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FRAGMENTOS DE CIUDAD

En "Tráfico pesado" La Candelaria retoma los temas urbanos con innovaciones en su lenguaje dramático.

10 de abril de 1995

LA CIUDAD, ESE invento amorfo que marca la sensibilidad del último siglo, es un tema que poco ha interesado al arte colombiano. El teatro tampoco se ha caracterizado por los temas urbanos.
Pero en los últimos montajes de La Candelaria (Maravilla Estar, La trifulca y En la raya) ese ha sido el centro de su interés. Ahora es Tráfico pesado la pieza que se le mide a embestir a ese monstruo de piel fría que mediatiza la manera de vivir contemporánea.
Alejándose de su clásica puesta en escena de los 70, en la que pulularon temas políticos e históricos, encarnados en personajes concebidos como grandes arquetipos pero sin señas particulares (el policía, la prostituta, el político), Tráfico pesado comienza a desarrollar individualidades de matices muy interesantes.
La obra está concebida como un tríptico de historias desligadas, a las que sólo el espectador puede darles el montaje final. El encuentro paranoico en un paradero de buses de grises ciudadanos, la onírica casa de una extranjera que arrienda cuartos a estudiantes mientras el fantasma de su hija se pasea desnudo por los recuerdos, y la grotesca estación de policía con sus pequeñas ruidosas tragedias, son los recursos argumentales para tomarle el pulso a una gran ciudad que nunca se menciona.
Esta estructura está muy bien concebida en términos de intensidad, manejando con fluidez los tempos, como en una composición de música clásica. Se comienza corl la tragicomedia de 'En el paradero'. Se matiza la parte central con el lirismo de 'El inquilino' (uno de los momentos más íntimos que se le haya visto a La Candelaria) y se pone punto final con el agitato de 'La Comisaría', en un estilo paródico, mucho más identificado con los anteriores montajes del grupo.
Con esta estrategia de no retratarla en conjunto, en una mirada épica, sino de mirarla con las armas de la ironía y la poesía, la ciudad se vuelve más tangible y se deja observar sin prevenciones. Esta es la virtud de Tráfico pesado, su capacidad para lograr con los mínimos elementos escénicos posibilitar una relectura de las realidades cotidianas. En general se trata de una obra con la experiencia de uno de los grupos de mayor trayectoria del país en la que se observa un refinamiento del lenguaje que vale la pena observar, y que se re-estrena después de una cortísima temporada del año pasado.