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EN EL NOMBRE DEL PADRE

Curiosamente fue nominada a siete Oscares y no ganó ninguno. Pero, sin duda, es una de las mejores del año.

25 de abril de 1994

CON SOLO TRES largometrajes en su carrera, el director irlandés Jim Sheridan ha logrado colarse en la lista de los mejores cineastas del momento. Su cinta Juego de lágrimas, nominada al Oscar como mejor película el año pasado, no había acabado de acaparar los elogios de la crítica europea y estadounidense, cuando Sheridan ya estaba a la caza de su segunda gran explosión: En el nombre del padre.
Basado en un caso real -la detención y condena por terrorismo de una inocente familia irlandesa, acusada de pertenecer al IRA y de causar la muerte de varios estudiantes en un atentado en Guilford (Inglaterra)-, Sheridan hace un serio cuestionamiento a la justicia del Estado. Pero al mismo tiempo, analiza las circunstancias que se desprenden de ella, tanto en las relaciones familiares como en las sociales y religiosas.
En una asombrosa representación, que le habría merecido el Oscar si no fuera porque la Academia tiene la tendencia a otorgarlo a personajes de lisiados o enfermos (este año a Tom Hanks por su papel de abogado portador del sida), Daniel Day-Lewis protagoniza a Gerry Conlon, un vago joven irlandés, ajeno a la política y con mayor razón al terrorismo, utilizado como chivo expiatorio de la fiscalía inglesa. El, su padre, su tía y un grupo de amigos, sufrirán todo el peso de la injusticia; una injusticia que obligará a Conlon a madurar como nunca se lo imaginó.
Sheridan explora, entonces, las relaciones de poder entre padre e hijo, entre Estado y ciudadano, entre religión y creyente. Tres vertientes distintas que de alguna manera se cruzan en todo su rigor en la vida de Gerry.
La tensión dramática del filme, impecablemente ambientado y musicalizado, recae también sobre la figura del actor Pete Postlethwaite (nominado como mejor actor de reparto), quien hace las veces del padre de Gerry: y sobre Emma Thompson (nominada a mejor actriz de reparto), la abogada que intentará cambiar el aniquilador fallo de la Corte.
Con un guión bien estructurado y en poco más de dos horas, En el nombre del padre penetra en la conciencia del espectador sobrecogiéndolo y tal vez removiéndole sus conceptos sobre la justicia y la compasión social. Una película dura pero dinámica, con excelentes personajes y sólidamente construida que puede arrancar más de un improvisado aplauso.

Más travestidos
DESPUES DEL éxito de Robin Williams en Mrs. Doubtfire, muchos directores y actores han decidido meterle mano al travestismo para explotarlo en el género de la comedia. Ahora le toca el turno a Gary Oldman, lanzado a la fama con su interpretación de Drácula en la cinta de Francis Ford Coppola.
El, Willem Dafoe y Wisley Snipes, se transformarán en tres travestidos dispuestos a armar una cantidad de disparates en el medio oeste estadounidense con tal de ganarse el premio mayor en un concurso femenino. La cinta será producida por Steven Spielberg y dirigida por Beeban Kidron, la misma de Romance Otoñal.

Mrs. Doubtfire
Como nana, Robin Williams es, sencillamente, genial.
POCAS VECES SE juntan en cartelera películas tan disímiles como buenas. Al lado de La lista de Schindler o En el nombre del padre, parece que una comedia perdiera fuerza. Pero en el caso de Mrs. Doubtfire (Papá por siempre) la hipótesis queda descartada. En contadas ocasiones el público se divierte tanto como en esta película, dirigida por Chris Columbus, el mismo de Mi pobre angelito 1 y 2, y protagonizada por el versátil Robin Williams.
Se trata de la historia de un hombre que, después del divorcio con su esposa, interpretada por Sally Field, resuelve transformarse en nana para poder compartir más tiempo con sus hijos. El solo hecho de ver a Williams convertido en una anciana y adorable mujer, despierta la atención del espectador.
Curiosamente, no es la primera vez que el cine se le mide a este tipo de travestismo. El género -si así se le puede llamar- se inició en 1959, con la película Some Like it Hot, con Jak Lemmon y Tony Curtis, y se inmortalizó con Zootsie, gracias al talento de Dustin Hoffman. A pesar de no ser una innovación, Mrs. Doubtfire es divertida de principio a fin. Tanto que se ha convertido en la película taquillera del año en Estados Unidos, con más de 200 millones de dólares recaudados.
La cinta posee todos los lugares comunes de la comedia estadounidense, el típico humor gringo cuyo único objetivo es el entretenimiento de toda la familia. Pero esto, que puede ser su máximo error, es compensado magistralmente por el trabajo de Robin Williams, conocido en Hollywood desde Good Morning Vietnam y luego erigido como uno de los mejores cómicos estadounidenses. Su actuación es, sencillamente, genial; y el maquillaje (premiado con el Oscar en esa categoría), excepcional. Nadie pretende que sea una obra maestra. Pero estos factores, sumados a la gracia del argumento, convierten a Mrs. Doubtfire en una de las comedias más divertidas de los últimos años.