maestro Édgar Negret con una retrospectiva que ocupa la sala de exposiciones temporales y que, además, se reparte por todo el museo, pues algunas de sus piezas se relacionan con diversos temas de la historia de Colombia y del arte en el país.

El cuerpo central de esta exposición, que no es cronológica, se divide en cuatro ejes: la máquina, el espíritu, naturaleza y orígenes.

"Negret es el último gran artista vivo de la generación de Wiedeman, Obregón, Ramírez Villamizar, Grau y Roda, y es el más grande escultor colombiano de la historia. Es mi artista preferido de esa generación y creo que Colombia ha desaprovechado haber tenido un artista de ese calibre y no tener más de sus esculturas públicas en las diferentes ciudades del país", señala Gómez. De hecho, su obra se encuentra en muchos de los museos de arte moderno más importantes del mundo y espacios públicos de grandes ciudades.

Eduardo Serrano, curador de la exposición, se unió al grupo y explicó que el gran aporte de Negret al arte universal es haber utilizado el aluminio, un metal maleable y ligero que hizo realidad el sueño de los estructuralistas, que siempre buscaron en vano atrapar el espacio exterior de sus obras dentro de la escultura. "Negret lo logra con sus superficies curvas", señala Serrano.

Negret, al pintar las esculturas, les quita el aspecto frío que provoca el metal. Al curvar el material, de paso, comienza a escapar progresivamente de las ataduras formales que le imponía el rigor del modernismo. Cerón destacó la selección de las obras porque le permiten apreciar al público esculturas como Casa de serpientes.

Un poco más de dos horas son suficientes para hacerse una idea bastante completa de varias de las tendencias más importantes del arte colombiano.