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Humberto de la Calle leyendo Combatientes, rebeldes y terroristas, guerra y derecho en Colombia, una obra de Iván Orozco sobre las implicaciones de la abolición del delito político en Colombia. Sergio Jaramillo que estudió en Oxford, Cambridge y Heidelberg, es un apasionado de las obras de Robert Musil, el autor de El hombre sin atributos.

ENTREVISTA

Sergio Jaramillo y Humberto de la Calle son lectores voraces

El jefe negociador del Gobierno y el Alto Comisionado para la Paz estarán este 30 de enero conversando en el Hay Festival de Cartagena sobre los beneficios de un país en paz. Antes de ir, ambos le contaron a SEMANA sus gustos literarios.

29 de enero de 2016

En el conversatorio de este sábado también participará David Bojanini, presidente de Sura. El evento se realizará en el teatro Adolfo Mejía de 10:30 a 11:30 de la mañana.

Sergio Jaramillo

SEMANA: ¿Cuál es su género favorito? ¿De qué temas lee? ¿Cuál es su autor de cabecera?

Sergio Jaramillo: El 95 % del tiempo tengo que leer cosas del proceso porque la negociación le quita a uno toda la atención. Cuando era joven y me la pasaba leyendo, creo que leí casi todo lo que escribieron Robert Musil, Robert Walser y Franz Kafka. Y mucha poesía. San Juan de la Cruz, Friedrich Hölderlin, Ósip Mandelstam, Henri Michaux. Son amigos que no se pierden, así suene un poco cursi.

SEMANA: ¿Qué ha leído durante estos diálogos?  ¿En qué momento lee? 

S. J.: Tengo el problema que no me puedo dormir sin antes leer un buen rato, lo que me deja con poco sueño. Leí recientemente una nueva historia de la caída del imperio romano de Peter Heather. El problema de los bárbaros, las migraciones y las fronteras de esa época dejan muchas lecciones, también para nosotros. Intento también leer un par de páginas de griego, para no perderlo.

SEMANA: Usted habla siete lenguas: español, inglés, francés, alemán, italiano, griego y ruso, ¿cuál es su idioma favorito para leer? ¿Por qué?

S. J.: Hablaba. Ya una o dos me dejaron, por no ponerles atención. Siempre es mejor leer el original, así sea difícil y entienda a medias, que someterse a un traductor.

SEMANA: Estudió filología, disciplina que traduce “amor o interés por las palabras”, ¿qué tienen los libros que no encuentra en ninguna otra parte?

S. J.: Los libros lo dejan a uno en paz.

SEMANA: ¿Qué libro debería leer todo negociador?

S. J.: El que le haga ver las cosas de una manera distinta.

SEMANA: ¿Comparte libros con los demás negociadores o habla de libros con ellos?

S. J.: Le recomendé a un par El Hombre que Amaba los Perros y unas diez o quince personas terminaron leyéndolo. Leonardo Padura infectó a toda la delegación del Gobierno, como una buena gripa.

SEMANA: Recientemente leyó la biografía del Che, gran inspirador de las FARC. ¿Por qué el interés por esa obra?

S. J.: Porque le enseña mucho del aire que se respiraba en otra época, que a mí no me tocó y que emborrachó a mucha gente. Y porque soy amigo del autor, Jon Lee Anderson.

SEMANA: ¿Podrían compararse estos diálogos de paz con algún libro?

S. J.: Con un libro muy largo, pesado y un poco aburrido, pero con un muy buen final. Son pocos.

SEMANA: ¿Hay algún negociador que le recuerde a un libro o un personaje de un libro?

S. J.: Si lo digo se enreda la negociación.

SEMANA: ¿A qué le aporta más la lectura, a la paz o a la guerra?  

S. J.: Para hacer bien la paz o hacer bien la guerra, hay que leer.

SEMANA: ¿Qué libro leería si se firma la paz? 

S.J.: Si se firma la paz me iría a dormir.
 

Humberto de la Calle

SEMANA: ¿Cuál es su género favorito? ¿De qué temas lee? ¿Cuál es su autor de cabecera?

Humberto de la Calle: Muchos géneros. Leo de todo. No tengo un autor de cabecera. Leo historia, economía, ciencia política y, también, claro está, narrativa. Al final de la jornada, lo último que hago es leer algunos poemas.

SEMANA: ¿Qué ha leído durante estos diálogos?  ¿En qué momento lee? 

H. D. C.: Obviamente, he leído sobre el conflicto, su historia, sus intentos de solución. También he mirado lo ocurrido en otros conflictos. Pero no dejo de lado la Poesía Completa de Jorge Luis Borges, literatura colombiana como La Oculta de Héctor Abad, Adiós a los Próceres de Pablo Montoya, varias obras de Tomás Gonzalez, Camelot’s Court sobre Kennedy, la famosa biografía del Che Guevara de Jon Lee Anderson, en fin. Me he metido con la ciencia: el cerebro, las células madre, Stephen Hawking y también obras de filosofía. Y en economía le he dedicado algunas horas al tema energético. La jornada en La Habana es dura y queda poco tiempo libre. Pero como prescindí totalmente de la televisión, después de la comida tengo tiempo para mis lecturas.

SEMANA: ¿Qué libro debería leer todo negociador?

H. D. C.: Aquél que lo relaje. Que lo divierta. No creo en las técnicas de negociación. Todo termina siendo un ejercicio de sentido común.

SEMANA: ¿Comparte libros con los demás negociadores o habla de libros con ellos?

H. D. C.: Permanentemente. El general (r) Jorge Enrique Mora nos ha prestado algunos tomos sobre liderazgo y el general (r) Óscar Naranjo ahora comparte temas de historia de Colombia. Sergio Jaramillo nos pasa documentos todo el día. Mi dosis de literatura española la recibo de María Paulina Riveros.

SEMANA: ¿Podrían compararse estos diálogos de paz con algún libro?

H. D. C.: Pues en el fondo es una cuestión de estrategia, una especie de guerra intelectual. Por eso los compararía con El arte de la guerra de Sun Tzu.

SEMANA: Como buen nadaísta, ¿aún ve con descontento la realidad?

H. D. C.: Sí. La Colombia de hoy tiene poco que ver con el espíritu de la época en que floreció el nadaísmo. La sociedad se ha transformado profundamente. Miremos sólo el tema de la familia y la sexualidad. En 20 años ha habido un vuelco. Este es un país en el que en los últimos meses, la condena pública ha sido contra quienes se opusieron a un caso de muerte digna y contra una institución que se negó a practicar un aborto. ¿No es una revolución? Pero a la vez la inequidad sigue ahí, hay todavía mucha intolerancia en ciertos sectores, la movilidad social es limitada y, en algunas regiones, prácticamente está destruido el tejido social.

SEMANA: ¿Tuvo algo que ver su formación nadaísta con su deseo por participar en estas negociaciones?

H.D.C.: Es probable. En La Habana nos mueve un deseo de cambio. No es solo el silencio de los fusiles sino la oportunidad de lograr transformaciones importantes.