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ENCUENTROS SEXUALES

Con "Nueve semanas y media" llega un cláslco del erotismo

10 de agosto de 1987

Las feministas están calientes porque la película norteamericana "Nueve semanas y media" les ha demostrado, una vez más, que Hollywood sólo se interesa por los senos, los muslos, los vellos, los brazos, las nalgas, las ingles y los espasmos producidos por el cuerpo femenino y que las mujeres que piensan y se apartan del montón, como es el caso de Lulú, la tramposa de "Totalmente salvaje", cuando aparecen sorpresivamente, lo trastocan todo. Es que la protagonista de "Nueve semanas y media", una mujer alta, de piel cubierta de vellos rubios, ojos claros y senos grandes, es sometida por su compañero durante ese período de tiempo a toda clase de humillaciones, posturas, servidumbres sexuales y otras perversiones que las feministas miran como la continuación de la escalada del cine norteamericano "contra la mujer".
Mickey Rourke y Kim Basinger interpretan con energía, humor e imaginación al hombre y la mujer que se conocen por casualidad en un mercado de pulgas y poco a poco comprenden que sólo mediante el juego, las bromas salvajes, los desencuentros y el hurgar de todos los orificios corporales pueden alcanzar placer. El, un ejecutivo que tiene en el armario trajes iguales y camisas iguales y zapatos iguales y corbatas iguales de modo que todos los días tiene la misma apariencia, organiza alrededor de la muchacha un culto asombroso de adoración. La hace sentir deseable y deseada, la hace emocionarse mientras entra y sale de su cuerpo. La excita, la lleva a límites que ella no había rozado con su anterior y conflictivo marido (actualmente ella trabaja en una galería de arte donde cada vez se siente más alejada de ese mundo de críticos y artistas inexpresivos), la convierte en su esclava, la toma y la deja con una frialdad, una eficacia sexuales que ella le agradece. Quizás en los personajes de Henry Miller, Anais Nin o Charles Bukovski pueda encontrarse uno con una imaginación erótica tan excitante como la de estos personajes para quienes las camas, la paredes, el suelo, los muebles en exhibición, las escaleras, el agua, la lluvia que rueda de los tejados apenas sirven de soporte al ardor que los consume cada vez más.
"Nueve semanas y media" está basada en un libro delgado editado aquí por el Círculo de Lectores (originalmente apareció en esa colección de Anagrama que tiene un titulo hermoso, "La sonrisa vertical", dirigida por un erotómano, Luis García Berlanga), en el cual la muchacha describe con un lenguaje más explicito que el de la película todo cuanto tiene que aceptar de ese hombre que cada vez apelará más al dolor, la violencia, el sudor y la sangre para convencerla de la necesidad de exponer su salvaje belleza. Pocas veces Hollywood había enfrentado un espectáculo erótico como éste. La Basinger (la hemos visto en "Locura de amor", "Sin piedad" y "Nunca digas nunca jamás" entre otras, pero con una carga menos sexual que ésta, con su cuerpo menos penetrado por la cámara), participa a fondo de su personaje y varias revistas la han citado comentando cómo al finalizar el rodaje con el director Adrian Lynne (el de Flashdance), se sintió asqueada y necesitó buscar un siquiatra que la "limpiara" por dentro y por fuera.
La sexualidad de esta película, la forma explícita como sus personajes copulan en todos los sitios, en todas la posturas, a toda hora, encuentran su secuela en "Corazón satánico" cuando, el mismo actor, Mickey Rourke, hace el amor con la muchacha en una cama que poco a poco es inundada por una catarata de sangre. Es la sexualidad que varios años atrás encontramos, con otras intenciones, en películas como "El imperio de los sentidos" o "Ultimo tango en París" o "Doble de cuerpo", una sexualidad destructiva, solitaria que deja en el espectador lo mismo que "Nueve semanas y media" un enorme vacío, un cansancio que en determinado momento hace añorar la época en la cual Gable como máxima ofensa, besaba a una Vivien Leigh a la fuerza y en una escalera que subía al cielo.
Para quienes siempre buscan una gratificación física en el cine, ahí están la belleza salvaje de esta mujer, las relaciones sadomasoquistas, el amor utilizado como un elemento desechable y sobre todo, tres elementos admirables: la fotografía, le edición y la música. Con ellos, la desesperación sexual de los personajes se convierte en una experiencia definida por alguien como "un comercial erótico lindamente filmado".