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En las rocas

El libro ‘Arte rupestre en Cundinamarca’ invita a conocer, respetar y proteger el legado de los primeros habitantes del departamento.

12 de febrero de 2001

En muchas piedras de Cundinamarca se mantiene el testimonio de un pasado que aún hoy día es un verdadero misterio para la ciencia. Son inscripciones grabadas y pintadas por diversos pobladores del departamento de los que poco o nada saben los arqueólogos. ¿Quiénes eran? ¿A qué se dedicaban? ¿En qué época o épocas se dedicaron a este oficio? ¿Cuál es el significado de estas inscripciones que representan personas, animales y figuras geométricas? Aunque su valor para la ciencia y la cultura es incalculable muchos de estos petroglifos (tallas sobre la piedra) y pictografías (pinturas en la piedra) se encuentran abandonados, deteriorados y, en algunos casos, han sido víctimas del vandalismo de quienes han dibujado y escrito encima de este legado de los antepasados. Por ese motivo la Gobernación de Cundinamarca —a través del Instituto Departamentasl de Cultura—, el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh) y el Fondo Mixto para la Promoción de la Cultura y las Artes del departamento han iniciado una campaña para que en los distintos municipios las autoridades y los dueños de los predios donde se encuentran conozcan y protejan este patrimonio cultural. Uno de los resultados de este esfuerzo es el libro Arte rupestre en Cundinamarca, publicado con el apoyo de estas tres instituciones y escrito por el antropólogo y arqueólogo Alvaro Botiva Contreras. Este trabajo fue el resultado de 120 días de recorrido por 42 municipios del departamento y no sólo describe el contenido de cada piedra y la técnica utilizada en cada una de estas inscripciones sino que también les dice a los interesados en conocerlas cómo acceder a ellas. La mayor parte de las pictografías que se conservan fueron pintadas en tintes rojos que sus autores obtenían a partir de óxido de hierro o cinabrio natural (un compuesto de azufre y mercurio), aunque también se conservan algunas pocas en blanco, negro y amarillo. Un misterio que aún no han podido resolver los arqueólogos es conocer quiénes fueron los autores de estas inscripciones y en qué época lo hicieron. Se tiene certeza de que estos territorios han estado ocupados desde hace 12.000 años. Según el registro de los primeros cronistas españoles los indígenas de hace cinco siglos no sabían quién las había hecho aunque, de acuerdo con el investigador Wenceslao Cabrera Ortiz, que estudió estos petroglifos y pictogramas en la década de los 40, es muy probable que los muiscas respetaran e incluso veneraran estas pinturas rupestres. Aunque en algunos casos se han encontrado semejanzas entre los motivos de algunas de estas piedras y la decoración de piezas cerámicas de los muiscas esto no significa que las inscripciones rupestres hayan sido elaboradas por ellos. Como señala Alvaro Botiva, también cabe la posibilidad de que estas inscripciones hayan inspirado a los orfebres y ceramistas muiscas. Lo que sí está claro es que estas piedras no sólo deben ser vistas hoy como el testimonio mudo de una época muy lejana que aún sigue llena de misterios sino también como parte integral de la cultura y la identidad de los colombianos del siglo XXI.