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Las fotos con las que los franceses están descubriendo a Colombia

En Los Encuentros de Arlés, uno de los festivales de fotografía más importantes del mundo, las imágenes cotidianas y populares del país en el siglo XX sorprenden a los franceses. Un homenaje al trabajo de 28 artistas nacionales.

26 de agosto de 2017

Al fondo del patio de una casa abandonada de la ciudad de Arlés, al lado de una puerta, un afiche que recuerda los carteles publicitarios que abundan en los muros de América Latina promete una exposición de “verdaderas fotos colombianas”. Adentro, imágenes de luchadores en el cuadrilátero, de orquídeas, de tienditas de barrio, de calles de Bogotá o de Barranquilla, familias desconocidas y portadas de periódicos desaparecidos o de vinilos de 33 RPM recubren en forma de collage kitsch todos los muros de las salas.

Esta peculiar colección colombiana conforma La vaca y la orquídea, una de las exposiciones con más resonancia en el prestigioso festival de fotografía Los Encuentros de Arlés. Más de 250 grandes artistas y 100.000 visitantes internacionales se dan cita todos los veranos en este evento que, para su edición 2017, escogió al país como invitado de honor, en el marco del Año Colombia-Francia.

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Dos exposiciones del festival están completamente dedicadas a Colombia. La vaca y la orquídea es una colección de 400 fotos de anónimos o de profesionales que brindan una visión de la vida cotidiana y de la cultura pop desde hace un siglo. La vuelta, por su parte, reúne las obras eclécticas, sobre diferentes temas contemporáneos, de 28 artistas de todas las generaciones.

Gracias a la primera exhibición, ubicada en una residencia abandonada bautizada Croisière, los franceses descubrieron que su entrañable Renault 4 protagonizó los álbumes de la clase media emergente de una lejana nación latinoamericana en los años setenta y ochenta. También sorprenden al público las escenas rurales, como la foto anónima de una vaca llamada Plegaria y su dueño ensombrerado en un concurso de bovinos. Asimismo, las imágenes urbanas han revelado al público la moda nacional de la época. La foto de dos mujeres ochenteras en las calles de Bogotá con pantalones blancos y botas negras altas es quizás la más representativa de este tipo.

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Detrás de esta curiosa colección se esconde el trabajo del británico Timothy Prus, curador de Archivo de los Conflictos Modernos, organización que ha acumulado en 25 años cerca de 4 millones de fotografías de todo el mundo. “En mi colección de Europa y Norteamérica la gente siempre posa para verse bien. Pero en la de ‘La vaca y la orquídea’ existe una relajación del cuerpo y un placer en el movimiento característicos de la libertad colombiana. Las fotos crean la ilusión de entendimiento y de familiaridad, pero en realidad hacen más misteriosa la sociedad colombiana”, dijo Prus a SEMANA.

Algunas imágenes no son anónimas, como la de dos luchadores en plena acción capturados por Manuel H. o la de una Barranquilla sin pavimentar de finales del siglo XIX atribuida a Ernesto Duperly, nieto de Adolphe Duperly, uno de los pioneros de la fotografía en Europa. La exposición también presenta algunas piezas curiosas, como una portada del periódico Anaconda con Alberto Lesmes Rojas, apodado Kapax o el Tarzán del Amazonas, quien cruzó nadando el río Magdalena en 1976.  

A un kilómetro de la Croisière, al borde del río Ródano, 28 artistas colombianos ocupan con sus obras la iglesia profana Saint Martín de Arles. La vuelta presenta varias propuestas que reflexionan sobre la relación entre lo humano y lo natural, la experiencia urbana, los temas identitarios desde su representación en los medios o en las redes sociales y, por supuesto, el conflicto, elemento ineludible.  “Los temas están vinculados entre sí en la medida en que todos revelan exploraciones personales, políticas, sociales y culturales que se entrecruzan o se complementan o se contradicen, pero a partir de referencias históricas y temáticas comunes. La apuesta era multiplicar las resonancias entre las diferentes obras”, explica a esta revista Carolina Ponce de León, curadora de la exposición.

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Entre obras de fotografía clásica, las más destacadas de esta muestra, se encuentran las melancólicas imágenes que Miguel Ángel Rojas capturó de prostitutas desde la ventana de su estudio de Bogotá, en 1975. Los retratos que el boyacense Paulo Licona tomó en el Llano y en Nariño, en 2004, de paramilitares que se pintaban las uñas de negro para lidiar con los espíritus de los enemigos mutilados ofrecen, por su parte, una visión de la crueldad de la guerra colombiana. Por el contrario, las fotos de la serie Ellas, de Karen Paulina Biswell, proponen una interrogación aguda y sensible sobre la manera en la que las mujeres asumen su cuerpo e identidad.

Las intervenciones, esculturas, instalaciones, videos y otras prácticas experimentales también se destacan. El bogotano Edwin Sánchez presenta, por ejemplo, su experimento Inserción en circuito ideológico. Este consistió en adquirir un revolver Smith & Wesson de 38 milímetros en el mercado negro colombiano, grabar sobre su superficie frases de sus deseos como artista y de los deseos de un sicario y tomarle una foto de cada lado antes de devolverlo al circuito irregular. Se trata de una forma de generar debate sobre la frontera entre la legalidad y la ilegalidad. “La curaduría de ‘La vuelta’ presenta un aspecto interesante: es una curaduría de fotografía, pero no de fotógrafos. Casi todos los artistas que participamos usamos la fotografía como herramienta, no como fin”, dice Sánchez.

Una tercera exposición, Pulsiones urbanas, explora la vida en las ciudades latinoamericanas para, según escriben en la presentación de la colección los comisarios Alexis Fabry y María Wills Londoño,  “enunciar las contradicciones de un continente híbrido, atrapado en los mundos prehispánico y poscolonial y la sociedad de mercado que se ha amparado implacablemente del proceso de solidificación de las ciudades”. La serie caleña Color popular, de Fernell Franco, y una foto tomada por Viki Ospina, en 1977, de la inauguración de una tienda de discos Bambuco hacen parte de esta exhibición.

Estas tres exposiciones, que cerrarán el 24 de septiembre, son solo una muestra de los 250 eventos que se llevan a cabo en este segundo semestre en más de 19 ciudades galas para celebrar el Año Francia-Colombia. También constituyen una descripción fiel del contexto del país en el último centenario. Como lo cree Sam Stourdzé, director de Los Encuentros de Arlés, “la fotografía es seguramente el mejor medio para contar la historia del siglo XX”.