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EN LA CUERDA FLOJA

'Tamayo familiar' y 'Adorables enemigos' no han cambiado el desastroso panorama del género cómico en la televisión nacional.

16 de diciembre de 1996

Parodiando el nombre del exitoso dramatizado de hace algunos años Cuando quiero llorar no lloro, tal parece que la comedia nacional cuando quiere reír no ríe. Y ese sería realmente el meollo del asunto de su actual crisis. Nadie está pidiendo historias trascendentales ni superproducciones, pero lo mínimo que exige un espectador es que si le ofrecen comedias en un espacio, éstas despierten su sentido del humor. Pero este no aparece por ninguna parte y donde lo había cada vez tiende más a diluirse. Si Dejémonos de vainas tuvo su época dorada en la que bombardeó con ingenio el corazón de la histérica clase media colombiana, si Vuelo secreto acertó en el retrato paródico del mundo de las oficinas, las medias veladas, los viejitos verdes y los mensajeros rebuscones, su momento ya pasó. Los libretos se diluyeron en una autorrepetición estéril y los personajes se volvieron caricaturas de sí mismos. Y Cazados, una comedia de este año que había alcanzado un nivel decoroso de penetración social y de humor inteligente, de un día para otro cambió de historias, personajes y rumbo, aunque conservara abusivamente con el televidente el mismo título. Siendo este el estado de las cosas, el respiro creativo sólo podrá venir de nuevos proyectos porque los que funcionaron, definitivamente, ya no tienen gasolina para seguir adelante. Pero tampoco las novedades en la cartelera parecen contar con buena suerte y más bien han terminado por sepultar las esperanzas de la revitalización del género. Hace unos meses, por ejemplo, las innovaciones vinieron por el lado de la comedia Al desnudo. Sin embargo, quizás por pecar de experimentales, el resultado fue francamente desastroso en una historia fraccionada, prácticamente sin dirección y con libretos desestructurados en un producto en el que ni actores tan veteranos como Carlos Barbosa se salvaron. Le sucede ahora una nueva comedia, Tamayo familiar, que hasta el momento no ha dado grandes sorpresas. Aunque hay que reconocer su interés de experimentar una nueva forma que indaga en la lógica y los personajes del comic, los resultados concretos han sido una estridencia que envuelve voces, actuaciones y escenarios pero que finalmente no logra el objetivo mínimo: hacer reír. Por otro lado, está la nueva producción del mediodía Adorables enemigos, en la cual la obviedad de las situaciones, los pobres decorados, la precariedad de la dirección y la absoluta languidez de los libretos dejan un saldo en cero. Como están las cosas, los colombianos van a tener que contentarse por estos días con el humor gringo, que últimamente está muy bien representado en las comedias Loco por ti y Amigos, definitivamente excelentes representantes del humor contemporáneo de Estados Unidos.