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Esto se prende

Ya exportamos nuestra música, ahora empezamos a recoger los frutos.

Juan Carlos Garay
21 de diciembre de 2003

Aparte del orgullo que significo ver a Juanes llevándose cinco trofeos en la pasada entrega de los Grammy Latinos, el verdadero suceso musical del año radicó en su presentación durante la ceremonia. Televidentes de casi todas partes del mundo pudieron verlo junto al grupo de rap Black Eyed Peas en una original versión de La paga. Juanes y los "raperos no violentos" (como los define una página de Internet) se inventaron una mezcla de géneros que, a falta de un término más preciso, los periodistas que cubrimos el evento decidimos llamar "raspa-rap". Al día siguiente, ante los micrófonos de la radio, el roquero colombiano se rió cuando le propusieron el neologismo y dijo que le parecía "muy bacana" esa definición de su experimento.

De fondo, la presentación internacional de la raspa-rap es el gran símbolo de lo que le sucedió a la música colombiana en 2003. Durante los años anteriores, los artistas nacionales se preocuparon por mostrar esa riqueza propia de ritmos en todos los escenarios extranjeros. Ahora, cuando escuchamos que nuestra música autóctona se amalgama sin problema con aportes de artistas de otras latitudes, es señal de que el canto de amor ha sido escuchado. Ya exportamos nuestra música, ahora estamos empezando a recoger el fruto.

Otro experimento similar (incluso más perdurable, porque quedó grabado en disco) es el del productor inglés Richard Blair con su grupo Sidestepper. En el álbum que publicó este año, llamado 3 AM - In beat we trust, toma como base el ritmo de la cumbia para construir una música electrónica bastante sugestiva. Como resultado se enriquecen ambas disciplinas: la cumbia se remoza y la corriente electrónica adquiere un sabor vivo que, a veces, uno siente que le falta en medio de esos sonidos tan exageradamente mecánicos. Pero lo más importante es que se trata de experimentos hechos con amor hacia nuestra tradición: es inolvidable la sonrisa en el rostro de Richard Blair confesando con su acento inglés que este álbum es "lo más colombiano que he hecho".

Y para el próximo año, esa parece ser la tendencia por seguir. Hay que ponerle mucha atención al nuevo disco de la vocalista Liliana Montes, grabado en Francia, con base en sonidos computarizados pero manteniendo la esencia del currulao y otras músicas del Pacífico. Igualmente saldrá por fin el primer disco del grupo Mojarra Eléctrica, que promete ser una sorpresa de proporción meteórica. Como suele decirse cuando la fiesta apenas comienza, "esto se prende".